Julio César Londoño
El Espectador .com e impreso. Marzo 16, 2019.
https://www.elespectador.com/opinion/se-quitaron-la-tenue-mascara-columna-845181
https://www.elespectador.com/opinion/julio-cesar-londono
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La JEP no se hizo en un día. El de la justicia fue el punto
más discutido en La Habana. Les tomó dos años. La pelea entre Iván Márquez y
Sergio Jaramillo fue a muerte. Las posiciones eran extremas. Ustedes tienen que
entregar las armas e ir a la cárcel, decía Jaramillo. “Nos vamos, pero con unos cuantos generales, cacaos y expresidentes”,
respondía Márquez. “Todos en la cama o
todos en el suelo. Esto es una negociación, no una rendición”. Al final
quedaron todos en la cama, o Justicia Restaurativa, como la llaman los
juristas, porque no había suelo para tanta gente, para los miles de sujetos de
ambos bandos que cometieron delitos de lesa humanidad, porque la guerra no se cocina
con pecados veniales.
El 2 de octubre
de 2016 venció el No y los triunfadores introdujeron decenas de ajustes. Quedó
escrito, por ejemplo, que la JEP no juzgaría a los “terceros de buena fe” ni a
los expresidentes, ni siquiera a los de comprobada mala fe.
Luego se
escogieron, con altísimos estándares académicos, los magistrados de la JEP.
En diciembre de 2017 la Ley
Estatutaria fue aprobada por el Congreso y pasó al estudio de la Corte
Constitucional, que la declaró exequible el 17 de agosto de 2018. Al tiempo, el
Congreso debatía la Ley de Procedimiento, la que legalizaría el funcionamiento
de la JEP. Este debate fue larguísimo porque el asunto era complejo y porque la
bancada del Centro Democrático se ausentó de la sala siete veces a la hora de
las votaciones para romper el quorum.
La noche del
domingo 17 de junio de 2018 Duque pronunció su discurso de victoria: “Ni risas ni trizas”, dijo muy serio.
Minutos después Paloma Valencia dijo muerta de la risa: “Una cosa es el Gobierno y otra cosa es el Centro Democrático”.
Tenía razón la
bella senadora: el lunes una coalición fuerte (Centro Democrático + Cambio
Radical + los conservadores + los pastores) aplazó por enésima vez la votación
para aprobar la Ley de Procedimiento: el Centro Democrático lo hizo para dejar
en claro que la risa de Paloma iba en serio, y los demás, encabezados por un filipichín
goloso, Rodrigo Lara, para exigirle al presidente saliente el raspao de la mermelada.
Finalmente La
Ley de Procedimiento fue aprobada por el peso del clamor nacional y la presión
de varios tribunales del mundo.
El domingo pasado sucedió lo que todo
el mundo esperaba, pero a una escala que nadie imaginó: ¡Duque salió con seis
objeciones sobre cosas mil veces juzgadas, como demostró Juanita Goebertus *, con
un maquillaje de “inconveniencia nacional” que no convenció a nadie!
A no ser que se considere conveniente
el grotesco acto de expeler objeciones inconstitucionales, delictivas,
incendiarias, mezquinas, carroñeras e históricas.
Van contra la constitución porque
esas objeciones no son políticas ni sociales: solo buscan romper el sistema de
contrapesos de nuestra frágil democracia. Son delictivas porque el Senado no
puede volver a discutir esos seis puntos sin incurrir en prevaricato, como
advirtió el procurador Carrillo. Son históricas porque pueden echar por el
suelo el primer tribunal de guerra del mundo construido por consenso de las
partes. Son mezquinas porque solo buscan volver a polarizar el país con miras a
tener réditos en las elecciones de octubre. Son incendiarias porque pueden aumentar
el número de las disidencias de la Farc con consecuencias macabras para la
seguridad nacional. Y son carroñeras porque quieren revivir el cadáver de la
Farc para seguir nutriendo su sed de guerra. Su sed de sangre.
Para resumir, las objeciones del
presidente buscan incendiar nuevamente el país para quemar los expedientes de
la última guerra y echar las chispas de la próxima.
Como dijo Sergio Jaramillo, Duque se
quitó la máscara.
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