martes, 24 de diciembre de 2013

A PROPÓSITO DE LA MAGIA DE CONOCER AL MAESTRO. Por WILLIAM ROJAS ROJAS. Homenaje a Fernando Cruz Kronfly. Diciembre 20, 2013

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A PROPÓSITO DE LA MAGIA DE CONOCER AL  MAESTRO
Por WILLIAM ROJAS ROJAS
Cali, diciembre 20, 2013 
  
Texto leído en el Homenaje a Fernando Cruz Kronfly el 20 de Diciembre de 2013.
 Evento organizado por la Asociación de Estudiantes de Contaduría Pública de la Universidad del Valle -ASECUVA-.

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NTC … agradece al autor el aporte del texto y la autorización para publicarlo

Buenas noches
Creo que muchas de las personas que hemos llegado a la Facultad de Ciencias de la Administración de la Universidad del Valle y de los que hemos estado en y con ASECUVA, no hubiésemos labrado la idea de tener una gran biblioteca que complementara críticamente nuestra formación, ni hoy disfrutaríamos de los sabores que se guardan en el vino, ni de las bellas congojas que se entronizan en las letras y la música de los tangos,  ni nos regocijaríamos al comer unas berenjenas, un tabule, unos kibbes, de no haber conocido al maestro Cruz Kronfly.


WILLIAM ROJAS ROJAS durante su intervención
   La mesa, los alimentos, las bebidas, los libros, fueron desembrujados de miles de prejuicios que nos alejaban de los placeres que estos proporcionan. ¿Cómo logramos echar inconscientemente esos “bichos” que zumbaban en nuestras cabezas?, primero, oyendo al maestro; segundo, leyendo su obra y tercero, observando la forma natural como él disfruta no solo de dichos placeres, sino  del presente travieso que lo asedia. Creo que no miento si digo que, y perdónenme que me refiera en primera persona, mi ceremonial forma de ver al mundo hoy, se coció a su lado.  
Lo mágico de conocer al maestro es que con él, algunos de los que pasamos por ASECUVA y por la Facultad, nos atrevimos a ponernos un smoking, nos aventuramos a pensar que es fundamental apreciar la forma en que uno se relaciona con los alimentos para degustarlos; creímos que no es imposible que exista una ciudad sin buenas bibliotecas, sin buenos andenes para que sus transeúntes paseen sus angustias y recreen sus estados de euforia. Desde mi sentir, y reconociéndome como un neófito en literatura, creo que se puede decir que con la amistad que el maestro nos ha ofrecido, y con los mundos que nacen de su pluma, unas decenas de univallunos y miles de seres humanos, hemos podido hallarnos alegremente con la impiedad de las realidades que no dejan de estremecernos.
El reconocer que la vida es ambigua y que la tragedia que conlleva la existencia puede asumirse alegremente, ha sido una labor que muchos hemos podido aprehender entendiendo y discutiendo las tesis de Fernando Cruz. Claro, la inmensa generosidad humana que posee y su calidad de profesor, nunca han obligado a que uno de sus amigos o de sus estudiantes elija una u otra forma de pensar; sencillamente, con él y desde él, muchas de las personas que hicimos parte de ASECUVA nos hemos alertado de los “oscuros” que pueblan el mundo de la ignorancia; hemos entendido el peligro comunal que nace de aceptar prácticas que niegan y se enmudecen ante el dolor de los otros. El maestro ha sido para muchos como un libro abierto que se expone para que veamos unas tesis filosóficas y unos presupuestos morales que facilitan tanto el reconocer al otro, como a nosotros mismos, en tanto partícipes de una especie que se debe fraguar moralmente para vitalizar el mundo. El libro que nos abrió el maestro Fernando indica y sugiere que el pretender forjar unos principios éticos y estéticos, no puede resultar del mero interés de maquillar nuestros rostros y posturas, sino que es un trabajo arduo que nos puede salvaguardar de los miedos con que nuestra cultura se ha apartado de una de sus tareas: develar todo aquello que expresa el sinsentido de la vida.
La fuerza, la sensibilidad, la lucha y la resistencia son parte del coraje que el maestro nos refleja desde su ser tranquilo y respetuoso. Debo confesarles, que nunca lo he visto desatendido de los acontecimientos de maltrato humano, muy al contrario, pienso que él nos muestra de forma permanente que desestimar el maltrato inmisericorde y las trampas con que las mafias y los atajistas pretenden corroer los marcos de la justicia social, es una irresponsabilidad, una desfachatez propia de la banalidad del mal, o si quieren, de la idiotez moral que se impone sobre la faz de estos tiempos.  Pienso que desde la artesanía de su poesía, de sus ensayos y de sus novelas, el maestro nos alerta de los peligros del hedonismo, del racismo y de la intelectualidad narcisa del que lee para sí mismo, sin importarle el compromiso con la libertad y la igualdad humana. Creo que muchos de los que hicimos parte de ASECUVA entendimos que desde el mero pensamiento lógico y analítico no sólo se puede ser cruel sino miserablemente inteligente para destruir y socavar los valores ecuménicos que guiaron la aparición y la defensa de los derechos humanos.      
Es muy lindo saber y constatar que la vida cuando se acompaña de seres humanos como el maestro, nos facilita curarnos de las heridas que a muchos colombianos nos ha dejado la precariedad de nuestra infancia y el convivir con un conflicto armado sin límites.  Desestructurando nuestras conversaciones y los escritos del hijo de don Ramón Cruz y de doña Adela Kronfly, muchos estudiantes de Contaduría gozamos al liberarnos del localismo iletrado que nos impide ver las antipatías que quitan resplandor a la vida; bajo la compañía del esposo de Doña Amparo Ángel hemos entendido que ser responsables con nosotros mismos implica recabar en nuestras propias historias con las luces de la razón crítica, para facilitar así la cicatrización de las laceradas huellas donde se encuban los sentimientos negativos que tanto buscamos apresar. Con el padre de Luisa Fernanda y Alejandro, hemos advertido que la salud mental es resultado de un permanente y laborioso tiempo de contemplación y transformación de nuestros primeros imaginarios psíquicos.
En una de sus últimas novelas, Destierro, entendemos que no se trata de deambular en este mundo “sin son, ni ton”. Es muy diciente ver cómo el maestro buscó demoler sus viejas creencias en la Fiera azul, la biblioteca de don Germán (Destierro, 2012, p. 81), además vivenciar cómo se reconoció en la gloria del mundo libanés, como se esculpió para ser un buen padre. No solo la obra, sino el modo de vivir del maestro, se han constituido para muchos en un gran ejemplo de asumir la dignidad de nuestro género.
Con el transcurrir del tiempo he sentido, que uno de los privilegios más lindos que la vida social nos dona, es poder cultivar la amistad. Pero hoy debo confesarles que el privilegio académico más extraordinario que he experimentado en mi vida, es haber constatado que el hombre de letras y de justicia abrió las puertas para atenderme, y para atender a muchos de los que pasan y se relacionan con la Asociación de Estudiantes de Contaduría Pública. Hoy recuerdo, que cuando se abrió para mí la puerta de la oficina del maestro Fernando, sentí un miedo hermosamente horroroso. No sé si a muchos de los presentes les ha pasado, pero les confieso que mi horror ante los primeros encuentros con el maestro se debía a que en ese momento, y aún hoy, no pronunciaba bien muchas palabras, no sabía coger con delicadeza un tenedor y una copa; no sabía cómo intervenir con juicio analítico ante sus agudas miradas del pensar-vivir de nuestro tiempo.  En este bello espacio honramos al ser humano que entregándose a las letras y a los estudiantes, nunca reclamó nada, nunca vituperó por las exigencias que impone el encelado saber, y que siempre, con la calma, demostró más que amor por el conocimiento y por las buenas formas que nos permiten distanciarnos de esa animalidad con que venimos al mundo.
En esta ocasión deseo expresarles que mis preocupaciones - y las de muchos de los que hemos pasado por el grupo de investigación, Nuevo Pensamiento Administrativo - han sido labradas sobre los resultados del trabajo intelectual de un maestro que no se resistió a la compleja búsqueda de  las causas, el significado y las repercusiones de las prácticas inhumanas en el trabajo y en la cultura. Sostenidos en la solidez de sus reflexiones sobre los tratos inhumanos, muchos estudiantes hemos centrado nuestros intereses y fuerzas académicas en esa temática perturbadora que reclama  amplios desarrollos como objeto de estudio en el entorno laboral y en las organizaciones.
Como la luz de las luciérnagas que alumbra nuestros campos, la amistad del maestro Fernando Cruz  y la de algunos profesores del Departamento de Contabilidad y Finanzas, en especial, la que en su momento nos brindaron los docentes Jorge Enrique Burbano y Diego Delgadillo (Q.E.P.D), han servido de faro para que muchos estudiantes de Contaduría Pública  cultiven el amor por la epistemología, la sociología, la historia, la cultura y la filosofía, en la búsqueda de ennoblecer la disciplina contable. Desde el deceso infortunado del profesor Jorge Burbano, nosotros, los hombres que nos encariñamos con la contabilidad, hemos obtenido el apoyo incondicional del profesor y amigo, Fernando Cruz Kronfly y nos hemos beneficiado de todo el acervo cultural que lo acompaña. El retomar las enseñanzas  de Burbano y Delgadillo, y el escuchar las disertaciones del maestro Cruz, nos permite transformar los lentes con que observamos las orientaciones profesionales de la Contaduría Pública. Azarosamente muchos de los estudiantes de la Contaduría hemos tomado conciencia de la necesidad de hacer una investigación que nos permita proyectar el galeón contable hacia  rumbos más dignificantes del quehacer humano.
Desconocer que el maestro Fernando alumbró nuestras reflexiones críticas sobre la enseñanza de la Contaduría Pública y de la problematización del campo contable, sería desconocer que la literatura se ha reído dulcemente del rol de los contadores y de los auxiliares de Contabilidad. Desde el balcón de su crítica al pensamiento administrativo ortodoxo, el profesor Cruz nos ha facilitado el camino para asimilar cómo no podemos conformarnos con la práctica profesional que se acomoda a las exigencias rentistas que degradan la honra de la Contaduría Pública. Para los amigos de la dimensión social de la contabilidad ha sido un patrimonio poder contar con el pensamiento de un Maestro que fomenta el saber, antes que el ejercicio profesional tradicional que se engancha en la representación instrumental de los negocios, de la vida y  del medio ambiente.
Por la buena salud del maestro, por su vitalidad y su descontaminación del indoloro mundo que domina nuestro presente; por el extraordinario lenguaje que ha creado en su obra literaria, y por su auténtica entrega a los estudiantes, quiero sumarme a la nueva generación de ASECUVA, que desea que nunca el maestro, sienta algo parecido al general Bolívar que él realzó: “...Toda su gloria pasada, su historia de años, de héroe está a punto de quedar convertida en un triste puñado de cenizas…”. (La Ceniza del Libertador, 1995, p. 70).
Esperamos que el maestro juzgue que siempre y para siempre, nos alegraremos de su esplendor intelectual y moral. Usted, maestro, ha contribuido a la honra de los trabajadores, de su familia, de los estudiantes, de los sin techo, y claro está, a la honra del arte que como oficio requiere que Uldarico, el Habibe le diga a su madre: “…no me exija lo imposible, soy laico de la cabeza a los pies, no me envíe a consultar el agua” (Destierro, 2012, p. 62). Con usted maestro, hemos aprendido que esta vida no gravita sobre las luces o las tinieblas sino en el poder “imaginar con generosidad el mundo” (Destierro, 2012, p. 14).
Mil gracias.                                              
WILLIAM ROJAS ROJAS ( 1 )
Director Grupo de Investigación
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FERNANDO CRUZ KRONFLY. Vida y obra. Homenaje. La ASECUVA organizó e invitó. Dic. 20, 2013 / NTC ... Cubrimiento

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Mi inmensa gratitud. Arar mar adentro es hermoso. Por Fernando Cruz Kronfly. Cali, diciembre 20, 2013

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 Mi inmensa gratitud 

Arar mar adentro es hermoso

Por Fernando Cruz Kronfly 

Cali, diciembre 20, 2013 
  
Texto leído en el Homenaje a Fernando Cruz Kronfly el 20 de Diciembre de 2013.
 Evento organizado por la Asociación de Estudiantes de Contaduría Pública de la Universidad del Valle -ASECUVA-.

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VIDEO, 19:13 min: 

NTC … agradece al autor el aporte del texto y la autorización para publicarlo

No saben ustedes lo grato que es sentirlos ahí en el silencio que espera. Escucharlos palpitar ahí, verlos. No alcanzan a imaginar lo que significa para mí este momento. Verme rodeado de estudiantes lectores en libertad, de amigos lectores en libertad, de entrañables amigos y amigas simplemente. Sólo por afecto, sólo por deseos de reunirnos para asistir a un reconocimiento que sospecho inmerecido. ¿Pero, qué más podría esperar un escritor de parte de sus lectores, alguien que, como yo, a duras penas se siente un escritor, siempre sumido en el ensimismamiento de la escritura y la meditación aunque no lo parezca debido a mi insaciable vitalidad enmascarada?

Pero, heme aquí entre ustedes sin haberlos convocado, siendo yo mismo el convocado gracias a la generosidad y el aprecio de estos muchachos ejemplares.


  En la fotografía, el autor homenajeado durante su intervención.
Fotografías: MICRo de  NTC …

No es cómodo, no es fácil escribir y pensar desde las orillas de este nuevo tipo de manada humana “mediática” propia de nuestro tiempo. Máxime, cuando aquello que se piensa y se escribe pasa de inmediato a convertirse en equipaje de un navío a contraviento. Un barco sin consuelo que aúlla en la noche del puerto en un mundo de sordos. A sabiendas de que ni el agotamiento, ni la fatiga, ni el pesimismo realista, ni la asimilación a ciertas cosas de los tiempos actuales tendrá cabida en nuestro corazón mientras reste por delante un soplo de vida. La resistencia y la crítica, muchachos, el desasosiego intelectual y la valentía son los territorios del auténtico intelectual ahora, aunque lo fueron siempre.

Cuando me refiero a los intelectuales auténticos, no hablo de los diletantes a la sombra de los manteles que dejan chorrear migas al piso para poder ser reconocidos. Los intelectuales auténticos no practican la obsecuencia ni se dejan cooptar, mucho menos asimilar. No hablo tampoco de los intelectuales y artistas hipermodernos, acomodados al marketing de la industria de la cultura. El marketing cultural no consiste en que los productos de la industria cultural se vendan y se compren en el mercado de los bienes culturales. Comprar y vender todas las cosas, incluso el alma, siempre fue posible a condición de que hubiese monedas dando vueltas por ahí. El marketing cultural, insisto, no es sólo comprar y vender objetos convertidos en mercancía. Lo que define el marketing cultural es el derrumbe de la calidad estética de los productos culturales. Este derrumbe se produce mediante la adoración y entrega de los artistas a los caprichos y veleidades del cliente, a sus gustos mediocres, a su medianía como rasero por lo bajo, a su no querer pensar, a su liviandad y estilo de vida “Light”. La obra de arte no es jabón de olor al gusto del cliente, no es media de seda al capricho de la usuaria, no es cacerola con teflón al gusto de las amas de casa. La obra de arte es pimienta ardiente que siembra inquietud y desasosiego en los espíritus. Y que, por esto mismo, siembra la alegría de leer.

Cuando el intelectual y el escritor producen su obra para satisfacer el gusto del consumidor entendido ante todo como cliente, el componente estético y el componente cognitivo de las artes se viene a pique. Pero los escritores y los intelectuales que escriben para satisfacer el gusto de la clientela, ven cómo a cambio de la pérdida de su dignidad se abren ante ellos las casas editoriales y los salones de la zalamería. El argumento a favor de este tipo de arte y de cultura empobrecidos son los indicadores de ventas. Indicadores que ocultan la muerte de la estética y que  son el peor de todos los indicios hoy en día. El arte y la cultura de éxito ahora, no son aquellos que se expresan en términos estéticos, simbólicos, lingüísticos, cognitivos y de problematización del mundo, sino aquellos que se expresan en términos cuantitativos de ventas al por mayor y bullicio mediático de apoyo.

He oído decir que nos vamos poniendo ponemos realmente viejos cuando empezamos a lanzar consejos a diestra y siniestra. Sobre todo a los muchachos, cuyo supuesto descarrío nos preocupa. Y, más viejos aún, cuando empezamos a decir que los tiempos pasados fueron mejores y a repetir esta simpleza como si nadie alrededor la hubiese escuchado suficientemente. Si algún día empiezo a disparar consejos a los jóvenes y a decir que el pasado fue mejor y que vamos hacia el Apocalipsis moral, les ruego que me avisen a tiempo para correr a encerrarme, sin que nadie tenga que pasar por el dolor de hacerlo en mi nombre. Todos los tiempos históricos fueron a la vez mejores y peores. Este mundo es fáustico, muchachos, y se debate entre el bien y el mal como entre una hamaca de colores donde la humanidad sueña utopías mientras llora a sus víctimas, toma café en los velorios y se carcajea y suda de amor en los lechos dichosos. Lechos que en ocasiones desembocan en deliciosos ríos de sufrimiento. Quien diga que este mundo es de otro modo, debe ir urgentemente donde un analista o donde el optómetra.

Pero no es para resignarse y dejar que las cosas sucedan así nada más, sin rebeldía. Lo hermoso de la lucha por cambiar este mundo es saber que sí se puede y que al mismo tiempo no se puede. ¿Quién dijo que arar en el mar no era bello y que lo llenaba a uno de esperanza y sentido de vivir al menos por unos cuantos días mientras llega la muerte? Arar mar adentro es hermoso. Pues, de tanto hacerlo, al final el mar se inclina ante nuestros clamores y trae a la playa la arena con la que hacemos historia y al mismo tiempo formaciones institucionales y constructos de valores que van quedando firmes entre la hojarasca que recala en los espolones, en los acantilados. ¿Quién dijo que jugar y “perder” el tiempo, desde hace rato convertido en oro, jugar como lo hacen los niños a la luz del día y a escondidas nosotros, no es sustituir lo real por lo ficcional, en una de las actividades más hermosas, más “inútiles” pero absolutamente indispensables para los equilibrios emocionales de la humanidad?  Y aquí conecto con el tema de la dignidad y algunos consejos que no puedo llevarme conmigo a casa esta noche:     

Driver, los tres Alejandros: Rodríguez, Castellanos, Sánchez.
Carolina, Daniela, Juan Felipe, Katherine, Yisel, Natalia, Sandra. María Victoria, José Gilberto:

Muchachos, nunca dejen de arar en el mar, porque al final el mar se conduele y deja sedimentos. De ese arar sin sosiego en el mar vivió por siempre la humanidad. Jamás dejen de jugar ni de dedicarse al mundo de lo inútil, porque la literatura es juego y crea  mundos inútiles que no existen pero que nos redimen y nos arrancan de la oscuridad. Nunca digan que todo pasado fue mejor, porque el futuro en el que mi generación se comprometió un día, que ya está entre nosotros y que todos creímos sería infinitamente mejor y más justo e igualitario, hoy es pura mierda. Pero tampoco caigamos en la resignación paralizante, mucho menos permitamos la aclimatación mórbida de nuestros espíritus rebeldes a los tiempos actuales, porque la dignidad humana se expresa en lucha y resistencia, indignación y utopía. No permitan la reducción de sus cabezas, traigan los arados que el mar está a la vista. Y, ámense con fervor. Nunca con amor santo sino con amor apasionado aunque sea turbulento. Se los aconsejo, es delicioso. Es horrible huir del sufrimiento, hacernos los locos ante él. Gasten la vida, no la ahorren. Pero gastar la vida es leer, amar, pensar intensamente, críticamente, encender el corazón hasta que arda, así tengan que conseguir un nuevo corazón para volver a incendiarlo.

La dignidad es la libertad, la igualdad, la autonomía de la decisión, el respeto mutuo, la lucha permanente por la inclusión. Nuestro presidente es ahora, por la razón y el corazón, el viejo José Mujica, para quien expreso desde aquí hasta Uruguay nuestra inmensa admiración. La modernidad occidental hizo de estos valores la utopía del futuro. Esta utopía ya está entre nosotros, vuelta añicos, pero ahí está todavía. La modernidad occidental aró en el mar, pero al final el mar se resignó y trajo arena que condensó en instituciones, en principios y valores que perduran. Todos los días la modernidad occidental se niega a sí misma, pero sigue ahí entre nosotros y es lo único que tenemos.

Me llena de encanto, entonces, me conmueve la verdad auténtica de lo que está sucediendo aquí ahora mismo, así como esa especie de opacidad no mediática ni institucional que envuelve el momento. De alguna manera, nos hemos reunido hoy en la clandestinidad hermosa de lo auténtico. No hemos venido maquillados ni hemos convocado a los medios para que ellos conviertan en realidad fantasmagórica y volátil lo que ya mismo es inmensa realidad sincera, sin necesidad de más nada diferente al afecto y la admiración mutuos. Si de este acontecimiento queda alguna memoria fotográfica o fílmica, bienvenida esa memoria. Porque la memoria humana es la única trascendencia en la que creo. Esta memoria será  sólo registro de hechos que existen gracias a nosotros mismos.

No somos medias de seda ni jabones etiquetados puestos en venta. Somos nosotros, entre nosotros, hablando de una escritura que ya no es mía sino de ustedes, porque esa escritura que un día fue mía mientras la iba sufriendo feliz al  llenar montones de páginas vírgenes, presa del desasosiego propio de la “poética” creativa y de la pasión entre las tripas en procura de la forma literaria y el estilo, ahora ya no es por entero mía. Y, no lo es, en cuanto hace rato que la publicación de esta obra la expulsó radicalmente de mí y la puso a moverse por el mundo de los lectores por cuenta propia y por completo fuera de mi alcance y control.

Fue con seguridad un poeta –porque, quién más pudo haberlo sido sino un poeta-, quien alguna vez dijo algo cuya interpretación libre me arrogo con cierto derecho en cuanto me incumbe. Dijo que la poesía, y en general la buena escritura, era aquella que lograba reunir las mismas palabras al uso de todos, pero como si hubieran sido puestas a significar por la primera vez. El poeta y el escritor tenemos por patria el mismo lenguaje de todos, pero nos comportamos como apátridas de la lengua convencional. Huimos de esta lengua convencional, para ir al exilio de la lengua solitaria y única, individual y personal, en busca de las honduras de la condición humana por su propia naturaleza inefable y huidiza. Imposible de atrapar, salvo apenas por los bordes que circunscriben lo inasible, en cuanto la condición humana pertenece a un mundo por fuera de las posibilidades del lenguaje y sus límites. Condición humana que sin embargo a todo costo debe ser expuesta y pronunciada, a pesar del fracaso en el intento. En esto consiste la agonía del creador, cuando se propone ser un auténtico creador: arar en el mar de la escritura, puesto que de tanto arar algo queda para lamer la arena.

No sé aún si logré en alguna obra juntar las palabras, de tal modo que hubieran podido ser siquiera un arañazo de la condición humana. No sé si lo conseguiré en lo que falta en el tiempo de los trabajos y los días por venir. Pero sé que debo seguir arando en el mar. La pólvora que mis padres me legaron aún no se ha humedecido con el vapor gris de este mar, donde día tras día pongo en movimiento el arado. Siento que restan nuevas escrituras para intentar conseguir, aunque sea, como un día dijo Gabo, ser mejor amigo de mis amigos. Ya este cariño adicional sería suficiente.

Les ruego que se lleven consigo de regreso a casa mi inmensa gratitud. Hasta pronto.


Santiago de Cali, diciembre 20 de 2013
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LA INVITACIÓN EN


NTC ... AGENDA 250
http://ntc-agenda.blogspot.com/2013_12_16_archive.html


20 de Diciembre, 2013, CALI, 5:30 PM.

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 FERNANDO CRUZ KRONFLY. Vida y obra. Homenaje. 

La Asociación de Estudiantes de Contaduría Pública de la Universidad del Valle -ASECUVA- invita a la comunidad universitaria y general 
a participar del homenaje que se realizará en el espacio que se ha denominado “Un Breve Espacio Para El Elogio: Vida Y Obra, Fernando Cruz Kronfly”. 

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El Maestro Fernando Cruz Kronfly durante el evento. 
Fotografía (centro y derecha): MICRo de  NTC …
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lunes, 23 de diciembre de 2013

Fernando Cruz Kronfly, la tradición presente. Por José Zuleta. 20 de Diciembre de 2013

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FERNANDO CRUZ KRONFLY. Vida y obra. Homenaje. La ASECUVA organizó e invitó. Dic. 20, 2013 / NTC ... Cubrimiento

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Fernando Cruz, la tradición presente

Por José Zuleta

Texto leído en el Homenaje a Fernando Cruz Kronfly el 20 de Diciembre de 2013.
 Evento organizado por la Asociación de Estudiantes de Contaduría Pública
de la Universidad del Valle -ASECUVA-.

VIDEO, 15:30 min: 

NTC … agradece al autor el aporte del texto y la autorización para publicarlo

Tal vez no exista nada más valioso para una sociedad que la conciencia de su tradición. En nuestros jóvenes países, en medio de la adversidad propia de sus adolescencias, en pocas afortunadas ocasiones, ocurre que un individuo dedica su vida a la construcción de la tradición. Tradición que será el cimiento y el  camino hacia la noción de ser, de devenir y que nos permitirá un lugar, y una afirmación en el mundo.  

Pocas veces digo, en la vida de una región, en la formación de su cultura, se ha erguido una persona para construir una tradición de manera tan coherente, decidida y completa, como lo hace, desde hace media centuria, Fernando Cruz Kronfly.  
  En la fotografía, el autor durante su intervención.

       Me ha sorprendido siempre la cantidad de cosas que es y ha sido: cuentista, abogado, defensor de los trabajadores, cantante, ensayista, juez de la República, novelista, profesor universitario, poeta, guitarrista, ex bohemio, padre de familia, crítico de arte, esposo, hijo guardián de secretas recetas árabes, promotor de proyectos editoriales, y de aventuras culturales, sabe silbar a los pájaros y ellos le contestan, es viajero, investigador, granjero, novio de la belleza, conversador, amigo, agudo y prolífico lector, entre muchas otras inauditas destrezas.

    Pienso, ahora que hago esta enumeración, que en un ambiente donde hay tan poco, es menester multiplicarse, es necesario desplegar todas las potencias; es inevitable rebasar el ámbito de un oficio, de una disciplina, o de un destino, y eso precisamente es lo que ha venido haciendo desde siempre con talento y responsabilidad enormes, Fernando Cruz. 
        
     Tuve la oportunidad, la suerte diría, de aproximarme, en mi juventud,  primero a sus textos y luego a su persona. Cali, era un lugar más bien baldío de historia intelectual. Una región gobernada por una clase entretenida en la expansión de sus fortunas, en la contemplación de su propio oro y en la ceguera de su acumulación. Guiada por dirigentes sin mayores preocupaciones éticas, ni estéticas. Y habitada por una población de orígenes diversos, sin rasgos culturales ciertos, inmigrantes de distintas regiones, allegados a este Valle con el propósito de sobrevivir, y la ilusión de encontrar al fin, “un lugar sobre la tierra”. Rotas o desdibujadas sus tradiciones y sus vínculos familiares, los habitantes de Cali vinieron a una ciudad que crecía y crece sin rumbo ni planeación, al albedrío de los acontecimientos, al capricho de políticos y terratenientes, de comerciantes y oportunistas.

     En medio de esta realidad, Fernando Cruz  ha llevado durante medio siglo, la tremenda responsabilidad de abrir el camino, tratando de comprender y de darnos a conocer el fruto de su lectura del mundo, con una voluntad y generosidad que no tendremos ya con que pagar.  Digo voluntad, sí, voluntad de comprender y hacernos comprensible nuestra época, de alentarnos a la complejidad y al riesgo de la reflexión y de la crítica, a la aventura de una valoración ética y estética de la vida. Generosidad para compartir sus lecturas, su sentido del humor, sus secretos literarios. Pero hay más, hay algo que es más importante y que debo decir aquí: Nunca he encontrado de manera tan clara  como en él, que la conducta sea parte esencial, de su magisterio, de su tarea de enseñarnos a ser.

      En medio de lo que parecería una vida sin tropiezos Fernando ha sobrellevado como pocos la adversidad, el desastre del secuestro de un hijo, el derrumbe del sueño socialista convertido en pesadilla, las decepciones, las traiciones, la dispersión,  la pérdida  de los amigos, el triunfo de la cultura del entretenimiento sobre la cultura, la muerte de los valores y la certidumbre de la marginalidad del pensamiento, de la marginalidad de la belleza y de la verdad; en un ambiente inculto, propenso a lo frívolo y dispuesto a la corrupción, a la ostentación y la trivialidad.  

   Sin embargo no se queja, no se resiente, no escapó de su mundo. No se fugó su cerebro. Enfrenta con el pensamiento y las palabras su aventura humana y sus tribulaciones. Vence la dificultad de vivir aquí y ahora, dificultad agrandada por su sensibilidad y sobrellevada con una dignidad y una mesura inauditas. Tal vez por ello la literatura ha sido el lugar más importante de su trabajo, el más silente, el más profundo y tal vez, dada su dimensión, el más trascendente.

   Hace más de 26 años, el 21 de junio de 1987, publiqué mi primera reseña de un libro, fue en el dominical de diario El País de Cali, el libro se llamaba La ceniza del libertador, recuerdo cuánto me conmovió su profundidad, su lenguaje y la puesta en escena de los últimos días del Libertador viajando hacia el fin; hechas añicos su gloria y su poder. Aprendí leyendo ese libro las profundas verdades sobre lo que es nuestra nación y sobre lo que es el poder. 
   
   Hace un año tuve ocasión de presentar Destierro una de las más recientes novelas de Fernando.  Destierro es otro esfuerzo por entender. Por dar a la palabra literaria el lugar de la indagación. Por hacer de una circunstancia individual la ocasión para pensar la condición, el carácter de lo humano. También es la tierra en la cual se resiste. La literatura es la construcción de una patria, la íntima madriguera que nos salva. El único lugar en el que podemos erguirnos para cantar y contar, así nuestras historias sean silbos de pájaros perdidos en el estruendo de la noche.         
 
    Leyéndolo, desde la perspectiva que da el tiempo, comprendemos que la tinta del verdadero escritor es sangre oscura que busca en la luz de las palabras  expresar el pensamiento y la aventura estética, comprendemos que hay una poética muy elaborada en la vasta obra de Fernando, que trabaja de manera consistente en esa búsqueda y con ella y en ella ha renunciado a la facilidad del gran público, ha preferido que sus obras encuentren a sus lectores, y ¿qué encuentra un lector en su obra? Diría que un lector de su obra se encontrará a un poeta profundo que conoce el lenguaje y explora sus posibilidades con un tino y una intensidad magistral. Para que lo que afirmo no sea retórica escuchemos el poder sus palabras:  

Fragmentos.

 Cuántas veces este hombre que todavía soy Abandonó a sus perros para descender a los establos profundos. Pasaban vientos tan helados como húmedos, Envueltos en hojas marchitas de cigarras quemadas. Escuchaba el vaho de las vacas en las canoas de ciprés
La cumbamba del pensamiento en el cuenco encenizado de la mano.
De tanto olor a forraje al final se partía algo dentro de mí,
Haga de cuenta ronquido de vidrio,
Ramas de laurel congeladas, Cáscaras de culebra.
Estas vacas me aman -me decía.

                                                      xxx
Iba donde dormían los terneros extendidos como pieles de colores en el aserrín. Oía con el viento la queja de los techos de hojalata,
Pisoteaba hasta el amanecer los suelos cubiertos de helecho,
Olfateaba los biberones recién hervidos. Regresaba encorvado al establo donde ocurrían los nacimientos.  

                                                    xxx
Yo formaba parte de aquel mundo desaparecido, Que sólo he podido volver a observar en fotografías desvanecidas, en el carbón Apagado.
Parecía hijo de la humedad a solas, del destierro de mis abuelos,
De las nieblas que al amanecer desaparecían la carretera, los techos de mi aldea, hasta mi sombrero.

                                                  xxx
   En vez de ir a la tienda me quedaba a patear el empedrado con los tacones,  Igual que los caballos de los que vivía enamorado lo hacían con sus herraduras. No ofrecía serenatas pero vivía de la obsesión de imitar sus relinchos bajando con un tarro de hojalata hacia la bananera.

                                                   xxx
    Me detenía durante semanas a observar aquellas colas como de plumas Con las que azotaban los tábanos en el aire helado de la mañana.  Al amparo de una lámpara vacía acabo de abandonar mi Pontiac color plomo. Papá andaba en él como sobre un caballo de cascos de goma, Pero al morir no tuvo a nadie más en quien depositarlo. Mi única obligación fue darle a beber gasolina a partir de aquel día.
                                                        xxx
Me detengo en el antejardín.
Veo insectos volar alrededor de la poderosa bombilla que da sentido a la calle. El pedazo de guitarra que traigo conmigo es la prueba de todo lo contrario de cuanto hice. Escucho el ruido de la tierra a mis pies, Estoy informado de que el ruido que escucho es de babosas que ruedan bajo las violetas en el antejardín.  Pronto saldrá el sol y comenzarán a poblar la carretera otros animales. Geranios de diferentes floraciones cuelgan de materos degollados por el hacha de la chusma sombría. La página del álbum que me es ofrecida flota en vano encima de la mesa que reúne el naufragio.
Al pie de residuos de berenjenas ya heladas, de garbanzos como pedazos de Granizo encendido.
 Observo flamear la cabellera blanca de Susana ya bastante lejana, su chal aguamarina dar gualdrapazos contra el espaldar de su última silla.
Escucho en la lejanía el pito del vigilante que trota alarmado hacia la enfermería. Al amanecer, las cosas ya no serán más las mismas que hasta hoy fueron.   
   
  Los vigilantes de la universidad a quienes trata como a sus amigos, lo vieron llegar durante muchas décadas antes del día a su cubículo de profesor ; allí en un espacio que sólo permitía una silla y el atiborrado escritorio, además de atender a sus estudiantes, se escribió, sin que nadie se diera cuenta, una de las obras literarias y ensayísticas más importantes de nuestra lengua. Y de paso la obra más importante de lo que será nuestra tradición literaria. Por ello titulé estas líneas de gratitud: Fernando Cruz La tradición presente.

No puedo menos que dar gracias al Dios de la literatura por este milagro.

 Dar gracias a Amparo, a sus hijos y a los amigos y alumnos que hoy nos reúnen.

 Gracias Fernando por ser ejemplo sin buscar ser ejemplo, por darnos consejo sin hablar, por ayudarnos a cambiar sin proponértelo. Gracias por tanta  claridad en medio de tanta penumbra. 
  
José Zuleta
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NTC ... enlaces: 
Proyección durante la intervención de José Zuleta. 
Fotografía del autor: MICRo de  NTC …


A la derecha: Fernando Cruz Kronfly y José Zuleta, durante el evento

Fotografías: MICRo de  NTC …

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* José Zuleta presenta la novela DESTIERRO de Fernando Cruz Kronfly. Junio 1, 2012. Biblioteca Departamental.  
En la mesa: Juliana Garcés Saroli, Fernando Cruz Kronfly y José Zuleta Ortiz, quien interviene


Ver y navegar: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2012_06_01_archive.html Allí: información sobre el evento, la novela, el autor, videos (intervenciones completas), textos (el de la presentación y otros), enlaces, ... 


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A la tribu árabe, desde el destierro.
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El poniente se encontrará a sí mismo
en mí, sin mí.
UlisesJames Joyce
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Sílaba Editores, Medellín, Marzo, 2012. 263 páginas
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 Información sobre el libro y el autor:  http://ntc-narrativa.blogspot.com/2012_04_19_archive.html 
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