miércoles, 3 de diciembre de 2014

De la Calle Lombana. El nadaísta de la paz. Por Jotamario Arbeláez

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En su 2a. etapa, provisional, publican y difunden 
NTC … Nos Topamos Con 

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De la Calle Lombana
El nadaísta de la paz

Jotamario Arbeláez

Va a resultar por lo menos conmovedor que
la paz de Colombia se le deba a un nadaísta.
Jotamario Arbeláez, Humberto De la Calle y Pablus Gallinazo, en la posesión del primero como Secretario de Cultura de Cundinamarca. 1996
A los 56 años de su fundación, todavía nadie sabe lo que es, fue, o será el nadaísmo, con excepción de los que se fueron, que ahora lo saben todo: una de esas ventajas de la muerte que apenas sirven para nada. ¡Defínanse!, nos conminaban los comunistas de entonces, y nosotros nos abstuvimos de puro pique. Así perdiéramos la oportunidad de figurar precoces en el diccionario Larouse.
Nos asumimos revolucionarios para cambiar por completo la faz del mundo. Y no sólo para cambiar, sino para cambiar incluso la manera de cambar. No para instaurar el gobierno de los obreros, ya que estábamos de plano contra el trabajo, como contra la política, la iglesia, la academia y la tradición. Se nos percibía como una pandilla de antisociales mientras llegaba el socialismo. Como un sarampión pasajero de la juventud anarquista. Como unos bufones de la burguesía y espanto de las beatas. Extravagantes y extravagos. Monjes sibaritas. Profetas de las inclemencias del clima. Hasta de agentes de la Cia nos acusaron los maoístas y Zalamea, ¡pobres huevas!, de “literatos de alcantarilla” el padre Félix Restrepo a nombre de la Academia, incluso Lleras Camargo cuando maquinaba el Frente Nacional expresó en su discurso del Hotel Tequendama: “Hay que salvar al país de los nadaístas del poder”. Por supuesto que se refería a otros, a esos que también nosotros repudiábamos, no sólo como él, sino como a él.
Primó por parte de los eruditos considerársenos existencialistas criollos y por consiguiente humanistas, a la manera de Sartre, Camus y Saint- Exupéry. Y en ese canal se sintonizó nuestro Humberto De la Calle Lombana, al descubrirnos en Manizales en el 60, cuando el estado mayor se presentó a dictar conferencias y conquistar jóvenes adeptos, y él apenas iba a terminar el bachillerato. Nos acompañaba en nuestras conferencias en la Universidad de las que desertaban las monjas. Creo que hasta nos pegaba los afiches en su colegio. Y aplaudió cuando agarramos a botellazos los frágiles ventanales del periódico La Patria que nos había insultado en su editorial. Nos echaron por decreto de Manizales pero en Pereira nos recibió como héroes el igualmente joven César Gaviria.
Supimos que en las posteriores tertulias manizalitas Humberto D. se caracterizó por adoptar nuestro aire de poetas más que malditos y se hizo integrante del exótico clan de Las Doce Pipas, humanistas integrales pero bohemios aguardentosos con tendencia a desacralizarlo todo. Lo cual ya era suficiente, porque parece que ni marihuana metió. En ese tiempo los nadaístas eran legión, como lo fueron los hippies posteriormente. No sólo los del secretariado, que éramos 13 poetas, que aquí donde nos ven terminamos siendo tres divididos en cuatro por diferencias políticas, filosóficas, sexuales y religiosas. Pero una vez ingresó a la política, De la Calle no tuvo reato en confesar por todos los medios que su corazón y su conciencia estaban aún impregnados del furor nadaísta y de la consigna dietética de no tragar entero de ningún plato ni plataforma. Así, vino a darnos un nuevo aire cuando más lo necesitábamos, pues incluso habíamos cortado con la yerba y con la perica. Una vez en la política publicó un libro brillante referente a nuestro violento pasado y los cambios que sobrevendrían. Pablus Gallinazo y yo lo acompañaríamos en su lanzamiento. Cuando fui Secretario de Cultura de Cundinamarca por un encargo de tres meses de David Aljure, me sorprendió ser ratificado en la siguiente administración de Andrés González, y cuando al final del mandato le manifesté al gobernador mi orgullo y extrañeza por haber permanecido firme en mi cargo sin ninguna palanca política, me dijo que sin darme cuenta había tenido una más poderosa que la de Arquímedes, y era la del Ministro de Gobierno, doctor De la Calle. ¿Sería por el eslogan “De la Calle a Palacio” que le elaboré cuando iba por la vicepresidencia, y que El Espectador publicó a seis columnas? En todo caso, muchas gracias.


El rebelde, nadaísta y bohemio que negocia la paz de Colombia. (Kienyké, Sept. 2013)

Me pidieron un informe de las relaciones de los nadaístas con nuestro hombre en La Habana a través del último medio siglo, y ello me justifica el impudor de hacerme figurar en este recuento.        
Una vez un obrero en Cali, en un lupanar de lunáticos, profetizó que en algún momento el presidente de Colombia sería nadaísta. Ya el nadaísmo fue vicepresidente con él. Y aunque Belisario expresó públicamente en la Biblioteca Nacional en un homenaje que ese presidente nadaísta había sido él, es posible, justo y necesario, llegar a la presidencia con De la Calle. Se pensará que hablo en broma pero nunca estuve más serio. A sabiendas de que porque nadie ha logrado situarnos, este apoyo se pudiere prestar para descalificaciones burlescas. En tal caso, complacidos nos marginamos.
En reconocimiento a su lucidez y tenacidad, y conste que el elogio no es al político sino el intelectual humanista y al frentero conductor de paz, ocho nadaístas de viejo cuño hemos elaborado nuestro postrer manifiesto que ya está circulando, “A la mierda con la guerra. Nadaístas por la paz”, donde dejamos por sentado que no queremos abandonar el terruño sin conocer el sabor de la pacedumbre. Hemos visto que De la Calle ha manejado la mesa de paz con tino y coraje. No le ha faltado la voz para poner las cosas en su punto cuando ha sido del caso, como la vez que la guerrilla trató de descalificar a Clara Rojas de su condición de víctima porque aun entre cadenas se había permitido un huevito. No lo han atacado con mayor sevicia ni el uribismo ni las mismas farc, así ande más chuzado que el mismo Chucho. Pero en un artículo publicado en Anncol el 12 de junio pasado, refiriéndose a su personalidad y a la pasada campaña electoral, apuntaron los zares de la zozobra:

“Basta hacer un somero análisis tanto interno como externo de la situación actual del conflicto interno colombiano, para entender cómo sus versos nadaístas y escabrosos que solía declamar a medianoche en el cementerio de Manizales y con los que hoy piensa aterrorizar a los colombianos para que voten por Santos, no son más que eso: Versos.”

Con ello expresan que también a ellos los versos les valen huevo, al tiempo que los reconocen más peligrosos que sus minas quiebrapersonas. No pienso defender al manejador de la mesa de paz, que para eso tiene sus guardaespaldas, y quien además confiesa que “nunca cometió un verso”. Pero sí a la poesía nadaísta, que ya tuvo bastante con las objeciones de la Iglesia, de la Academia y de otros tantos bastardos. Si los farcos no respetan el orden establecido, en lo que estamos de acuerdo, ni la figura de quien les está propiciando salir del bollo en que nos metieron y se metieron, deben por lo menos hacerlo con la poesía nadaísta, que vemos que conocen por más que no haya bibliotecas en la manigua, y analizan como las beatas de entonces, que se asustaban con bengalas. Con poemas nadaístas aterrorizar a los colombianos, es expresión que daría risa si no doliera, proviniendo de quienes ya tienen de sobra aterrorizado al país con las bombas de su locura.
Como siempre nos permitió el sistema de utilizar el “terrorismo verbal”, antes de que apareciera el otro, les pedimos a todos los de la mesa, conciliadores y conjurados, que manden a la mierda la guerra firmando de una vez esa paz que el país espera. Para eso recuerdo que hace unos años le regalé a la guerrilla, en el Caguán, mi Mont Blanc.
Va a resultar por lo menos conmovedor que la paz de Colombia se le deba a un nadaísta.

En algunas oportunidades Humberto De la Calle ha reconocido que fue “monaguillo” del nadaísmo. En esta imagen comparte panel de discusión con 
Jotamario Arbeláez y Pablus Gallinazo, integrantes del movimiento en Colombia.(Kienyké, 2013)


En su 2a. etapa, provisional, publican y difunden 
NTC … Nos Topamos Con 

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