viernes, 26 de octubre de 2012

Óscar Gerardo Ramos. Inauguración del auditorio con su nombre en la Biblioteca Departamental. Palabras de Juliana Garcés Saroli y de Gustavo Álvarez Gardeazábal. La columna de Soffy.

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* 23 de octubre de 2010
Allí, entre otros:  AUDIO de la CONFERENCIA del Dr. Óscar Gerardo Ramos y DEL CONVERSATORIO COMPLETOS (55:28 min): Escuchar ahora , http://www.goear.com/listen/6f49bbf/el-valle-del-cauca-una-tradicion-cultural-oscar-gerardo-ramos . Un excelente resumen de su pensamiento y actitudes.  Fotografías y grabaciones: María Isabel Casas R. , de NTC …
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* 16 de diciembre de 2009

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Óscar Gerardo Ramos

Inauguración del auditorio con su nombre en la
 Biblioteca Departamental.

 Palabras de 
Juliana Garcés Saroli y de Gustavo Álvarez Gardeazábal. 
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Esta fotografía y grabaciones: María Isabel Casas R.de NTC … 

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Óscar Gerardo Ramos, humanista integral. Este auditorio.

Por Juliana Garcés Saroli ( 1 )



Pocas veces un reconocimiento busca ser tan significativo como este sencillo pero sentido acto con que se le quiere rendir homenaje a ese humanista integral que fue Óscar Gerardo Ramos Gómez.

Y no tanto por sus títulos, doctorados y obras académicas y literarias, sino por lo que él representa para Cali, el Valle y Colombia: haber sido un verdadero señor. De los que hicieron que en algún momento este terruño fuera grande y ejemplar.

El Valle del Cauca de los visionarios, de los empresarios intrépidos, de los intelectuales, de los artistas, de los que tejieron una región donde todo aquel que soñaba con un futuro quería llegar y que lamentablemente se fue enredando en quimeras y oropeles. Es precisamente en estos momentos en que a buena hora la Gobernación en cabeza del doctor Ubeimar Delgado, empeñada en rescatar la credibilidad y el buen nombre del Valle, seres humanos como Óscar Gerardo Ramos deben ser expuestos como ejemplo de los valores que hicieron grande este territorio.

Es a nuestro dilecto amigo Gustavo Álvarez Gardeazábal, en quien la literatura sigue esperanzada en su total retorno, a quien corresponde calificar su legado intelectual, pero para profanos como yo, no deja de ser inquietante y admirable alguien con la capacidad de pasearse por las letras, la filosofía, la historia, la docencia, la administración y la economía como lo hizo Óscar Gerardo.

Si bien Ulises y su Odisea o la tragedia de Edipo fueron temas recurrentes en sus escritos y charlas, no se ocupó menos de Longfellow, de poetas como José Asunción Silva o Guillermo Valencia, de las crónicas de Rodríguez Freyre o de las vicisitudes de Clemente Silva y su pequeña-gran epopeya criolla. No obstante es a él a quien debemos que la verdadera historia de Caucayaco se haya recuperado para la posteridad y que todos tengamos acceso al devenir de la cultura empresarial del Valle y a los secretos de la industria azucarera ( 1 ) , la que actualmente marca la identidad oficial económica de la región y la que nos signa como el Departamento agroindustrial por excelencia de Colombia.

Para mí, personalmente, Óscar Gerardo fue alguien muy especial no solo por todo lo que aprendí de él cuando lo encontraba en los corredores de la Universidad del Valle y me brindaba esa sonrisa tan cálida que nunca olvidaré, sino también por su relación con mi padre, ambos historiadores y ambos profundos en el tema de Sebastián de Belalcázar, de quien cuando fue Gobernador dirigió la Secretaría de Educación y coadyuvó, precisamente, a la creación de esta biblioteca que en estos últimos años ha logrado llegar a ser la tercera más visitada del país, tener una de las ofertas culturales más amplias y de alta calidad y atender alrededor de un millón de personas al año, en su mayoría de estratos 1,2 y 3 que han encontrado un espacio para el aprendizaje, con las mejores expresiones del ser humano y la lúdica.

Para la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero, a la que corresponde ser uno de los principales faros culturales y educativos del Departamento, es más que un honor que uno de sus auditorios lleve el nombre de tan ilustre ciudadano.

Es casi que una obligación moral para recordar que el Valle puede y merece retomar su liderazgo en todas las áreas que lo hicieron sobresalir en un pasado no muy lejano.
Muchas gracias.

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ÓSCAR GERARDO


Por GUSTAVO ALVAREZ GARDEAZÁBAL ( 1

Cali, octubre 25 de 2012

Palabras leídas en ocasión de la inauguración del auditorio Óscar Gerardo Ramos, en la Biblioteca Departamental.


¿Cómo podía un hombre, forjado en la más estricta conceptualización feudal vallecaucana, ejercer la tolerancia como una virtud permanente y la racionalización de todo acto como única arma para defender la comprensión de los demás seres humanos ?

Esta pregunta me la estoy haciendo desde cuando llegué impetuoso en la bulliciosa década del 60, con mi pelo largo y mis patillas a borde de cumbamba a ser estudiante de la Facultad de Filosofía, Letras e Historia de la Universidad del Valle y como decano actuaba Óscar Gerardo Ramos. Era una década de efervescencia, cuando los hippies, peludos y sin bañarse, oliendo a marihuana y vendiendo un extraño símbolo de paz reproducían desde California, y para todo el mundo, la sensación de rebeldía contra la guerra de Vietnam, tratando de decirle a sus propios gobernantes de los Estados Unidos que estaban equivocados. Fue por esos mismos tiempos cuando estallaron las jornadas de mayo del 68 y las preguntas que no nos habían dejado hacer en voz alta, retumbaron por todo el orbe. 

Era una época muy agitada y Óscar Gerardo  Ramos, usando el molde antiguo de los arquetipos griegos o romanos, blandiendo la metodología que las universidades norteamericanas habían usado para acelerar el conocimiento de la generación posterior a la segunda guerra mundial, no se enfrentaba a la oleada para acaso defender sus principios ancestrales de valluno fotuto sino que se abría a su conocimiento, les brindaba la comprensión de maestro de toda la vida y, sin salpicarse de la novedad, construía con sus gestos un manual de racionalización que le permitía a su facultad de Filosofía, Letras e Historia subsumir lo que pasaba sin claudicar sus principios fundamentales, pero sin herir con la barrera del desprecio o de la estigmatización a quienes sea cogían a las ultra novedosas posiciones.

Así fue también cuando Harold Alvarado Tenorio, quien después llegaría a ser el gran poeta de la tierra vallecaucana y de Colombia, se apareció con el Libro Rojo de Mao y pretendió argumentar en el fascismo chino comunista todas las respuestas a los problemas del conocimiento. 

Eran las épocas de la palabra y de la sapiencia humanística y las batallas las ganaba Oscar Gerardo, permitiendo la vigencia más pasajera y anecdótica del librito con las enseñanzas maoístas, antes que convocando como cualquier inquisidor a la hoguera del poder constituido todo lo que implicaba oposición o rebelión. 

Por esa misma razón permitió que creciera la peste de los semióticos y que detrás del árbol chomskiano ingresara al pensamiento de unos estudiantes alelados con las ideas reconstructivas de la Kristeva. Él mismo, Oscar Gerardo Ramos, era quien les había abierto la puerta cuando incluyó como pensum obligatorio de la carrera de Letras la lingüística, enseñada por profesores recién llegados de las universidades gringas donde esa materia era una completa innovación para entender la literatura. 

Por la misma razón nos trajo a la momia viviente de Jorge Zalamea, el exministro, el autor del Sueño delas Escalinatas, el marxista vigoroso de antaño para que fuera el director del taller de Escritores, pero también quien consiguió que las fundaciones norteamericanas, la Kellog, la Ford y la Rockefellerle financiaran la llegada a Colombia, como profesores de pregrado, de maestros de la crítica literaria como Langford o Kurt Levy, profesores eméritos de sus universidades en Estados Unidos o Canadá. Y con mayor atrevimiento aún, pudo tener como profesores de nosotros al genio del húngaro Newabuer, que entonces era titular de Princeton y a Retamal el historiador chileno y a Jaraba, el filósofo español. Óscar Gerardo no le tenía miedo a las ideas ni a la revoluciones, Oscar Gerardo quería que la generación de vallecaucanos que estudiábamos bajo su tutela, nos llenáramos de conocimientos diferentes a los inmarcesibles que mantuvieron idílico este valle geográfico del río Cauca. 

No era un hombre de arenga pública, pero era el perfecto secretario del Doctor Mario Carvajal, el padre de la Universidad del Valle. No era un político conservador como debería haberlo sido por familia y formación, pero cuando la universidad apenas si sobreaguaba en medio de la crisis del 71,no vaciló en ponerse al frente del grupo de "la Univalle se hunde" y dar el vuelco al orden y la estabilidad conceptual que con tanto ahínco defendía. 

Pero al mismo tiempo que nos toleraba a nosotros usando el silencio como instrumento de comprensión, con su mirada de buho sabio le abría las puertas al conocimiento, el espacio a las ideas novedosas y la tolerancia a los que más nos corríamos de la línea de comportamiento de sus congéneres. Entretanto, hurgaba en las cuevas ocultas de la historia en donde según su teoría, estaba el secreto del verdadero temperamento del vallecaucano. Creía a pie juntillas en la capacidad literaria nacional y sabía muy bien que sobre la base de Isaacs y de los cronistas de costumbres se había ido construyendo el peso de nuestra narrativa y su ritmo de evolución. Había esculcado como nadie a Juan de Castellanos en sus "Elegías de Varones Ilustres de Indias" y a Rodríguez Freyle en su "Carnero". Defendía la tesis de que allí, a través de lo que él llamaba "historielas" versificadas las del uno, narrativas las del otro, había nacido la literatura colombiana. Era pues, un hombre de teorías, un estudioso de sus comprobaciones y un promotor de sus caminos. 

Con la memoria de gallina que tenemos los vallecaucanos. Con el afán de no leer que se ha apoderado de las nuevas generaciones. Con el olvido que todo lo perdona pero no deja que la experiencia sirva de terreno fértil para que crezcan nuevas ideas o para que los que van llegando no ser equivoquen en demasía, no parecería que Óscar Gerardo Ramos con sus deliciosos libros o con sus versiones tan decentes sobre Sebastián de Belalcázar o sobre el mismo Jorge Isaacs, pueda sobrevivir en el recuerdo. Pero hoy, cuando con luminosa idea de Juliana Garcés Saroli, se bautiza este recinto de la Biblioteca Departamental con el nombre de Óscar Gerardo Ramos, corremos el riesgo que a futuro más de uno de los visitantes se pregunte por su nombre y se encuentre con todo lo que él representó. 

Yo, que he podido ser en la literatura gracias a lo que Óscar Gerardo me enseñó , a lo mucho que me guió, pero sobre todo a todo lo que toleró de mi imaginación y mis actitudes desbordadas, no solo me siento infinitamente orgulloso de esta determinación de las autoridades departamentales sino que es la oportunidad para decirle a toda su familia, a todos los que fuimos sus alumnos, a todos los que fueron sus amigos a todos mis lectores y oyentes, que cuando alguien como yo puedo decir en alta voz que llegué a ser escritor porque Óscar Gerardo Ramos fue mi maestro, estoy abriendo la vía para que se entienda por fin de que tamaño fue el aporte de este hombre a la literatura vallecaucana.
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ÓSCAR GERARDO RAMOS

LA COLUMNA de Soffy (Soffy Arboleda de Vega: A1 ),  soffyarb@gmail.com

El País, Cali, Octubre 25, 2012. Pag. C5. Impreso,  en la red 



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La página completa de El País
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