viernes, 23 de agosto de 2013

El Festival de Poesía de Medellín y Harold Alvarado. Por Gabriel Jaime Franco. 22 de agosto de 2013. Carta a EL ESPECTACTADOR.

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El Festival de Poesía de Medellín y Harold Alvarado




Fecha: 22 de agosto de 2013,  13:57
Asunto: El Festival de Poesía de Medellín y Harold Alvarado


Apreciados amigos de NTC …: Le envío texto del Festival sobre HAT, que hemos enviado ya a don Fidel Cano. Un saludo cálido
Gabriel Jaime Franco
NTC … Nota: Los enlaces son nuestros.
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Estimado señor Director: en días pasados escribí una nota sobre el artículo escrito por Juan David Torres acerca del debate suscitado por el Premio Nacional de Literatura concedido al poeta Horacio Benavides, y que El Espectador tuvo la amabilidad de publicar. En la misma nota le anunciaba que, ya a nombre de la entidad de la que soy Representante Legal, enviaríamos una respuesta al señor Harold Alvarado Tenorio sobre las serias acusaciones de que nos viene haciendo víctima. También le agradeceremos si puede publicarla. Cordialmente,
 Gabriel Jaime Franco
Representante Legal
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Desde hace varios años, el señor Harold Alvarado Tenorio viene haciendo señalamientos  al Festival Internacional de Poesía de Medellín, acusando a la entidad que lo fundó y dirige, así como a sus directivos, de corrupción, amén de insinuaciones aún más graves, como la de asociar, al mejor estilo de la extrema derecha colombiana -léase paramilitares-  al Festival Internacional de Poesía de Medellín con las Farc, señalamiento que en un país como el nuestro equivale a poner un blanco mortal en la espalda del señalado.
Tratándose de acusaciones tan graves  y sin pruebas, vamos a responder públicamente al señor Alvarado, y vamos a  hacerlo, entre otras cosas, porque, como él mismo acaba de hacer público, el Director del Festival, el poeta Fernando Rendón, desistió de manera voluntaria en 2009 a la demanda que en su contra interpusiera de oficio el Ministerio del Interior, por los delitos de Injuria y Calumnia.  En efecto, en  la copia facsimilar del desistimiento puede leerse que lo hace porque “los problemas que dieron inicio a este asunto ya cesaron”. Como  el señor Alvarado ha reiniciado públicamente “los problemas que dieron inicio a este asunto”, nos empuja a responder públicamente y a tomar acciones legales. 
Como todos sabemos, es obligación legal que la contratación del Estado sea pública, y cualquiera puede tener  la información que quiera sobre la contratación que nuestra entidad ha realizado con el Estado desde el año 1993, incluidos nuestros informes narrativos y financieros al Ministerio de Cultura y a la Alcaldía de Medellín, e igualmente puede también acceder a los informes de auditoría que el Ministerio de Cultura ha contratado con la Fundación Restrepo Barco, o a las revisiones contables y tributarias que ha hecho la Alcaldía de Medellín. Si al señor Harold Alvarado le parece poco, le informamos también que adicionalmente nuestra entidad realiza auditorías externas desde el año 2002, las cuales hemos contratado con dos empresas, ambas radicadas en la ciudad de Bogotá, y cuyos informes tienen en sus manos las entidades internacionales que han apoyado nuestros proyectos durante estos años. Lo dicho hasta aquí tiene suficiente peso como para concluir que los señalamientos del señor Alvarado son temerarios e irresponsables y entran  el terreno del delito tipificado como calumnia.
El señor Alvarado tiene derechos que ha ejercido de manera más que profusa: a que no le guste el Festival de Poesía de Medellín, a pesar de haber participado en él; y a criticarlo, cosa que ha hecho cada vez que lo ha querido,  pero no tiene ningún derecho, sin aportar alguna prueba, a asociarnos con las Farc. No es coincidencia que las serias amenazas de muerte que ha recibido el poeta Fernando Rendón hayan aparecido cuando los periódicos El Mundo y La Urbe hicieron de caja de resonancia a las acusaciones del señor Alvarado y cuando él publicó en su página - y difundió a centenares de correos, incluidas ONGs europeas que han creído en nuestro trabajo-, el perverso texto Lírica y política y el absurdo y malintencionado “derecho de petición” (que también hizo público) en  el que, entre otras cosas, inquiría hasta sobre nuestras ideas y filiaciones políticas, también al mejor estilo de esa enfermedad enquistada en el alma de la nación: la ultraderecha.  
 Consejo Directivo

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domingo, 11 de agosto de 2013

DECLARACIÓN DE ARTISTAS E INTELECTUALES PARA ENCENDER Y VIGILAR LA ANTORCHA DE LA DEMOCRACIA. Bogotá, Julio de 2013

DECLARACIÓN DE ARTISTAS E INTELECTUALES PARA ENCENDER Y VIGILAR LA ANTORCHA DE LA DEMOCRACIA

Hace veintitrés años el movimiento insurgente M19 abandonó las armas, confió en la democracia colombiana y se reintegró a la vida civil. Desde entonces sus militantes han participado con lealtad en el debate democrático, y han servido al país en distintos cargos de elección popular.
Hace año y medio, después de una brillante labor como congresista, Gustavo Petro fue elegido para el segundo cargo más importante del país, la Alcaldía Mayor de Bogotá, con la promesa de luchar contra la corrupción y de esforzarse por hacer una ciudad más humana, más sensible a las necesidades de la gente.
Un buen indicio de que el alcalde Petro está intentando gobernar de verdad y cambiar las costumbres de una metrópoli que había caído en manos de la corrupción y de los grandes negociados, es la feroz campaña de desprestigio que se ha emprendido contra él: los esfuerzos por impedir primero su posesión y después su gobierno.
Ahora el mayor adversario de la oposición democrática en Colombia, el Procurador Alejandro Ordóñez, que de un modo arbitrario se ha tomado la atribución de anular las decisiones de la ciudadanía, ha iniciado un proceso para destituir e inhabilitar a Petro, como antes lo hizo con otros importantes líderes populares.
La administración de Petro, en sólo año y medio, ya arroja resultados importantes en la lucha por superar los males de la ciudad: la pobreza y la miseria han descendido en Bogotá; los índices de homicidios se han reducido de manera notable; el presupuesto para la educación aumentó considerablemente; la alcaldía ha garantizado un mínimo de agua potable gratuita para los más humildes, y está asumiendo un manejo humano de la vieja pesadilla de la marginalidad y la drogadicción en nuestras calles.
Era de esperar que el compromiso del alcalde de no gobernar para los poderes tradicionales, de emprender tareas nuevas, enfrentándose a las mafias de la contratación y a los pulpos que viven del presupuesto, despertara una gran resistencia y diera pie a muchas campañas de desprestigio.
Los poderes que manipularon siempre la ciudad no parecen dispuestos a perdonarle nada: nunca se ha visto un nivel más sesgado de vigilancia y de exigencia desde algunos sectores políticos y mediáticos. Como toda administración, la de Petro puede tener errores, pero estos críticos no ven ninguno de sus aciertos y magnifican con perfidia dificultades administrativas que nadie puede considerar delitos.
Ello no tendría por qué ser negativo: un alcalde como Petro, con su arriesgada decisión de cambiar las cosas, tendrá que acostumbrarse a sentir siempre en el flanco el aguijón de la crítica y del rumor. Pero la arbitrariedad de no permitir que gobierne, cuando ni siquiera ha llegado a la mitad de su mandato, e impedir así que la comunidad pueda juzgar su gestión, es una decisión desesperada a favor de los poderes tradicionales, que podría tener efectos gravísimos no sólo para la ciudad sino para el país entero.
Porque, además de borrar de un plumazo la voluntad de los ciudadanos, otra de las consecuencias de la injusta destitución de Petro podría ser la ruptura de los diálogos de Paz de La Habana entre el gobierno de Colombia y las FARC. No parece posible que la guerrilla crea de verdad en las posibilidades de la democracia viendo de qué manera arbitraria se destituye a un alcalde que se reintegró a la vida civil, que fue elegido por la comunidad, y que está gobernando para la gente.
El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, la evidencia de un fraude en las elecciones de 1970, y el asesinato en las calles de todo un partido político y de varios candidatos a la presidencia en los años 80, frustraron la fe en la democracia de varias generaciones de colombianos.
Ahora los enemigos de la paz están decididos a jugarse la carta definitiva. La destitución de Gustavo Petro sería el instrumento perfecto para impedir las transformaciones que puede obrar sobre la ciudad un gobierno que no es sospechoso de corrupción, para torpedear el proceso de paz, para hacer que un conflicto de cincuenta años se eternice sobre nuestra tierra, y para producir un estallido de indignación de consecuencias imprevisibles. Seguramente hay quienes aspiran a pescar en esas aguas revueltas.
Qué triste que la arbitrariedad de unos cuantos pueda pesar más que el sueño de felicidad de todo un pueblo. Los firmantes de esta declaración llamamos a encender la Antorcha de la Democracia, y a velar día y noche junto a ella, para impedir que un manotazo del oscurantismo y de la inquisición destruya las esperanzas de una nueva generación que sueña con la paz de Colombia y con la dignidad y la prosperidad de su pueblo.
Bogotá, Julio de 2013
Firman



1. León Valencia
2. Jotamario Arbeláez
3. Luis Ángel Parra
4. Víctor Gaviria
5. Carlos Jacanamijoy
6. Simón Vélez
7. Sergio Cabrera
8. Lisandro Duque
9. Flora Martínez
10. Patricia Ariza
11. William Ospina
12. Baltazar Garzón
13. Gilma Suárez 
14. Carlos Satizabal
15. Yuldor Gutierrez
16. Fernando Solórzano
17. Margarita Pacheco
18. Nicolás Uribe Pachón
19. Constanza Vieira
20. Manuel Guzmán Hennesey
21. Raúl García
22. Fernando Duque
23. Constanza Cameló
24. Hernando Martínez
25. Luis Fernando Alviar
26. Flor María Bernal
27. Daniel Jaime
28. Diana Cortés
29. Harold López
30. Gricerio Perdomo
31. Claudia Jaramillo
32. Andrei García F.
33. Luz Miryam Toro
34. Rafael Colmenares
35. Elsa Matilde Escobar
36. Antonio Morales
37. Mario Muñoz (Dr. Krápula)
38. Rafael Vergara
39. Vera Grabe
40. César López
41. Elmo Valencia
(Siguen más firmas)











Contratiempo

Disparos al aire

Jotamario Arbeláez

(Columna publicada en El Tiempo el 20 Agosto-13)


¿Ha hecho usted alguna vez disparos al aire? ¿Está seguro de no haber herido  a nadie? ¿Ha sido acusado de partidario del terrorismo por exigir la paz ante todo, o enemigo de la paz porque piensa que por ella no hay que pagar ningún precio? ¿En alguna época de su vida pasada fue acusado por los comunistas de agente de la CIA, para evitar que lo invitaran a sus peñas o ágapes, o tuviera algún ascendiente entre la juventud siempre anhelante de ejemplos insólitos? ¿Acusa ahora usted de paramilitares a familias en ascenso económico vinculadas a la cultura, mientras la suya está en bancarrota? ¿No le teme usted a ser temerario? ¿Se ha ido usted por la nueva Derecha revolucionaria o prefiere insistir en la tradicional izquierda paralizante? ¿Ha peleado o por lo menos se ha distanciado de un amigo del alma porque no participa de su mismo bando, que ya ni siquiera partido? ¿Se indigna porque el Procurador quiera destituir de un plumazo al guerrillero del M-19 reintegrado a la vida civil y civilizada -hoy alcalde Petro- y mandarlo al asfalto, donde podrá descubrir lo rajado que lo tiene? ¿Justifica que el burgomaestre haya desatendido tamaña minucia por estar entregado a la inmaculada concepción de megaproyectos? ¿Cree que ante la declaración de la directora del IDU de que el arreglo de la malla vial vale diez y medio billones de pesos y sólo hay disponibles 782 millones, tenga algún futuro la movilidad en la capital? ¿Si en Bogotá no cabe un carro más, qué taxis podrán manejar los reinsertados, si es que los aceptan los usuarios, en el momento empanicados con los paseos millonarios? ¿Estará contemplado que esos exmilicianos ingresen en las filas del ejército o la policía, respetando sus rangos tan difícilmente adquiridos, y dada su experiencia eln labores de campo, sean encargados de vigilar por ejemplo los oleoductos de los posibles ataques de otros antisociales? ¿Está usted de acuerdo con que el Alcalde continúe su período pero también con que hay que pellizcarlo para que actúe en lo fundamental postergado? ¿Firmará usted el manifiesto que encabezan artistas e intelectuales defendiendo a capa y espada la elección popular del mandatario en atención a que destituirlo e inhabilitarlo podría dar al traste con los tratados de La Habana, pues mal antecedente sería para una subversión en trance de reincorporarse, el que se mande a la basura la voluntad popular? ¿Cree que la defensa del puesto de Petro la firmará el poeta Elmo Valencia, de 87 años, autor de una de las obras fundacionales del M-19, El Libro Rojo de Rojas, que en 1970 denunció con pruebas el fraude electoral, y quien solicitó uno de los 20 cargos temporales que propicia la Secretaría de Cultura del Distrito, y la Fundación Alzate Avendaño, que maneja sus dineros, en los términos más cordiales lo mandó prácticamente a freír espárragos? ¿No preferirá que estos dos personajes converjan en el asfalto para retomar los temas antepasados y convenir en que definitivamente el General, que comenzó haciendo milagros en el cementerio, terminó por traernos la mala suerte a todos? ¿Está usted de acuerdo con que es imposible que el M-19 regrese al monte, ya sin armas y sin alientos, y después de haberse jugado por la paz sus últimas cartas? ¿Con lo peligrosos que están ahora los campos con la presencia de tanto bandido sin ideales? ¿No cree finalmente que por la paz hay que darlo todo? ¿Qué la paz, como el amor, no se hace sola? ¡Ponga su parte! Yo estoy poniendo la mía. Estampando mi firma en defensa de una gestión ininterrumpida de Petro. Haga usted lo propio si le parece. No colabore a tumbarlo. Colabore para que Bogotá salga bien parada. Y para que la paz nos cobije. Para celebrar no haga disparos ni al aire. En el aire andan los poetas. Podría alcanzar alguno.                  

jueves, 1 de agosto de 2013

"Galería de espejos" y "Las plagas secretas" de Juan Manuel Roca en la 18 Fería Internacional del libro de Lima, Julio 2013

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"Las Plagas Secretas" (cuentos), 

ambos de Juan Manuel Roca 
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Se presentaron, el 27 de Julio, 2013,  
por los poetas peruanos Giovanna Pollarolo y Enrique Sánchez Hernani,  
en la 18 Feria Internacional del Libro de Lima * (FILL)
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 En la mesa:  Enrique Sánchez Hernani, Juan Manuel Roca y  Giovanna Pollarolo.
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Agradecemos las fotos a Alexander E. Bravo García Coordinador de Prensa e Imagen . Cámara Peruana del Libro .  Lima  imagen@cpl.org.pe . www.cpl.org.pe . www.fillima.com.pe 
Y la colaboración de  Jaidith Soto Caraballo ,  Directora Ejecutiva,  Kimochi Gestión Cultural. Coordinadora de Exposiciones en la FIL Lima 2013, jaidiths@yahoo.com

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TEXTOS PRESENTADOS Y LEÍDOS


El placer de leer: dos libros de Juan Manuel Roca en la FIL de Lima
Por Giovanna Pollarolo ( 1 )
Me mandaron dos libros de Juan Manuel Roca el día anterior a mi viaje a Buenos Aires. Uno sobre poesía colombiana; el otro, Las plagas secretas, un conjunto de cuentos. Los metí en mi mochila y partí.
Empecé con Galería de espejos. Una mirada a la poesía colombiana del siglo XX, porque su título anunciaba un contenido más teórico, de estudio. O sea, más aburrido. No fue así. Galería y luego Las plagas secretas fueron mis compañeros en el avión y en las largas esperas en los aeropuertos.  No las sentí  largas ni ruidosas ni agobiantes. No me di cuenta del tiempo, de los vaivenes del avión, del calor ni del frío gracias al placer que me produjo la lectura de ambos libros.   
Comenzaré con Galería, un libro que merece elogios por más de una razón y eso es lo haré: elogiarlo. Y diré por qué.
Juan Manuel Roca anuncia que quiere “hablar de la poesía colombiana” y el verbo usado es preciso: hablar. No va a hacer una antología; no se va a erigir como un juez que celebra a unos y condena al silencio o ataca a otros.  Va hablar, va a buscar en “los pajares de la historia” a poetas y poemas que a su juicio; y sí lo dice con claridad “que a mi juicio…son emblemáticos de nuestra historia” (9). Y esta decisión de “hablar” y no “antologar” merece mis más sinceros elogios. Y es que usualmente las antologías se limitan a seleccionar y a excluir autores;  y una vez hecha la selección proceden a incluir poemas representativos en una extensión que varía según la importancia: muchas páginas a los realmente importantes, la mitad a los un poco menos importantes y así hasta llegar, tal vez, a la media página: dos poetas por página. 
El libro que nos entrega Roca está lejos de ese espíritu catalogador, sea de inventario que incluye a todos o de juez que premia con la inclusión o condena excluyendo; como si de lo único de que se tratara fuera de un concurso en el que unos ganan y otros pierden. Pero ocurre que la poesía, los poetas, los poemas, no nacen en el aire, fuera de la vida, ajena. Los poemas y los poetas, aunque no quieran, hablan de su época, hablan con el pasado y con el futuro de distintas maneras, tienden redes,  preguntan y responden. Y Roca indaga en esas redes, en esos vínculos que ya sea por rechazo o por identificación, las generaciones descartan o emulan, admiran o cuestionan.  Y acá están esas historias  que Roca desvela, “piezas que se juntan”, nos dice; redes, he dicho yo; y estamos hablando: “para armar un mural que se irá configurando a través de miradas grupales y semblanzas de algunos poetas, de anécdotas y fragmentos de ensayos, de opiniones propias y ajenas y, por supuesto, de una serie de poemas que irán encabalgados al tiempo de aparición” (9).
El mural que quiere construir Roca es el de la que llama “Poesía moderna” que a su juicio, y el consenso existe, se inicia en el siglo  XIX con Rafael Pombo y José Asunción Silva. Cada etapa, cada grupo de poetas que surge a lo largo del siglo XX es referido por Roca desde una perspectiva histórica, social, estética y en referencia a su relación con el pasado. Pero no se crea, y esta es otra razón para celebrar este libro, que estamos ante una información enciclopédica o escolar, con subtítulos para cada tema y que al final uno no cómo relacionarlos. No. En este libro, los procesos son narrados desde una voz conversacional que entabla con el lector un diálogo ameno pleno de anécdotas, datos biográficos,  reflexiones, información que relaciona a unos poetas con otros y todo ello acompañado con poemas que Roca ha seleccionado cuidadosamente y cuya lectura va guiando con breves comentarios, --escritos desde su propia poética, su manera personal de concebir la poesía—que nos ayudan a conocer y a entender mejor y a la vez   nos permite un acercamiento directo al poeta referido.
Asimismo, expone con transparencia y claridad sus juicios que van mucho más allá de “el mejor”, “el gran”, o “poeta menor”, “irregular”; en fin, los típicos adjetivos con los que la crítica suele encasillar a los autores. Roca aborda la obra, analiza, compara, contextualiza, expone, juzga, corrige sus propios juicios, se involucra como el protagonista que es de la poesía contemporánea sin pretender ser “objetivo”; pero esforzándose también para hablar más allá de sus pasiones, en calidad de testigo.
Por ejemplo, cuando se refiere a José Asunción Silva, enuncia sus reparos y nos enseña a encontrar las virtudes de una poesía que hoy nos puede sonar “grandilocuente”; cuando habla de Álvaro Mutis se rectifica con honestidad: “Durante un tiempo, tiempo de juvenil radicalismo, me molestó una estancia de su poesía, aquella que al unísono con esta herida que es su visión del mundo, sacralizaba a los reyes, festejaba una dinastía de monarcas…Ahora creo, a lo mejor, que eso fue un mal chiste suyo hecho a espaldas de Maqroll el Gaviero” (157); o, cuando se refiere a poetas que son sus contemporáneos, o coetáneos y las diferencias son, han sido, evidentes hasta la confrontación, no las calla pero tampoco silencia a sus “enemigos” ni los agrede. El “Retrato del grupo del nadaísmo” (33-38)  muestra la claridad de los juicios, el relato de anécdotas, las opiniones expresadas con transparencia, la manera como se involucra como testigo y protagonista.  
Testigo de parte, diríamos, lugar desde donde analiza, destaca errores y virtudes, elabora conclusiones desde una mirada personal y “un sano eclecticismo”, traza un panorama tan completo “moviéndose entre el ensayo y la historia” que, me atrevo a decir,  va más allá de dar cuenta de la historia de la poesía del siglo XX. A través del mural que construye Roca, entendemos mejor la historia de su país, Colombia, y también, en cierto modo, nos permite entender la nuestra.  Cuánta falta nos hace una aproximación a nuestra poesía con ese espíritu ameno, conversacional, desjerarquizado y generoso.  
“Mi deseo es que este libro, que encierra múltiples y diversas reflexiones sobre la poesía, recordando que ni ella ni la historia tienen por qué ser aburridas, pueda ser leído por amantes del tema y, muy fundamentalmente, por profesores y estudiantes críticos y exigentes” (15), escribe Roca en el prólogo, y debo decir, sin ninguna duda, que su deseo ha sido cumplido con creces.
Sobre Las plagas secretas, diré que es un bellísimo libro que reúne un conjunto de catorce cuentos cuyas historias hablan, como la poesía, de asuntos que no están en la superficie. Son grandes metáforas de  diversos temas relacionados con la creación, el lenguaje, la violencia, el exilio y plenos de referencias intertextuales e históricas.  El que le da título al conjunto, por ejemplo, es una carta del narrador a Juan Rulfo, escrita “en cualquier esquina de Comala” donde las balas  “llevan más de un siglo sobrevolando”. Y Comala es Colombia y es el Perú y es América Latina. Y el narrador le pide a Rulfo ¿o será a Juan Preciado? “Ojalá pueda usted, que sabe de embrujos y trasmundos, leer estas líneas” (56). Las palabras escritas no llegarán, parece, porque una escuadra de hormigas las transporta como granos de azúcar o de trigo “hasta las hojas foliadas de un cuaderno donde me inician un prontuario”, advierte el narrador, para señalar que las palabras muchas veces llevan al engaño cuando son manipuladas y puestas al servicio del engaño y la mentira. La escritura de Juan Manuel Roca nos invita a aprender a leer más allá de la superficie, a aprender a preguntar, a cuestionar a las hormigas que las llevan y traen, a ser otra vez dueños de la palabra.  
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PALABRAS CELEBRATORIAS PARA UNA GALERÍA DE ESPEJOS

Por Enrique Sánchez Hernani ( 1 )

Hace poco más de veinte años, junto a otros poetas peruanos, fui invitado a participar en el I Festival Internacional de Poesía de Bogotá. A mi arribo por primera vez a Colombia, las sorpresas fueron múltiples. Hasta entonces había tenido un fugaz pero prometedor romance con la poesía colombiana.

En 1977 mi amigo Carlos López de Gregori, me envió una antología de tapas oscuras, preparada por Fernando Garavito, llamada “Diez poetas colombianos”. Uno de los antologados era un poeta que me llamó la atención, un tal Juan Manuel Roca. Por esos mismos años, en Lima, pude conseguir poemarios de Gonzalo Arango, Jotamario Arbeláez y de un misterioso poeta que se hacía llamar X-504.

Tiempo después, en 1987, en un viaje a La Habana, entre otros libros de poesía, adquirí uno de la Colección La Honda de Casa de las Américas, llamado “País Secreto”, también del poeta Roca, que movió más mi interés. Allí, el poeta hablaba de “mujeres diestras en cosas siniestras,/ que pasan el días en estaciones ferroviarias”, de “fantasmas que galopan en caballos blancos”, de “ladrones nocturnos/ que descienden por los techos del alba”, de una “extraña mujer con voz de agua” y otros seres abisales. Confieso que, entonces, a la distancia, le tomé afecto.

Por esos cuando viajé por primera vez a Bogotá, uno de mis mayores intereses era conocer a Roca, cosa que felizmente pude hacer cuando el poeta nos recibió en su casa, rodeado de otros poetas, de tacitas de tintico, copitas de aguardiente, muchachas que se exhibían como flores, un aire que se estremecía y la luz inolvidable de la tarde. El poeta Roca, con apostólica amabilidad, departía con todos, sentado en una grave poltrona que podía ser perfectamente un trono pontificio.

Después lo vi en Medellín, cuando acudí a participar en el célebre Festival Internacional de Poesía, y luego en nuestrra capital, cuando vino a un evento preparado en la Universidad de Lima y me tocó el honor de presentarlo junto al poeta mexicano Alejandro Aura, al argentino Juan Gelman y al peruano Francisco Bendezú.

En todo ese tiempo, en mis lecturas de días lluviosos como estos, o en los alumbrados por el sol del verano, he podido reconocer que la poesía de Juan Manuel Roca es una de las más gravitantes de América Latina. Guardo con afecto su edición de 1991 de “Luna de Ciegos”, que me dedicara en Bogotá, una antología de los libros que había publicado hasta entonces, donde su poesía reverbera sobre la implacable superficie del lenguaje, con imágenes fulgentes y cuyo estremecimiento nos lleva de la mano a paraísos inexplorados y amables.
Por eso, es para mí un nuevo honor poder presentarlo a ustedes esta tarde. Juan Manuel Roca, como quizá ya conocen, nació en Medellín y es un poeta a tiempo completo y a libro batiente. Ha dado a conocer, entre libros individuales y antologías de su obra poética, una treintena de volúmenes de poesía, uno de los últimos su “Biblia de Pobres”, que ganó el IX Premio Casa de América de Poesía Americana. También ha publicado narrativa y ensayo, además de haberse desempeñado como periodista cultural cuando dirigió con ecuménica eficacia el suplemento “Magazín Dominical” del diario “El Espectador”. Tiene una larga lista de reconocimientos académicos y literarios, y sus amigos son una legión que desambula feliz por el mundo.

Como Roca no solo es un poeta de enorme valor sino un generoso difusor de la obra de sus colegas, ahora nos ofrece un libro precioso: “Galería de Espejos”. Una mirada a la poesía colombiana del siglo XX en la poesía de Colombia, donde se repasa la obra de cada uno de ellos y los aspectos biográficos que nos facilitan su entendimiento.

El estilo de la prosa con la que ha sido escrito es ejemplar; es distante del lenguaje ampuloso y recargado de los académicos, y más bien respira pasión y un fervor genuino por la poesía, dándonos claves para resolver los enigmas en los que descansa el lírico trabajo de las musas.

En este libro está todo el altar mayor de la poesía colombiana. Figuran, por ejemplo, José Asunción Silva, el fundador de la moderna poesía de Colombia, cuya casa en La Candelaria acoge a los poetas de todo el mundo. Está el antioqueño Porfirio Barba Jacob, poeta de enorme vitalidad y exotismo, que murió desterrado en México. También Luis Carlos López, a quien en la tertulia amical apodaban “El tuerto” a causa de su bizquera y que hizo de su poesía un ejercicio irónico de la burla social.

Aparece León de Greiff, a caballo entre el romanticismo y cierta herencia modernista, con sus poemas de enorme sentido musical. También Luis Vidales, poeta marxista y tío materno de Roca, lleno de humor y de vida, y amigo de Pablo Neruda, a quien conoció en su exilio chileno. Está luego Aurelio Arturo, que con su único pero intenso libro “Morada al Sur” se insertó en el canon poético de su patria. También figura Fernando Charry Lara, que entendía la poesía como un puente tendido entre el sueño y la vigilia.

Viene así mismo Héctor Rojas Herazo, un lírico cuya poesía era un ejercicio de vitalismo. Después está Álvaro Mutis, que también es novelista y padre de esa numinosa criatura llamada Maqroll el Gaviero. También está Jorge Gaitán Durán, “sensorial y vigilante”, como le llama Roca, muerto prematuramente en un accidente aéreo. Y así podríamos seguir nombrando a todas las luces del parnaso colombiano, a las estrellas ordenadas y a los luceros díscolos, como los nadaístas Jaime Jaramillo Escobar y Jotamario Arbeláez, o Raúl Gómez Jattin, arropado en los brazos de la demencia y una radical marginalidad. La lista es larga: Giovanni Quessepp, Raúl Henao, Jaime García Maffla, María Mercedes Carranza, los Jaramillo (Darío y Samuel), Omar Ortiz o Rómulo Bustos, entre muchos más.

Por suerte, y debido a las generosas invitaciones que he tenido para viajar distintas veces a Colombia, he conocido personalmente a muchos de los nombrados y con algunos tengo, incluso, grata amistad. Por esa cercanía soy uno de los persuadidos de la necesidad de leer a profundidad la poesía colombiana, que es un gozo que nadie debería prohibirse. Este estudio de Roca es un excelente abrebocas a ese festín y actúa con un conocimiento extenso en la materia.

No me explayo más. Solo deseo reiterarle la bienvenida a Lima al poeta Roca. Que venga muchas veces en el futuro, que nos traiga su poesía, la de sus congéneres, su cordial amistad, que aquí le estaremos esperando para avivar las candelas sagradas de la palabra e iniciar una misa personal donde rogaremos por todas las almas de la poesía.

Lima, julio de 2013


             
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