NTC ... agradece al abogado Leonardo Medina Patiño
por el aporte de esta información y por compartirla
Destino,
genes y neuronas
¿Existen arquitectos de su propio
destino? ¿Viven los persistentes y los osados realmente a su manera?
Gustavo
Estrada *
EL TIEMPO, .com , 23 de julio de 2016
“Yo fui el arquitecto de mi
propio destino”, escribió Amado Nervo, el inspirado poeta mexicano, hace cien
años. “Viví, la inmensidad, sin conocer jamás fronteras, y bien, sin descansar,
y a mi manera”, plasmó Paul Anka, el cantante y compositor norteamericano, para
‘La Voz’ de Frank Sinatra, hace cincuenta. Muchos hemos repetido, en más de una
oportunidad, tan afirmativos y estimulantes mensajes.
¿Existen arquitectos de su
propio destino? ¿Viven los persistentes y los osados realmente a su manera? Los
triunfalistas dicen que sí. Pero los genes y las neuronas parecen estar en
desacuerdo. El ADN, legado de nuestros padres, y la programación de las
neuronas, influida por el medio y los medios, sin pedirnos permiso, podrían ser
los determinantes tanto de nuestra conducta como de nuestros logros y fracasos.
Sobre los genes, nuestro control es nulo. Sobre la programación neuronal,
quizás podríamos ejercer algún mando.
El
ego redundante es la porción variable, volátil y dañina de
nuestro sentido de identidad, que, cuando anda suelto, hace con nosotros lo que
le viene en gana. La porción… ¿de qué? Del superconjunto de instrucciones
neuronales en nuestro cerebro que, al fin de cuentas, definen todo lo que
somos, hacemos y pensamos. El ego redundante se origina en los numerosísimos
deseos desordenados y en las incontables aversiones que han sido sembrados en
nuestra cabeza por la cultura, desde el momento mismo de nuestro nacimiento.
El
doctor David Kessler (MD), excomisionado
de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por
sus siglas en inglés), ha sido un investigador metódico de la adicción a la
comida, al tabaco y al alcohol durante las últimas dos décadas. El doctor
Kessler sugiere en su libro más reciente
** que los mismos mecanismos que nos subyugan a la cuchara, al cigarrillo o a
la bebida son también los causantes de las obsesiones que nos esclavizan a
creencias, memorias, personas o lugares. Tales obsesiones se posesionan de
nuestra atención, alteran nuestra percepción de los hechos y nos hacen perder
el control de nuestros pensamientos y acciones.
‘Captura’ ( ‘Capture’ **
en inglés, el título del libro mencionado) es la designación que el doctor Kessler
utiliza para referirse a este secuestro del cerebro por factores externos, sin
mencionar en ningún momento al ego redundante. No obstante, la noción de ego
redundante bien podría asimilarse al mecanismo ‘secuestrador’ que ‘captura’
nuestra voluntad y nos deja con limitado control sobre la compleja
autoprogramación de nuestras neuronas y, por ende, del ejercicio de la voluntad
a través de la razón y el juicio.
Los antiguos eran fatalistas.
Según el hinduismo, la primera gran religión, nacemos programados por el karma
de las acciones en existencias anteriores; la carga acumulada, agrandada o
disminuida por los actos en la vida actual, determina a su vez el futuro de
nuestras próximas reencarnaciones. Juguemos un poco con las palabras y
‘conectemos’ hinduismo con ciencia.
Al ADN, trazado por los genes
de nuestros antepasados, podríamos equipararlo al karma natural innato; la
programación neuronal, moldeada incesantemente por los factores externos, sería
el karma cultural adquirido. Nuestro poder para modificar el karma natural es
cero. Nuestra influencia sobre el karma cultural, aunque no nula, es limitada.
¿Tendrán razón los hinduistas?
Hay una variedad de métodos —la meditación de atención total es la
propuesta que me gusta y practico— que nos permiten sacar provecho de la
flexibilidad de nuestras conexiones cerebrales para, hasta cierto punto,
‘ajustar’ el karma cultural. No obstante, sostienen los escépticos del control
sobre nuestro destino, el rigor y la perseverancia demandados por el
‘adiestramiento sistemático de la voluntad’ son cualidades hereditarias: si
nacimos indisciplinados, careceremos de habilidad para volvernos disciplinados.
Puesto en otras palabras, la
arquitectura de los destinos personales y las trayectorias de vida que creemos
habernos trazado podrían ser simples resultantes del karma natural (léase
genes) y de las codificaciones neuronales (léase influencias culturales) que
nos tocaron. Si solo los disciplinados congénitos pueden ser ordenados y
rigurosos, pues ellos serán los que se sobreponen a todos los obstáculos. Así que triunfantes y fracasados, por
igual, todos vivimos ‘a nuestra manera’… La que nos marcan nuestros genes y
nuestras neuronas.
Gustavo Estrada
* Autor de ‘Hacia el Buda desde
Occidente’
@gustrada1
@gustrada1
Escritor, ingeniero y
columnista. Se graduó en ingeniería
química en la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, y en el Tekniska
Högskola Chalmers (Universidad Tecnológica Chalmers) en Gotemburgo,
Suecia.
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https://www.amazon.es/Capture-Unraveling-Mystery-Mental-Suffering/dp/0062388517 Allí parte del libro (en inglés)
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*** ‘Hacia el Buda desde Occidente’
Entrevista
El
libro
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Mensajes recibidos ----------
De: Fernando Duque
Se los he dicho mil veces
"Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros" Sartre.
Un poco de todo más el inconsciente.
Pero de libertad y racionalidad nada.
Lean a Harari ( 1 ) "Cerebro de cazadores-recolectores con unas poderosas
armas como la ciencia y la tecnología, supremamente irresponsables y sin saber
qué queremos..."
Saludos.
( 1 ) NTC ... NOTA: