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Cali, Colombia.
domingo, 17 de mayo de 2015
OSCAR COLLAZOS, falleció el escritor, el amigo, ...
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"A los amigos de NTC ... , gracias por toparme con ellos en la vida."
Un abrazo, Oscar Collazos (Febrero 28, 2015)
Como en 1946 ..., nos volveremos a ver en Bahía Solano ...
Oscar Collazos trabajando ( 1958/9) en máquina de escribir que le prestaban en la oficina de su padre, quien gerenciaba en el puerto de Buenaventura una empresa de autobuses. (Al fondo, por la ventana: el mar) Archivo personal O.C.. NTC … agradece el aporte (Sept. 25, 2011)
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Fotos de Google (imágenes)
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Falleció esta madrugada, a las 3 am, en Bogotá el escritor y periodista Óscar Collazos.
Sus restos serán cremados y llevados a Bahía Solano, donde nació en 1942.
---------- MENSAJE RECIBIDO ---------- From: o collazos@
Date: Febrero 28, 2015. 13:00 GMT-05:00 Subject: Re: Oscar Collazos To: ntc <ntcgra@gmail.com>
Querido Gabriel: no sabes de qué manera me fortalecen las expresiones de solidaridad que he recibido de los amigos y que tú, generosamente, has eneceteado. Te reenvío la cariñosa carta que acabo de recibir de mi amigo el filósofo francés Gillles Lipovetsky, muy conocido y leído en Colombia. Mi optimismo me dice que si podré acudir al encuentro que me propone en agosto en Cartagena. Puesto que sus palabras rebasan el campo estrictamente personal, te las ofrezco para NTC ... . Ayer tuvimos la visita en casa de nuestro entrañable a Adolfo Vera y hablamos de esa comunidad que has congregado alrededor de tu portal, de lo que me habían conmovido las palabras de Fernando Cruz Kronfly y de ese vínculo que la amistad y la literatura vuelven fraternidad. A los amigos de NTC, gracias por toparme con ellos en la vida. Un abrazo Oscar Collazos
----- Mensaje reenviado ----- De: Gilles Lipovetsky
Para: o collazos@ Enviado: Sat, 28 Feb 2015 11:35:07 -0500 (COT) Asunto: Re: Oscar Collazos
Mon cher OscarMerci de ton courrier qui m'apprend une nouvelle de ta santé à laquelle je ne m'attendais pas et qui m'a vraiment attristée. Bien sûr c'est une épreuve difficile mais heureusement, je vois que tu restes optimiste car tu es très bien entouré avec Jimena, ta fille et tes amis. Et surtout, la médecine fait chaque jour des progrès spectaculaires et propose des traitements de plus en plus efficaces et performants.Je te tiendrai au courant de mon planning en Colombie....Anagrama m'a fait parvenir les adresses de son service de presse en Colombie et je vais les contacter pour voir ce qu'il est possible d'envisager à Cartagena.De toutes façons, nous nous verrons en août en espérant que nous pourrons passer à nouveau une journée formidable sur les îles comme la dernière fois. Je garde un magnifique souvenir de ces si beaux moments d'amitié ensoleillés, la plage, les repas... mais il y en aura d'autres ...Je t'embrasse ainsi que JimenaTon vieil et fidèle amigilles
De : o collazos@ À : Gilles Lipovetsky Envoyé le : Vendredi 27 février 2015 22h47 Objet : Re: Oscar Collazos
Mon cher Gilles: oui,,il y a bien longtemps. Je reste toujours à Cartagena, toujours avec la belle Jimena à mon côté. Mais il y a six moins au moins avec la malheureuse nouvelle de la ÉLA, la maladie diagnostiquée par les neurologues. Je suis donc ovligé de rester longtemps à la maison, avec des problèmes de voix et d'autres difficultés. Tu sais, il s' agit d'une maladie d'evolution imprévue. J'aime ai trouvée une énorme solidaritée parmi mes amis et collègues. Ça change la vie. La distance entre l' aujourd'hui et le matin est plus court et la seul chose qu' on souhaite est de gagner la plus grande qualité possible de vie. Et bien, cher Gilles. Voilà le paysage d' ombres mais aussi d'espoir que je contémple en ce moment là. Ma femme, toujours amoureuse. C'est est n' est pas ça celui que je lui avait promis. Ma fille espagnole, toujours tendre et silencieuse. Je cherche la sérenitée. Je vais parler avec mes amis de Cartagena pour q' ils t' invite à l'université. Je suis sûre qu' on se verras au mois d' août. Avec mon admiration et amitié Oscar
----- Mensaje original ----- De: Gilles Lipovetsky Para: o collazos@ Enviado: Fri, 27 Feb 2015 05:00:41 -0500 (COT) Asunto: Oscar Collazos
Mon cher OscarComment vas tu? Il y a bien longtemps que l'on ne s'est pas vu...Mais ça va peut être changer, en tout cas je l'espère. Je vais venir en effet en Colombie après le 15 août. Je suis invité à Barranquilla par l'Universidad Autononoma del Caribe qui va me décerner le titre Honoris causa.J'espère qu'on pourra se voir...Je voudrais te demander par ailleurs si tu as une adresse email ou un contact avec l'Institut culturel français qui peut être pourrait profiter de mon voyage à Barranquilla pour organiser une conférence à Carthagena.Ca serait très aimable à toi, de me dire si tu as une adresse pour que je puisse contacter l'attaché culturel ou un responsable.J'espère que tout va bien de ton côtéAu plaisir de te lire très bientôtAvec mon amitiégilles
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Como un pequeño homenaje a nuestro amigo, el escritor Óscar Collazos, fallecido hoy, los invito a ver la entrevista que le hiciera en ConversanDos junto con Alejandro López. (Año de edición y emisión: 2012) . Esta en You Tube en el siguiente enlace:
Rafa Vergara es padrino del
matrimonio de Jimena Rojas y Óscar Collazos. Son amigos, vecinos y contertulios
de la vida. Bajo el título "Un Digno Hijo de CARTAGENA", Rafael
escribió este texto sobre su amigo Collazos que Sentipensantes comparte.
Óscar
Collazos: un digno hijo de Cartagena
En los balcones del amor en
Crespo, Foto Rafael Vergara, 2013
Se nos fue Oscar Collazos y nos
dejó la vida, su inteligencia, coherencia y entereza, su inagotable amor al
prójimo, la enseñanza y las letras.
Cuando a principio de semana se
le dio por muerto, los que hemos estado
cerca sabíamos que había llegado el fin, los músculos pulmonares avisaron
seriamente que ya no iban más. Pero Oscar, vigoroso como era, sacó la energía
de reserva y salió del túnel que en la UCI lo succionaba para así regresar al
seno de las mujeres que lo esperaban y acompañaron hasta el último minuto.
Jimena, su mujer, Laia, su hija, sus hermanos lo recibieron y se despidió con
buen humor y sin llantos antes de partir a su nuevo destino cobijado por el
amor, el sentimiento que siempre activó
sus pasos en la tierra y en su extensa creación literaria y periodística y en
la cátedra donde aportó las últimas notas de su voz.
Nos queda su obra llena de
mensajes, sus palabras grabadas, sus múltiples ensayos y cientos de columnas
rigurosas y punzantes, el ejemplo del
demócrata inclaudicable que fue, del escritor comprometido con la verdad y su
tiempo, con Cartagena y el país, con la paz de Colombia y sobre todo, nos dejó su incondicional
amistad, su voz de aliento certera y sin concesiones.
Más que dolor por su rápida
partida tengo saudade: nostalgia cálida, afectuosa con al amigo entrañable que
se va, el cómplice de luchas y batallas inconclusas, el inolvidable contertulio
con quién compartí su cocina gourmet, mejor que la mía, y los disfrutados,
bebidos, y hasta debatidos diálogos en su casa o la mía. Oscar cocinaba como
escribía y era un gozón, que disfrutaba con moderación el buen vino o el ron,
un anfitrión inigualable que transmitía compromiso y enorme valentía.
Al regresar de Europa encontró
en Cartagena de Indias el puerto donde fondeó su nave. Con su libro Cartagena en la Olla Podrida
dejó claro que se quedaba a combatir contra lo que lo asqueaba y a fustigar a
aquellos que por sus malas mañas le indignaban. Culto e investigador conoció en
detalle la ciudad y su historia y la hizo suya. Tejió redes y echo raíces, se
encarnó. Collazos es hoy un referente de la cultura de la ciudad.
Por eso como cartagenero e
interpretando el sentir de muchos pedí a Jimena
y a Laia que parte de sus cenizas moren vigilantes en esta ciudad que amó y
donde por más de 25 años, con garra, sabiduría y arte, se hizo uno de sus más
dignos hijos.
No es un tema de adopción sino
de esencia, de balcón y mar, de Rencor, Señor Sombra, Tierra Quemada, Laguna Más Profunda, de participación en eventos internacionales,
nacionales y locales y de la sustancia infaltable en sus columnas semanales en
El Tiempo y El Universal que nos harán falta.
La respuesta de la gran mujer
que lo llenó de amor en sus últimos años fue un sí, para que como me dijo esté "entre Bahía Solano y Cartagena, de un mar a
otro mar".
Dormía el sueño de los justos que se cuece a las 5 de la mañana cuando me despertaron de la emisora. Que el escritor Óscar Collazos acababa de morir, esta vez confirmado, que qué tenía para decirle aparte de adiós. Acerté a declarar, en el colmo de la originalidad, “ahí nos vemos”. Sin acatar que ese adónde es la meca o meollo de los filósofos trascendentes y de los predicadores de masalláes en los que él no creía.
Cinco días atrás había corrido a su clínica, ante la noticia mediática de que acababa de fallecer, y nos pasamos con otros amigos viéndolo trinar a través de su tableta parlante, que acababa de salir de una unidad de chismes intensivos y se encontraba con que habían enterrado al pájaro cuando todavía tenía alas. Trinó contra Gossaín, en quien se había amparado la crónica de los medios, aunque el periodista ha explicado que él nada tuvo con ver con la falsa noticia, lo que quiere decir que fue un infundio de algún mal nacido que mal quería al escritor y le quiso jugar una jugarreta. Que para lo que sirvió fue para aglutinar a sus amigos en torno, ante las llamadas de unos a otros, quienes le apretábamos la mano para decirle desesperanzados, de ésta vas a salir. Había ganado otra, sobrevivir a la noticia de su muerte publicada por El Tiempo, lo que le confirmaba su patente de inmortalidad. Colgué, y abrí uno de los libros de la mesa de noche, los poemas de Raymond Carver, Todos nosotros, implorándole al recién desaparecido: ¡Hábleme, Óscar! Todavía ando impresionado por la respuesta del libro, que fue el poema Mi muerte, que me permito transcribir en la esperanza de que los lectores entiendan lo parapsicológico opera.
“Si tengo suerte estaré conectado a una cama de hospital. Tubos por la nariz. Pero intentad no asustaros, amigos. Os digo desde ahora que está bien así. Poco se puede pedir al final. Espero que alguien telefonee a los demás para decir, “¡ven rápido, se está yendo!”. Y vendrán. Así tendré tiempo para despedirme de las personas que amo. Si tengo suerte, darán un paso adelante para que pueda verles por última vez y llevarme ese recuerdo. Puede que bajen la mirada ante mí y quieran echar a correr y aullar. Pero al menos, puesto que me quieren, me cogerán la mano y me dirán “Valor” o “Todo va a ir bien”. Y tienen razón. Todo va a ir bien. Me basta con que sepas lo feliz que me has hecho. Sólo espero que siga la suerte y pueda mostrar mi agradecimiento. Que pueda abrir y cerrar los ojos para decir “Si, te escucho. Te entiendo”. Incluso que pueda llegar a decir algo así: “También yo te quiero. Sé feliz”. ¡Así lo espero! Pero no quiero pedir demasiado. Si no tengo suerte, si no la merezco, bueno, me tendré que ir sin decir adiós ni darle la mano a nadie. Sin poder decirte lo mucho que te quise y lo mucho que disfruté de tu compañía todos estos años. En cualquier caso, no me guardes luto mucho tiempo. Quiero que sepas que fui feliz contigo. Y recuerda que te dije esto hace tiempo, en abril de 1984. Pero alégrate por mí si puedo morir en presencia de mis amigos y de mi familia. Si es así, créeme, salí de mi vida por la puerta grande. No perdí esta vez”.
Salió por la puerta grande, es así. Y hace unas horas lo empujamos con caja y todo por la puerta pequeña que conduce al fuego purificador, a convertirlo en esas cenizas que retornarán a Bahía Solano, de manos de su bella, abnegada y valiente mujer Jimena Rojas, ante quien todos nos inclinamos admirados y agradecidos. El gran galán coronó a su vez dejando la leyenda de un amor inmortal. Grande del Chocó y de Latinoamérica, supo hacer de la literatura no sólo una fuente de relatos tan picantes como patéticos, sino una herramienta para abogar por los desamparados del mundo. Que la paz de su tumba se transmute en la paz de Colombia. Le gustaría.
Un día antes de finalizar el año anterior me encontraba con Ruby en Cartagena. Ocupábamos un apartamento sobre la ribera del Laguito, con un balcón-terraza mirando hacia dentro de la bahía de las Ánimas. De allí llamé a Óscar Collazos, el amigo que sabía, por el comentario del médico Adolfo Vera, que estaba afrontando la enfermedad terrible que padece el genio de la física Stephen Hawking. Ya no contestaba personalmente el teléfono, cosa que hacía como una alter ego perfecta su señora Jimena Rojas. Oscar oyó mi nombre y me pidió que fuera a visitarlo a su apartamento del edificio El Cabrero, a diagonal de la casa de Rafael Núñez. Lo noté contento de oírme. Y a eso de las cinco de la tarde estuve allí, en el bello edificio desde el cual se veía una linda panorámica de la ciudad hacia el lado del Castillo de San Felipe y del monumento a los Zapatos Viejos.
Y lo ví delgado como cuando tenía aquellos veinte años con que lo conocí, ligero de movimiento, con paso corto y rápido, que también le noté porque caminamos por el edificio. Aun no se había pasado a su apartamento en el piso 15 y estábamos donde una amiga del quinto, nieta del doctor Carlos Arango Vélez y prima hermana de Andrés Pastrana. Ya el trasteo se había hecho, pero no se había arreglado el nuevo apartamento amplio, con su biblioteca invasiva de paredes y espacios. Tenía orgullo de haber adquirido -gracias a su inteligencia y esfuerzo- una vivienda tan llena de poesía y color, que ahora veíamos en la media luz de un atardecer radiante, depurado, de contrastes cortantes. Y su mujer, la bella Jimena, como también se llamaba y era la esposa del Mío Cid, mostrando las cosas que habían sido el símbolo del asentamiento en Cartagena de aquel hombre, su compañero, a cuya vida se había amarrado después de que él había dejado el viaje constante de Judío Errante por los desfiladeros del recuerdo y se había radicado junto al mar de sus entrañas y de sus evaporaciones de navegante sin brújula, por los caminos inasibles del sueño.
Luego nos sentamos, nosotros tomando vodka, que la prima nos servía con placer y sin pausa, y él unos vinos claros de licor topacio, que se fueron alargando con las horas, mientras un embrujo de ebriedad nos iba embarcando entre las nubes del recuerdo. Fue muy bello porque no existió el asalto temible de la enfermedad sacudiendo el espacio intuíble del porvenir inmediato, que pasó en esos momentos inolvidables para mí, al olvido de todos. Allí estaba el amigo recordando -el hombre no es más que sus propios recuerdos- todo el bagaje de una vida tan pródiga en realizaciones, sus amores que yo evocaba, sus primeros cuentos, sus novelas, el debate abierto con Cortázar, en su momento el más grande de los novelistas del boom, y con Vargas Llosa que lo consagró en altura y en talento conforme a ese bullir constante, sin intermitencias, de una cultura amasada con la fruición de un avaro. Que bello volver a oír a Oscar en esa tarde que ya se cubría de oscuridad, como en la canción Cartagena Contigo de Alfredo de Laspriella.
Yo sabía que no lo volvería a ver. Entonces escribí en NTC … una nota titulada Óscar Collazos, el hombre que vino del mar *. Y fueron muchos los días de los cinco meses que siguieron y las llamadas. Luego la prensa que se ocupó del asunto por un escrito de Oscar al profesor Llinás. Ya era un asunto público en el que el país siguió con la tristeza propia de quien sabe que va a perder muy pronto a un hombre superior que no dejaba un solo enemigo y sí muchos libros que reflejan el rastro de los hombres en esta tierra esquiva, ingrata, violenta, pero que finalmente distingue el valor humano, así sea al final.
Él era ya aquella llamita al viento de Porfirio Barba que, inexorable, nos simboliza a todos. Ahora, con su final y la conversión a polvo de su cuerpo que volverá al océano de sus ancestros, vuelvo a es escribir: Óscar Collazos, el hombre que volvió al mar …
En una bella plegaria por la
salud de Óscar Collazos, el nadaísta Jotamario describía a su amigo como un
“poeta de dos océanos”, y le decía a Dios: “Es uno de los grandes hombres de
pluma y de palabra que pusiste en Colombia como compañero en el viaje de
nuestra vida”.
El domingo pasado, ese dios al
que Jotamario le pedía clemencia con su amigo tal vez entendió que había más
bondad en llevárselo de este mundo que en mantenerlo con una vida que ya no era
vida, por causa del mal infame que lo aquejó en el último año. Ya no era vida,
sobre todo para alguien que la vivió de manera tan intensa y que trató de
reflejar en sus libros no solo el alto voltaje de sus andanzas, sino también
las muchas preguntas que le surgían en torno a una sociedad de tantas
desigualdades y tantos excesos.
Narrador de tres mares, diría
yo, con la venia de Jotamario, porque la vida y la obra de Óscar Collazos
estuvieron bañadas por el Pacífico, frente al cual vio la primera luz; el
Mediterráneo, que lo acogió durante poco menos de dos décadas en la bella
Barcelona; y el Caribe, que lo proyectó al mundo desde La Habana y que lo
acogió en sus últimos años en Cartagena de Indias.
De su infancia en Bahía Solano
se llevó para la vida la poesía del mar y la certeza de que la felicidad puede
estar en los placeres aparentemente sencillos. Se llevó una raza de la que se
sentía orgulloso y las primeras nociones sobre un mundo inequitativo.
Del par de años que vivió en La
Habana, donde fue director del Centro de Investigaciones Literarias de la Casa
de las Américas, se llevó no solo la complicidad y la amistad de grandes
figuras de las letras sino también la confirmación de una vocación a la cual le
fue siempre fiel, con intensidad, con amor y con la certeza de que en el oficio
de la escritura la curiosidad es una guía, pues son muchas más las preguntas
que se plantean que los interrogantes que se resuelven.
En Barcelona vivió la
consagración como escritor, la paternidad y el debate permanente, y en
Cartagena –aburrido de una Bogotá que está tan lejos del mar y con la cual
tenía sentimientos contradictorios– vivió la plenitud del amor, la serenidad de
la madurez, la docencia como testimonio de vida y la amistad sin reparos.
Buen viaje a los mares del más
allá, querido Óscar Collazos.
Este fue el primer cuento
publicado de Óscar Collazos (Bahía Solano 1942), entonces un joven escritor
desconocido de la costa del Pacífico. El cuento fue enviado espontáneamente al Magazín Dominical de El Espectador, que lo
publicó el 7 de octubre de 1962. Collazos habría de ser posteriormente uno
de los más interesantes e imperecederos de los escritores colombianos
posteriores al escandaloso y reputado Booom latinoamericano y a la figura casi
bíblica de García Márquez. Su pluma asedia la mayoría de los géneros de la
escritura –novela, cuento, ensayo y periodismo- y en cada uno de ellos llega a
formular propuestas interesantes. Entre sus títulos podemos recordar: El verano
también moja las espaldas, Son de Máquina, Textos al margen, Memoria compartida,
disociaciones y despojos El asesinato de la modelo y Batallas en el monte de
Venus
Lo primero que leí de Óscar
Collazos fue una serie de cuentos publicados en los famosos bolsilibros del
Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), de los que era lector
impenitente.
Álvaro Suescún y Óscar Collazos. Febrero, 1985. Archivo personal de A. S.
Hace 30 años, en los días finales de febrero de 1985, Óscar Collazos llegó a Barranquilla, procedente de Barcelona. Le dio la bienvenida una sofocante ráfaga de calor que poca mella pudo hacerle, acostumbrado como estuvo a otros recibimientos similares en La Habana o en Buenaventura, ciudades que también habitó y de cuyos recuerdos hacía ostentación.
La Cámara de Comercio le había invitado para dictar una conferencia sobre La modernidad de la Literatura Hispanoamericana. Hay que decir que tenía 15 años de residencia en la ciudad condal, y que ya era un escritor de vasto reconocimiento, narrador de ficciones y analista de la realidad política, hecho a base de talento y de pasión. La audiencia resultó en mucho superior al espacio, y los asistentes debieron esforzarse por escuchar el derroche de su ilustración. Se desplazaba por fechas, cifras, y anécdotas que habían sido llevadas al salón de la fama de su memoria emotiva. Habló a placer de la obra de José Martí, Rubén Darío, Amado Nervo, Vicente Huidobro, José Asunción Silva, Cesar Vallejo, Nicolás Guillén, Jorge Luis Borges, entre otros escritores cuyas obras consideraba la respuesta al romanticismo tardío que se conoció con el nombre de modernismo.
“He asistido a los estrambóticos funerales
de dos escritores que no podrán olvidárseme nunca. El de Manuel Mejía
Vallejo en Medellín, hace muchos años, y el de Óscar Collazos el pasado sábado
(30 de mayo) en la noche, en Cartagena.
A Mejía Vallejo, el novelista
antioqueño de ‘El día señalado’ no le hicieron ceremonia religiosa. Lo
oficiaron en el auditorio de la Biblioteca Piloto de Medellín y duró casi siete
horas con cantos, poemas, tiples, bandolas, lecturas de sus novelas, discursos
y claveles rojos a montones en las manos de una de sus mujeres de antaño
llegada desde Jericó, vestida de gitana de luto.
El de Óscar Collazos fue rotundo. Se
hizo, también sin ceremonia religiosa, en el patio arbóreo de la sede Española
de la Plaza de Santodomingo. No había luces, apenas faroles de velas. No había
llanto de dolor, solo lágrimas de emoción de la última viuda.
Pero hubo alabaos de su costa
pacífica. Desfile ceremonioso afro al son de tambores, cantos y bailes de
boleros, discursos y apoteosis total cuando al pie de la urna con las cenizas
se representó un increíble ballet del Colegio del Cuerpo de Álvaro Restrepo.
Volvieron los discursos, la lectura en tono canturriento de su inolvidable
cuento de ‘La ballena varada’ y, para que nadie se fuera, casi a medianoche,
retumbó la salsa y Jaime Abello bailando abrió la parranda alrededor del
muerto.
Cuando yo muera, y el día cada vez
está más cercano, que no me cremen ni me lleven a ninguna iglesia. Solo
trasteen mi cadáver al Cementerio Libre de Circasia * y que me entierren parado
porque ni de muerto pienso doblar la cerviz.”
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