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Carlos Fernandez Bonilla
1938 - 2014
Por Jorge Enrique Valencia Martínez
Bogotá, septiembre 14 de 2014
Tomado del libro *
REMEMBRANZAS Y SILUETAS
DE LOS HOMBRES DE TOGA DEL
VIEJO TRONCO QUE YA NO ESTÁN
ENTRE NOSOTROS
DE LOS HOMBRES DE TOGA DEL
VIEJO TRONCO QUE YA NO ESTÁN
ENTRE NOSOTROS
Jorge Enrique Valencia Martínez
Ediciones Academia Colombiana de Jurisprudencia. Colección Investigaciones. Volumen I
Diciembre 2014. 371 páginas. Páginas Nos. 333 a 339
1.-Antes, cuando éramos
muchachos y sonaba el teléfono pensaba uno, de propósito, en alegrías y
alborozos, como unas mialmas de nunca acabar. La lozanía de la juventud –que
está de gorja siempre–, se ríe de todo, que todo es retozo y alboroto, mofa y
entretención. Ahora –en estos últimos momentos de la existencia y cuando ya no
se espera nada del mundo que nos rodea–,
las llamadas de las primeras horas del día presagian malas noticias y hasta se
piensa, con algo de pesimismo y mucho de verdad y resignación, en los misterios
de la vida y en la soledad de la muerte… y en tantas cosas más.
2.- Hará
un par de semanas hablé telefónicamente con mi querido condiscípulo del
Gimnasio de Occidente ** de Cali, Gabriel Ruiz Arbeláez, quien me participó, con tristeza y desolación, la muerte de Carlos Fernández Bonilla, bachiller de
nuestro colegio (1958). Iba unos años
delante de nosotros. El rumor distante ¡desde
lejos y desde cerca!, nos ilustraba acerca de sus inquietudes mentales, de
su inteligencia excepcional y brillante, de su inclinación por las ciencias
sociales y de su marcada vocación hacia las letras y el periodismo, que son las
cosas que prenden fuego y pasión a la vida. Acaso vi, mejor que otros, que iba
adelantado a sus compañeros y a su propia generación. Fue de los más talentosos
–y conste que fueron muchos–, de los estudiantes que pasaron por nuestro
establecimiento, bajo la batuta enérgica y severa de don José Domingo Rojas Guzmán, notable y singular pedagogo tolimense,
que todo lo hizo, a puertas abiertas, con excelencia y entereza singulares,
predominando en él, el respeto por las ideas ajenas y la defensa de la
auténtica libertad. Ejercicio, sin sombras ni humos, del más puro espíritu
liberal. Tal su credo y evangelio, ideales que justo es reconocer, nunca se
improvisan y se llevan siempre cosidos al corazón y al espíritu.
3.- Entregado
a lo mío, evoco, que muy generosa y desprendidamente nos dictó en las
vacaciones escolares algunas clases –sin contracambio ninguno–, para poner al
día a los díscolos y malos estudiantes que nos quedábamos en la mitad del
camino entre la ignorancia y la incultura, el obscurantismo y las aguas
despeñadas, por no saber la cartilla, ni entender el abecé, ni las
declinaciones clásicas de la lengua del “Latium”,
y menos, mucho menos, las fórmulas abstractas, enmarañadas e intrincadas, de
aritmética y geometría, de física y química, que nunca entendíamos, como les
consta a mis estupendos y admirados maestros Manuel Sánchez, Jaime
Peñaranda y Álvaro Lozano. Estábamos
siempre en pañales y calzando pocos puntos. Hago memoria de mis compañeros, Benítez, Pérez, Bonilla, Adarve, Paz
Zamudio, Fernández Riva, Ruiz Arbeláez, Losada Muñoz, Salas, y otros más **,
que fuimos testigos de estas cosas, que entre nosotros –por decirlo de una
vez–, se entregan al olvido y se borran de la memoria, cuando se trata de un
deber de gratitud y reconocimiento que debemos en todo caso tener presente. Es
lo humano. Dejó huellas imborrables ¡tan
gran señor siempre!, y en todo,
instruido y versado.
4.- Un
par de años después lo encontré en mi Universidad, el Externado de Colombia,
estudiando la carrera de las leyes entre 1959 y 1963. Alcanzó su grado de
Doctor en Derecho y Ciencias Sociales y Políticas el 13 de noviembre de 1964,
con todos los honores académicos, sin que nada pudiéramos añadir.
5.- De
regreso a su ciudad natal con fervor y entusiasmo se dedicó, por muchos años, a
las labores periodísticas, con notoria lucidez y brillo, sin dejar el buen uso
de la gallardía y las buenas maneras. Fundó, impulsó y dirigió varios
periódicos e impresos. Recordamos –para sacarlos del polvo del olvido–, a “Colombia Universitaria”, “Consigna”, “Bitácora”, “Clarines y
Timbales” y “Signo”. Sus columnas
eran de las más leídas y conspicuas del medio, y sus lecturas, siempre actuales
y objetivas, castizas y correctas –envainadas en la cultura y el pulimento del
lenguaje–, se miraban con interés. No iban con él –porque aquí no hay
profundidad de visión–, las bagatelas ni las frivolidades.
6.- Como
hombre de acción y aspiraciones, este conductor intelectual se vinculó
estrechamente en Cali, a la Biblioteca y a la Imprenta Departamentales. Fue
además, Cónsul de Colombia en Miami.
7.- No
supe del doctor Fernández Bonilla –“Calicho”,
lo llamábamos cariñosamente–, en los
últimos años. Pienso que en estos tiempos hizo, para decirlo con la distinción
y no con las preas del idioma, una vida enclaustrada y silenciosa, a la manera
de un culto interior. A mis amigos les consta que en mis ya distanciados viajes
al terruño, siempre inquiría por sus actividades y por sus batallas de todos
los días, caracterizadas por su inagotable energía y su apasionado e
inextinguible aliento.
8.-
Con expresiones muy bellas y
sentidas, y con un modelo digno de copia, escribió el político y jurista,
doctor Armando Barona Mesa:
“Carlos
Fernández Bonilla, ese compañero de la vida, con el que participamos las mismas
ilusiones, yace aquí, a mi lado, dentro de su nave final, después de haber
agotado todo su camino y haber sembrado, como un labriego, quizás aquel que
tenía como su padre las manos
ásperas, el huerto y el jardín donde florecieron las más puras
raíces y flores. Brotaron sus escritos de periodista como hojas del almanaque
al viento, su pasión por la tauromaquia, dentro del embrujo del garbo
desafiando la muerte. Y aquello que él encarnaba entonces, que era su espíritu
intransigente en la crítica de las malas costumbres, cuando juvenilmente creía
que con su palabra escrita se podía cambiar o por lo menos mejorar el mundo.
Hijo de una mujer llamada Rosa Elena Bonilla, que más parecía la Rosa de los
Vientos, que salían de sus manos bienhechoras como bálsamos para aliviar de sus
dolores a todos sus semejantes que sufrían. Sus hijos, sus hermanos, todos
constituían el jardín de sus amores, el leitmotiv del diario afán y del
conjunto vital de sus pasos enderezados siempre al bien de todos sus
semejantes.
Un
día Carlos se fue alejando voluntariamente de las reuniones donde se lo quería
y admiraba. También dio muestras de sentirse cansado de tanto caminar y seguramente
de los sucesos diarios que sacuden con dureza el sentimiento noble de los
hombres buenos. Había un retiro en él que en su silencio hablaba. Y se fue
apagando hasta que hace dos días su corazón se paró en seco, como en la canción
de los Beatles Paren el mundo,
que quiero bajarme”.
9.-
Por ser trozos y pedazos de la vida,
he conservado sus bondadosas palabras
–ecos de antiguas inquietudes e impaciencias que siempre se sentirán
bien–, escritas por él en la presentación en Cali (1985), del Libro Homenaje a Luis Carlos Pérez, que tuve el honor
de dirigir.
“A
mi aire
El
libro, homenaje
Carlos
Fernández Bonilla
“Fue el doctor Jorge Enrique
Valencia, desde sus mocedades, un hombre de estudio. Cuando sus condiscípulos
del Gimnasio de Occidente encontraban el clímax de la felicidad practicando
fútbol en las entonces desiertas canchas populares de Cali, el doctor Valencia
hacía de las lecturas su pasatiempo favorito. Devoraba con ansias cuanto libro
se ponía delante de su inquieta mirada. Especialmente la historia, la geografía
y la literatura eran sus fuertes.
Muy luego, los antañones claustros
del Externado de Colombia, regidos entonces por la severa y austera figura del
Maestro Ricardo Hinestrosa Daza, fueron testigos de su dedicación, de su amor
al estudio, de su perenne vocación discente. Y allí bajo la tutela espiritual
de los Hinestrosa –el Maestro y Fernando, su brillante vástago– de José J.
Gómez, de Hernán Salamanca, de Gonzalo Vargas Rubiano, de Antonio Rocha, de
Agustín Gómez Prada, de Simón Carrejo, para citar solamente algunos nombres
ilustres que acuden a mi mente, se formó de jurista que años después ha honrado
el foro y la cátedra de la muy noble y muy leal ciudad de Santiago de Cali.
Pero esa vocación de estudioso de la Ciencia Jurídica ha querido el doctor
Jorge Enrique Valencia plasmarla en libros, que más que las sentencias o las
conferencias de la universidad son un testimonio para la historia. Porque el
escritor es notario de su época.
Con el libro “Estudios Penales
–homenaje al profesor Luis Carlos Pérez–” son tres los “Libros Homenaje” que
completa el doctor Valencia. Los dos primeros estuvieron dedicados a Luis Zafra
y a Jorge Enrique Gutiérrez Anzola y este último es un justísimo reconocimiento
que se rinde a un jurista de los más puros quilates, a un hombre que como el
Profesor Luis Carlos Pérez, ha dedicado casi toda su vida a las nobilísimas
tareas del foro y de la cátedra.
….…..
«Secundando
la feliz iniciativa que desde Cali lanzara el joven y dinámico penalista Doctor
Jorge Enrique Valencia, un selecto grupo de juristas nacionales y extranjeros,
ha querido rendir a Luis Carlos Pérez un merecido homenaje, de la única manera
como los intelectuales podemos y sabemos hacerlo: Escribiendo sobre temas que
conocemos y que en este caso juzgamos, además, de interés para jueces, abogados
y estudiantes de derecho. No es fácil hablar de alguien tan sobradamente
conocido y admirado como Luis Carlos Pérez. Diría, sin embargo, que es un
hombre que ha vivido en olor de cátedra, desde el día ya lejano en que muy
joven sorprendió a una embelesada clase de estudiantes de su nativa Universidad
del Cauca con sus lecciones para introducirlos a la ciencia del Derecho Penal
–disciplina que desde entonces lo subyugó– hasta el día de hoy en que aún
deleita y convence a quien quiera oírlo en curso regular seminario, conferencia
o charla coloquial sobre tópicos que usualmente abarcan desde la literatura y
la economía hasta el derecho penal y la criminología.
Entre uno y otro extremos vitales ha
quedado indeleble impronta de su espíritu: de ella son testigos y agradecidos
recipiendarios sus alumnos universitarios de los centros académicos del Cauca,
Nacional y Libre y se ha plasmado en obras de tanta alcurnia intelectual como
las nuevas bases del Derecho Criminal, Los Delitos Políticos, Criminología,
Práctica Jurídico–Penal y su Tratado de Derecho Penal que reestructurado y
ampliado en sucesivas ediciones, constituye paradigma de erudición y seriedad
científicas»…
Con
estas palabras saluda, en amable prólogo el tratadista Alfonso Reyes Echandía,
el nuevo libro–homenaje del doctor Valencia que es, a no dudarlo, una preciosa
joya para abogados, jueces y estudiantes de derecho”.
10.-
Nació en Cali el 20 de agosto de
1938 y cerró los ojos para siempre en nuestra bella y añorada ciudad el 15 de
agosto de 2014. Tenía 76 años de edad. Sobre las ruinas y escombros que deja la
muerte, con todas sus auténticas pesadillas y opresiones –las acabo de vivir
con la muerte de mi hermana–, jamás nunca olvidaremos al incomparable jurista y
excelente amigo. Las hojas de sus escritos, con su prosa suelta y obstinada,
permanecerán por siempre con el doblez intacto. Su alma yace en la esperanza de
Dios.
Bogotá,
septiembre 14 de 2014
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* Tomado del libro
REMEMBRANZAS Y SILUETAS
DE LOS HOMBRES DE TOGA DEL
VIEJO TRONCO QUE YA NO ESTÁN
ENTRE NOSOTROS.
Jorge Enrique Valencia Martínez.
Ediciones Academia Colombiana de Jurisprudencia. Colección Investigaciones. Volumen I.
Diciembre 2014. 371 páginas. Páginas Nos. 333 a 339.
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Otro texto publicado en el mismo libro, y publicado por NTC ...
24 de enero de 2015
VARGAS VILA O EL CARÁCTER. ENTREVISTA. Por Marcelino Valencia. Barcelona. Febrero 26 de 1932.
http://ntc-documentos.blogspot.com/2015_01_24_archive.html
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Alfonso Paz Zamudio, Francisco Perez, Jorge Enrique Valencia y Gabriel Ruiz
Reunión de condiscípulos bachilleres (1950 - 1961) del Gimnasio de Occidente de Cali
Agosto 5, 2011, 6:00 PM, en Cali, El Obelisco.
http://ntc-eventos.blogspot.com/2011_07_30_archive.html
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Jorge Enrique Valencia, Alfonso Paz Zamudio, Francisco Perez y Gabriel Ruiz
Agosto 5, 2011, 6:00 PM, en Cali, El Obelisco.
https://picasaweb.google.com/111515077843964359836/BachilleresGimnasioDeOccidenteJulio191961201150Anos
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Jorge Enrique Valencia, Alfonso Paz Zamudio, Francisco Perez y Gabriel Ruiz
Agosto 5, 2011, 6:00 PM, en Cali, El Obelisco.
https://picasaweb.google.com/111515077843964359836/BachilleresGimnasioDeOccidenteJulio191961201150Anos
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