jueves, 12 de enero de 2012

LUIS VIDALES, sus cenizas en Calarcá. Debate

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Publica y difunde: NTC …* Nos Topamos Con
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Luis Vidales 
Calarcá, el 26 de julio de 1900 - Bogotá, 14 de junio de 1990, a los noventa años de edad.
Fotografía tomada en 1948
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Cuarto hijo del maestro Roberto Vidales y de Rosaura Jaramillo de Vidales, nació en la hacienda Río Azul, jurisdicción de Calarcá, el 26 de julio de 1904 según los registros bautismales, pero al parecer en realidad cuatro años antes (1900) según datos familiares (la Guerra de los Mil Días y el hecho de que sus padres fueran liberales radicales y masones parece haber impedido su bautismo durante cuatro años). 
... .  (Luis Vidales. Por Carlos Vidales.  http://hem.bredband.net/rivvid/lvidales/luisv.htm ).
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 "... no nos gustaría que las cenizas de Luis Vidales 
se las utilizara para librar disputas por sitios de honor con las cenizas de otros muertos. ..." 
Carlos Vidales (Estocolmo, Enero 12, 2012)
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¡Carajo, todo el mundo a descubrirse!  

Autor: Hugo Hernán Aparicio Reyes


En la voz del poeta percibí molestia: están moviendo los restos de Vidales. Acabo de verlo a mi paso por la casa de la cultura. Buen tema para investigar. Si, compartí su pálpito; en ocasiones un instinto fino activa alarmas: tras un hecho en apariencia intrascendente, una historia para ser sabida y contada; razón de más si transcurre la última semana de una administración municipal en irresponsable despedida. Aquí el resultado de las pesquisas.

Es inminente la llegada de otra urna cineraria al panteón cultural de la Villa, área de ingreso a la casa de la cultura, donde aún no hallan reposo los despojos de Luis Vidales; en 1926 pulsó timbres despertadores en la poesía colombiana. ¿Serán acaso las cenizas de Humberto Jaramillo Ángel? Por desacato al acuerdo del concejo municipal la edificación no lleva su nombre; ¿de su hermano Rodolfo?, ¿de Bernardo Palacio o Nelson Osorio?, ¿quizá de un artista plástico, músico o gestor? Debió ser personaje cultural de primera línea si al mentado pero poco leído poeta y a su escudero Javier Huérfano los relegaron al extremo oculto del diminuto jardín cementerio. Las losas con sus nombres y algún verso quedaron de cara al muro donde solo prolijos visitantes podrán leerlas; una figura de bronce alusiva a la danza clásica sobre pedestal de mármol, ahora objeto de desvelo y alerta para los celadores del edificio, se ubicó en el centro del espacio como separador de estratos funerarios. No, ninguno de los anteriores.

Antes de satisfacer curiosidades, evoqué a saltos los destinos, fugaces unos, otros prolongados, de Luis Vidales Jaramillo en su sacudida existencia: nacimiento y primera infancia en Calarcá cordillerana “La aldea se llamaba Calarcá en la escritura del pecho del niño de tres años…”, el temprano traslado de la familia a Honda, sus estudios en Bogotá, Colegio del Rosario; en París, La Sorbona, Academia de Altos Estudios; diplomático en Génova, Italia; de nuevo el amado París.

Regreso a Bogotá, presencia frecuente en las tertulias del café Windsor, sede bohemia del Grupo de los Nuevos; celebrado por Luis Tejada con la exclamación título de esta columna; publicó Suenan Timbres con estruendo de cañón en la literatura continental, e integró el grupo fundador del Partido Comunista Colombiano, incendio del periódico Tierra, donde colaboraba; correrías de agitación y proselitismo por Boyacá, Tolima, Huila, Viejo Caldas; detenciones y cárcel en innumerables ocasiones, exilio familiar durante años en Chile, tras el Bogotazo. Retorno a Bogotá; dirigió la oficina de estadísticas nacionales (hoy Dane), viaje a Moscú para recibir el premio Lenin de la Paz; vejámenes y maltratos en la afrentosa visita a los calabozos del estatuto de seguridad Turbay-Camacho Leyva, cuando ya anciano solo representaba peligro para la estulticia uniformada. Tras su muerte, en 1990, legada a la inteligencia del mundo una obra poética de vigente vanguardia en nueve libros, el olvido, el desprecio por sus restos, finalmente custodiados y entregados a su municipio de nacimiento, a despecho de los descendientes, por Javier Huérfano.

Unos metros más allá, maestro por favor, córrase, ceda el sitio asignado para su descanso a la figura paradigmática de la cultura calarqueña, ante cuyo nombre el suyo palidece; campeona local de la política, blanco de balas anónimas hace ya 18 años; promotora del edificio construido y mantenido durante décadas con fondos públicos administrados bajo su personal tutela; cacica caciqueña de incontables logros y merecimientos, compensados mediante contratos y cuotas burocráticas para ella, para familia y amigos, por altos jerarcas de su partido; parlamentaria durante cuatro periodos, despojada de su investidura, justo por presidir —fintas éticas e irónicas—, la junta directiva de la fundación, propietaria entonces del inmueble donde tendrá final sosiego. A un lado, maestro. Política mata cultura.
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de:   Carlos Vidales cvidales6@gmail.com
para:       Hugo Hernán Aparicio Reyes ,
 Revista santo&seña
CCO: NTC … , ntcgra@gmail.com
fecha:         12 de enero de 2012,  04:17
asunto:  Los restos de Luis Vidales


Estimado Hugo Hernán Aparicio Reyes,

Le escribo para agradecerle su excelente artículo, publicado en Crónica del Quindió, sobre los restos de mi padre en la Casa de la Cultura de Calarcá y el desplazamiento que probablemente sufran para dar lugar a otros restos, tal vez más inmortales.

Solamente quiero comentar que no es estrictamente cierto "el desprecio por sus restos, finalmente custodiados y entregados a su municipio de nacimiento, a despecho de los descendientes, por Javier Huérfano". Como usted seguramente sabe, vivo en el exilio, en Suecia, desde finales de 1980. Cuando mi padre murió, solamente mi hermano menor, Leonardo, vivía en Colombia y cuidaba de mi padre, pese a que la relación entre ellos era muy mala. Un mes antes de morir, mi padre me llamó por teléfono para despedirse pues, me dijo, sentía ya la muerte muy cerca. Me hizo prometerle que no viajaría a Colombia, ya que estaba convencido de que sería muy peligroso para mi seguridad. Hablamos durante una hora, o más, arreglando asuntos familiares. Le pregunté si tenía algún deseo sobre el destino de sus restos. Me respondió: "Si me quieren llevar a Calarcá, allá quiero estar. Si no, que me pongan al lado de la tumba de mi madre". En eso quedamos.

Cuando mi hermano menor me llamó, meses después de la muerte de mi padre, para decirme que "los amigos de papá se quieren llevar los restos a Calarcá", le dije que yo estaba completamente de acuerdo porque el propio poeta me lo había expresado como su última voluntad. Le dije también que yo tenía plena confianza en que los amigos de Luis Vidales cumplirían este último deseo suyo con decoro y seriedad. Creo que así lo hicieron.

Así pues, no fue "a despecho" de los descendientes del poeta que sus restos fueron trasladados a Calarcá, sino con nuestro pleno consentimiento y, en lo que a mí personalmente respecta, con mi sentimiento de inmensa gratitud hacia Javier Huérfano, la ciudad de Calarcá y los generosos amigos de mi padre que velan por su recuerdo y su memoria.

Reciba mi saludo de cordial amistad.

Carlos Vidales. Estocolmo, Suecia.

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De: Carlos Vidales 
Fecha: 12 de enero de 2012,  15:22
Asunto: Re: FACEBOOK Amigos Casa de la Cultura Calarcá . Re: Gracias. Googleando. Comentario .... Re: Los restos de Luis Vidales
Para: NTC
CC: Hugo Hernán Aparicio Reyes , Revista santo&seña


Muchas gracias, amigos de NTC..., por sus comentarios y sus publicaciones en Crónica del Quindío y en el Facebook de la Casa de la Cultura de Calarcá , http://www.facebook.com/group.php?gid=170131182073&v=info

Luego de escribir mis aclaraciones, he pensado que tal vez faltan algunos comentarios que podrían contribuir a una mejor comprensión de las circunstancias que definieron el último período de la vida de mi padre y, más tarde, el destino final de sus restos mortales.

Como ya he dicho en otras ocasiones y como es "vox populi" en Colombia, las relaciones personales entre mi padre y mi hermano menor fueron malas (más que malas, pésimas) durante los últimos años de vida del poeta. No obstante eso, mi hermano cuidó de mi padre y fue la única persona que tuvo en cuenta sus desayunos, sus almuerzos, su aseo, sus necesidades cotidianas. Con increíble generosidad y nobleza, mi hermano estuvo siempre atento a los detalles de la vida diaria, pese a los iracundos momentos de confrontación que tenía con mi padre. Hubo incluso personajes que visitaban al maestro Vidales con frecuencia y se sentían autorizados a insultar a mi hermano, o incluso agredirlo físicamente, como alguno de ellos lo hizo. Alguna vez recibí una carta enviada desde París por una prestigiosa profesora francesa, que me escribía para inmiscuirse en los asuntos íntimos de la familia y cubrir de infames calumnias el nombre de mi hermano. No le respondí. Siempre mantuve la convicción de que los conflictos entre un padre y su hijo son asuntos particulares en los que nadie debe interferir y, muchísimo menos, si es ajeno a la familia. En este punto soy más siciliano que Don Corleone.

Por desgracia mi hermano no lo entendió así. Herido y humillado, con el inmenso dolor de los agravios recibidos, habló públicamente sobre sus conflictos y quejas, dañando su propio prestigio, el de mi padre y el de toda la familia. En un país acostumbrado al canibalismo en todas sus formas, esto es un grave error. Pero yo lo comprendo y lo perdono porque sé que mi hermano es uno de los seres más puros, generosos y nobles que he conocido.

Los últimos ocho años de vida de mi padre están marcados por un saqueo inmisericorde. Entre los muchos visitantes que llegaban a su vivienda (que era la casa de mi hermano), venían camuflados de "amigos" y "camaradas" algunos ladrones que fueron robando sin piedad libros, papeles, documentos, el equipo de estéreo que yo le había regalado, gran parte de su obra inédita, en fin, cuanto objeto podían apropiarse como un fetiche de recuerdo o como una mercancía para el mercado de los fascinerosos que tanto abundan en mi doliente patria.

Tan grande y tan cínico era el despojo que mi padre le dedicó el último de los tres sonetos que forman parte de la trilogía titulada "Los allanamientos". Los dos primeros sonetos describen los asaltos militares y policiales a su casa, pero el tercero habla de otros allanadores, los falsos amigos, los "espectros de la casta", los que le han robado sus libros amados, "La Ilíada"", la tragedia griega, las "florecillas" de San Francisco, la obra de Rubén Darío, la "Odisea", los poemas del inolvidable, conmovedor, amadísimo Rimbaud. Así lo dijo, como lo hubiera pintado Goya, mostrando la infamia sin identificar por su nombre a los infames:

Llegaron los espectros de la casta.
Dijeron al entrar: "Lo suyo es mío".
Homero en su anaquel tembló de frío.
Y maliciosa se mostró Yocasta.

San Francisco fungió de iconoclasta.
Al infinito azul clamó Darío.
En los tomos el sol se hizo sombrío.
Y Ulises quedó preso en la subasta.

Son los nuevos fantasmas de quien viene
a subvertir el orden de este mundo.
¿Luna de miel, si es árida Selene?

Y vi a Rimbaud, en vilo sus hisopos
y no meó hacia el cenit profundo
con venia de los altos heliotropos.


De estas cosas hablamos, mi padre y yo, en el curso de nuestra última conversación telefónica, un mes antes de su muerte. Reconoció que mi hermano había tratado de detener el implacable despojo y me dijo explícitamente que estaba muy agradecido por eso. Es una tragedia que haya muerto sin decírselo a él mismo, a su hijo menor. Pero es, en todo caso, una tragedia íntima, del ámbito familiar, y si hoy me siento obligado a ventilarla en público, es solamente porque en los últimos años han venido creciendo en algunos círculos de la sociedad colombiana, como las hierbas malas, rumores no precisados, chismes insinuados, alusiones de vaga descalificación contra los descendientes del Maestro. Son falsedades repetidas por personas de buena fe, pero que tienen su origen en la pequeña pandilla de ladrones que entraron en la casa de Luis Vidales y dijeron: "Lo suyo es mío".

Y en cuanto al destino de sus restos tengo también algo que decir. Los hijos de Luis Vidales conocemos a nuestro padre mejor que nadie. Sabemos que amaba a Calarcá y que quería dormir allí el sueño eterno de la muerte. Si se nos diera el privilegio de opinar al respecto, preferiríamos que sus cenizas se confundieran con la tierra calarqueña en lugar de estar prisioneras en una urna. Y, desde luego, no nos gustaría que se las utilizara para librar disputas por sitios de honor con las cenizas de otros muertos. Porque Luis Vidales y sus hijos somos mucho más grandes que eso.

Saludos muy cordiales.

Carlos Vidales
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Correspondencia: los restos de Luis Vidales
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De Gustavo Paéz Escobarhttp://gustavopaezescobar.com/ , (enero 13)

Carlos Vidales:

Me han estremecido los documentos sobre los restos de su ilustre padre. Por sugerencia mía, se llevaron a la Casa de Cultura de Calarcá los restos de Javier Huérfano. Soy escritor y periodista. Durante 15 años fui gerente de un banco en la ciudad de Armenia, y ahora, en la época del retiro laboral, resido en Bogotá. Hace algunos años escribí una sentida nota sobre Luis Vidales. Si no la conoce, se la enviaré con el mayor gusto.

Saludos de

Gustavo Páez Escobar

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Respuesta de Carlos Vidales, http://luisvidales.blogspot.com/ , (enero 13)

Estimado Gustavo:

Mil gracias por el envío de los artículos. Conocía el que dedicó a Javier Huérfano pero no había leído nunca el texto dedicado a Luis Vidales, que me ha gustado mucho por su sobriedad y exactitud. Nunca sabremos bien si el Maestro nació en 1904 o en 1900, fecha esta última que parece más verosímil y comprobable. Lo importante es que el siglo XX nació, para la poesía colombiana, con "Suenan Timbres", en 1926.

Yo también sigo impresionado por las discusiones an Calarcá sobre el destino de las cenizas poéticas de dos enormes compatriotas. Pero lo que me impresiona no es que quiten esos restos de ahí o que los pongan en un sitio de menor cuantía: no es la calidad del sitio lo que honra o deshonra unos restos mortales, son los restos mortales los que honran o deshonran, según el caso, los sitios donde reposan. Los restos de Pinochet siempre convertirán en un muladar inmundo al más bello palacio; los restos de Luis Vidales y Javier Huérfano siempre transformarán en lugar digno y honroso a la más humilde fosa común. Me impresiona, por eso, que se discuta tanto sobre el rincón adonde van a desplazar esas cenizas. Pónganlas donde quieran, que ellas se llevarán consigo el brillo, el honor y el amor de las gentes de bien adonde quiera que vayan.

Valoro y agradezco el artículo de Hugo Hernán Aparicio Reyes porque expresa un cariño sincero hacia mi padre y su obra, pero no comparto del todo sus criterios. El Maestro Vidales creía sinceramente que solo después de una verdadera revolución social podría exigirse que los ciudadanos de valor tuvieran reconocimiento justo, tanto en vida como después de la muerte; mientras la sociedad sea como es, todo homenaje es sospechoso de tráfico de influencias.

Yo soy más escéptico que mi padre: creo que los honores póstumos no enaltecen al muerto sino engordan al vivo que los organiza y promueve. Creo que ese comercio de prestigio necrófilo no desaparece simplemente en virtud de revoluciones políticas o sociales. Véanse, para pruebas, los mausoleos faraónicos y los catafalcos de oro y piedras preciosas con que se deshonra y manosea la memoria y el cadáver de personajes que, se supone, lucharon por la justicia social, por la república y contra la monarquía, por los desposeídos y contra los opresores. No quiero ese destino infame para las cenizas de un poeta revolucionario.

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De Gustavo Paéz Escobarhttp://gustavopaezescobar.com/ (enero13)

A mis amigos escritores quindianos:

Me han impresionado los documentos revelados por NTC ...  sobre los restos de Luis Vidales y de Javier Huérfano. No me queda claro qué otras cenizas van en camino hacia el centro cultural. Hugo Hernán Aparico Reyes no precisa este asunto en su artículo. Menciona el hombre de algunos escritores (entre ellos, el de Humberto Jaramillo Ángel) y el de la exgobernadora Lucelly García de Montoya*, quien como parlamentaria fue la creadora de la Casa de la Cultura.

Ignoraba yo que se hubiera incumplido un acuerdo del Concejo que dispuso que la entidad llevara el nombre de Humberto Jaramillo Ángel. ¿Por qué se incumplió dicho acuerdo?, es una pregunta elemental.

Los correos enviados desde Suecia por Carlos Vidales, hijo del ilustre poeta, son estremecedores. Maneja el caso con elegancia y dignidad cuando dice: "...preferíamos que sus cenizas se confundieran con la tierra calarqueña en lugar de estar prisioneras en una urna. Y, desde luego, no nos gustaría que se les utilizara para librar disputas por sitios de honor con las cenizas de otros muertos. Porque Luis Vidales y sus hijos somos mucho más grandes que eso".

Cuando por sugerencia mía se llevaron allí las cenizas del fiel escudero de Vidales, el poeta del dolor Javier Huérfano, me manifestaba lo siguiente el también poeta calarqueño Elías Mejía, en respuesta a una preocupación que le había expuesto: "La alcaldía se suma a tu idea dando el permiso y costeando la construcción del pequeño nicho en la jardinera de la Casa de la Cultura. El temor que manifestó el alcalde fue del talante que tú planteas: que no vaya a parecer la Casa... un cementerio" (3-III-2010).  

Parece que aquel temor tiende a volverse realidad. No sé en detalle lo que sucede hoy en Calarcá sobre este asunto, y créanme que, por los documentos recogidos por NTC ..., los sucesos olfateados por Aparicio me conturban. Desearía, por supuesto, que la oscuridad que ha llegado hasta mi biblioteca se despejara y tuviera un noble desenlace.

Reciban mis cordiales abrazos,

Gustavo Páez Escobar 
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Respuesta de Carlos A. Villegas http://bitacoradeulises.blogspot.com/ , http://termitacaribe.blogspot.com/ (ENERO 13)

Apreciado Gustavo

Respondo a vuelo de tecla a tu correo electrónico.

Has puesto en el escenario nacional un debate empezado por la revista Santo y Seña a través de El Diario la Crónica y NTC ... . Los quindianos debemos agradeerte a tí, a Hugo Aparicio y a Gabriel Ruiz, por estos nuevos campanazos sobre el poeta Luis Vidales y el destino final de sus restos. Pero el debate no debe agotarse en si ese es el sitio o no para el poeta de la innovación literaria en Colombia. Debe avanzar a un reclamo hacia la cultura colombiana y su deuda con un poeta de talla  universal infaltable en cualquier antología iberoamericana donde se hable y se escriba el hispañol -la lengua de los hispanoparlantes-. Ya sabes que el español no lo hablan en España ni los castellanos, ni que decir de los gallegos, los catalanes, los valencianos, para no extendernos en enumeraciones de las multiples lenguas habladas en la península ibérica.

El establecimiento cultural colombiano -quienes proyectan la cultura institucional y las obras que la apuntalan y fortalecen- deben entender y empezar a cancelar la deuda con este poeta colombiano. Ya había señalado, en su momento, la ignoracia y el olvido del Ministerio de Cultura en el centenario del nacimiento del poeta ( http://www.calarca.net/ferialibro.html ). Alguna vez me comuniqué con Carlos Vidales para sugerirle una Casa de Poesía Luis Vidales. El heredero señaló la pertinencia de la idea, pero subrayó la indolencia del estatuo quo cultural frente a esta iniciativa. Y en otra oportunidad, cuando el poeta Elías Mejía consultaba mi opinión sobre la posibilidad de trasladar los restos de Javier Huérfano a la Casa de la Cultura de Calarcá, le manifestaba no solo mi acuerdo con esa iniciativa, sino que le planteaba la posiblidad de realizar en el departamento del Quindio un Parque Nacional de los Poetas, donde reposaran los restos de todos los cultores de la palabra que así lo desearan.

En su momento, le diseñé a Elías, también a vuelo de tecla, un preproyecto que incluia museo de exposiciones sobre la literatura colombiana, parque de los poetas muertos, con gualanayes florecidos, sitios de lectura y escucha y escenarios para recitales y conciertos. Una obra en grande para celebrar en grande la existencia de este poeta colombiano que para fortuna de los quindianos nació en Calarcá. Este pryecto se podría articualr con la iniciativa Geografías Poéticas, un proyecto de la escultora Alba Lucia Solorzano para exaltar la memoria del otro de los grandes poetas quindianos, el entrañable Baudilio Montoya. Ambos, proyectos de dimensión nacional que si bien puede y debe ser liderado por los quindianos, necesita la concurrencia nacional -el Ministerio de Cultura entre otras entidades nacionales-  y de ser posible recursos internacionales. Un Parque de los Poetas en homenaje a Vidales y a Baudilio Montoya, es altamente consistente con los desarrollo bioculturales que propugna la declaración de la Unesco del Paisaje Cultural Cafetero.

Colombia sigue en deuda con Luis Vidales y parace que la indolencia local, no entiende la dimensión de este creador de cultura iberoamericana. Esperemos que la nuevas administraciones tengan la conciencia cultural necesaria para emprender proyectos que hagan sonar los timbres de la literatura -nuestra cultura- en el ámbito nacional e internacional. No dudo que la visión de la nueva gobernadora y su demostrada capacidad de liderazgo la impulsen a desarrollar un proyecto trascendente por el que sea recordada, entre otras de sus múltiples iniciativas, su gestion de gobierno.

Nuevamente gracias por la información que haces llegar hasta Texas. Ella me mantiene al tanto del devenir cultural de mi región. Y nuevamente felicitaciones por tu inqueblantable voluntad de divulgación de los valores y los sucesos culturales desde tu ventana informativa en uno de los más valiosos e importantes diarios colombianos. Que siga el debate, pero obremos en consecuencia.

Como este tema interesa a muchos otros colombianos, copio a algunos de ellos.
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de:   Gustavo Páez Escobar http://gustavopaezescobar.com/ 
para: NTC
fecha:         14 de enero de 2012,  10:30
asunto:      RE: . Fwd: Luis Vidales. NTC ... Compilaciones 1. Ene 14, 2012.pdf * 

Amigos de NTC:

Magnífica compilación sobre Luis Vidales y Javier Huérfano. Los felicito. 

En Calarcá está prendido el debate sobre las cenizas. Así, resurge el recuerdo de los poetas.

Saludos de Gustavo Páez Escobar 
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NTC ... ENLACES :
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Sobre Luis Vidales:
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** http://luisvidales.blogspot.com/ Luis Vidales. Página oficial del poeta de "Suenan timbres"
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** http://ntcblog.blogspot.com/2006_03_02_archive.html Publicación de NTC ... . 80 AÑOS DE “SUENAN TIMBRES” de Luis Vidales, 25 de Febrero de 1.926 HOMENAJE Y MEMORIAS. FEBRERO 26, 2.006.
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Luis Vidales y su magia poética
Por: Gustavo Páez Escobar
El Espectador, Bogotá, 29 de julio de 2004.
http://www.gustavopaezescobar.com/site/?p=938
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Sobre Javier Huérfano:
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Javier Huérfano, Encuentro y trueque de libros


En diciembre pasado (2010) pasamos por Calarcá y tuvimos la fortuna de encontrarnos con el escritor Libaniel Marulanda. Con él fuimos a visitar la Casa de la Cultura, que, por cierto, se encuentra embargada, y me encontré con la sorpresa de ver al lado de la losa dedicada a Luis Vidales, a la entrada de la Biblioteca, la del poeta Javier Huérfano, nacido, también, en Calarcá.
Conocí, casualmente, a Javier Huérfano a mediados de los ochentas, cuando publicaba sus primeros trabajos en revistas colombianas. Luego Vidales le prologó su primer libro. Y ahora se acompañan a la entrada de la Casa de la Cultura de su pueblo natal.

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Muere un ruiseñor
Por: Gustavo Páez Escobar
Sobre el poeta Javier Huérfano, que acaba de fallecer en Bogotá, dijo Luis Vidales en 1984: “Huérfano, pero no de poesía”.
EL ESPECTADOR, 14 Feb 2010 - 8:54 pm
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Javier Huérfano, poeta del dolor

Por: Gustavo Páez Escobar
http://www.gustavopaezescobar.com/site/?p=839
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Javier Huérfano Torres: uno deja la boca sin posibilidad de besos

http://literamus.blogspot.com/2010/09/javier-huerfano-1959-2010-luz-de-papel.html 


En este programa escucharemos a manera de homenaje la presentación del libro “Luz de papel” del poeta amigo Javier Huérfano quien el 12 de febrero de 2010 falleció después de luchar durante 7 años con una penosa enfermedad.

Javier Huérfano presentó su libro “Luz de papel” el pasado 15 de diciembre de 2009 en la Casa del Quindío, en bogotá. Aquella fue su última presentación pública y aquí escucharemos sus palabras.
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Javier Huérfano Nació en Calarcá, Quindío, Colombia en 1959, fue poeta, pintor, gestor cultural: Se ganaba la vida como tallerista y librero. Vivía en en Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá, como él mismo decía, “donde supuestamente no viven los poetas”. Construyó su casa, sus sueños y los de muchas personas y formó bibliotecas en su localidad.
Publicó los poemarios: Visiones, 1984; Niñez del amor, 1985; Presencia de las sombras, 1985; Uno está en el día como dormidos, 1986; Ruega entonces que el camino sea largo, 1996; Aquí estoy en mi alto lugar, 1997; El olvido no tiene palabra, 1998; A las manos les reservo, 2002; La luna de Calarcá la teníamos alquilada, 2002; Animal de vuelo quiero ser, 2002; La noche cómo pájaro viudo, 2004; Quién dijo que la oscuridad no es otra luz, 2006; Luz de papel, 2009. Sus poemas han sido traducidos al inglés por la escritora Leslie Wirpsa ( http://www.catamountinstitute.org/about-us/our-staff ) .
Allí  algunos de sus poemas.

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