lunes, 16 de febrero de 2015

Carlos Fernandez Bonilla, 1938 - 2014. Por Jorge Enrique Valencia Martínez. Bogotá, septiembre 14 de 2014

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Carlos Fernandez Bonilla 

1938 - 2014

Por Jorge Enrique Valencia Martínez

Bogotá, septiembre 14 de 2014


Tomado del libro *
REMEMBRANZAS Y SILUETAS 
DE LOS HOMBRES DE TOGA DEL 
VIEJO TRONCO QUE YA NO ESTÁN 
ENTRE NOSOTROS 

Jorge Enrique Valencia Martínez 

Ediciones Academia Colombiana de Jurisprudencia. Colección Investigaciones. Volumen I
Diciembre 2014. 371 páginas. Páginas Nos.  333 a 339

1.-Antes, cuando éramos muchachos y sonaba el teléfono pensaba uno, de propósito, en alegrías y alborozos, como unas mialmas de nunca acabar. La lozanía de la juventud –que está de gorja siempre–, se ríe de todo, que todo es retozo y alboroto, mofa y entretención. Ahora –en estos últimos momentos de la existencia y cuando ya no se espera nada del mundo que nos  rodea–, las llamadas de las primeras horas del día presagian malas noticias y hasta se piensa, con algo de pesimismo y mucho de verdad y resignación, en los misterios de la vida y en la soledad de la muerte… y en tantas cosas más.

2.-    Hará un par de semanas hablé telefónicamente con mi querido condiscípulo del Gimnasio de Occidente ** de Cali, Gabriel Ruiz Arbeláez, quien me participó, con tristeza y desolación, la muerte de Carlos Fernández Bonilla, bachiller de nuestro colegio (1958). Iba unos años delante de nosotros. El rumor distante ¡desde lejos y desde cerca!, nos ilustraba acerca de sus inquietudes mentales, de su inteligencia excepcional y brillante, de su inclinación por las ciencias sociales y de su marcada vocación hacia las letras y el periodismo, que son las cosas que prenden fuego y pasión a la vida. Acaso vi, mejor que otros, que iba adelantado a sus compañeros y a su propia generación. Fue de los más talentosos –y conste que fueron muchos–, de los estudiantes que pasaron por nuestro establecimiento, bajo la batuta enérgica y severa de don José Domingo Rojas Guzmán, notable y singular pedagogo tolimense, que todo lo hizo, a puertas abiertas, con excelencia y entereza singulares, predominando en él, el respeto por las ideas ajenas y la defensa de la auténtica libertad. Ejercicio, sin sombras ni humos, del más puro espíritu liberal. Tal su credo y evangelio, ideales que justo es reconocer, nunca se improvisan y se llevan siempre cosidos al corazón y al espíritu.

3.-    Entregado a lo mío, evoco, que muy generosa y desprendidamente nos dictó en las vacaciones escolares algunas clases –sin contracambio ninguno–, para poner al día a los díscolos y malos estudiantes que nos quedábamos en la mitad del camino entre la ignorancia y la incultura, el obscurantismo y las aguas despeñadas, por no saber la cartilla, ni entender el abecé, ni las declinaciones clásicas de la lengua del “Latium”, y menos, mucho menos, las fórmulas abstractas, enmarañadas e intrincadas, de aritmética y geometría, de física y química, que nunca entendíamos, como les consta a mis estupendos y admirados maestros Manuel Sánchez, Jaime Peñaranda y Álvaro Lozano. Estábamos siempre en pañales y calzando pocos puntos. Hago memoria de mis compañeros, Benítez, Pérez, Bonilla, Adarve, Paz Zamudio, Fernández Riva, Ruiz Arbeláez, Losada Muñoz, Salas, y otros más **, que fuimos testigos de estas cosas, que entre nosotros –por decirlo de una vez–, se entregan al olvido y se borran de la memoria, cuando se trata de un deber de gratitud y reconocimiento que debemos en todo caso tener presente. Es lo humano. Dejó huellas imborrables ¡tan gran señor siempre!, y en todo, instruido y versado.

4.-    Un par de años después lo encontré en mi Universidad, el Externado de Colombia, estudiando la carrera de las leyes entre 1959 y 1963. Alcanzó su grado de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales y Políticas el 13 de noviembre de 1964, con todos los honores académicos, sin que nada pudiéramos añadir.

5.-    De regreso a su ciudad natal con fervor y entusiasmo se dedicó, por muchos años, a las labores periodísticas, con notoria lucidez y brillo, sin dejar el buen uso de la gallardía y las buenas maneras. Fundó, impulsó y dirigió varios periódicos e impresos. Recordamos –para sacarlos del polvo del olvido–, a “Colombia Universitaria”, “Consigna”, “Bitácora”, “Clarines y Timbales” y “Signo”. Sus columnas eran de las más leídas y conspicuas del medio, y sus lecturas, siempre actuales y objetivas, castizas y correctas –envainadas en la cultura y el pulimento del lenguaje–, se miraban con interés. No iban con él –porque aquí no hay profundidad de visión–, las bagatelas ni las frivolidades.

6.-    Como hombre de acción y aspiraciones, este conductor intelectual se vinculó estrechamente en Cali, a la Biblioteca y a la Imprenta Departamentales. Fue además, Cónsul de Colombia en Miami.

7.-    No supe del doctor Fernández Bonilla –“Calicho”, lo llamábamos cariñosamente–,  en los últimos años. Pienso que en estos tiempos hizo, para decirlo con la distinción y no con las preas del idioma, una vida enclaustrada y silenciosa, a la manera de un culto interior. A mis amigos les consta que en mis ya distanciados viajes al terruño, siempre inquiría por sus actividades y por sus batallas de todos los días, caracterizadas por su inagotable energía y su apasionado e inextinguible aliento.

8.-             Con expresiones muy bellas y sentidas, y con un modelo digno de copia, escribió el político y jurista, doctor Armando Barona Mesa:

“Carlos Fernández Bonilla, ese compañero de la vida, con el que participamos las mismas ilusiones, yace aquí, a mi lado, dentro de su nave final, después de haber agotado todo su camino y haber sembrado, como un labriego, quizás aquel que tenía como su padre las manos ásperas, el huerto y el jardín donde florecieron las más puras raíces y flores. Brotaron sus escritos de periodista como hojas del almanaque al viento, su pasión por la tauromaquia, dentro del embrujo del garbo desafiando la muerte. Y aquello que él encarnaba entonces, que era su espíritu intransigente en la crítica de las malas costumbres, cuando juvenilmente creía que con su palabra escrita se podía cambiar o por lo menos mejorar el mundo. Hijo de una mujer llamada Rosa Elena Bonilla, que más parecía la Rosa de los Vientos, que salían de sus manos bienhechoras como bálsamos para aliviar de sus dolores a todos sus semejantes que sufrían. Sus hijos, sus hermanos, todos constituían el jardín de sus amores, el leitmotiv del diario afán y del conjunto vital de sus pasos enderezados siempre al bien de todos sus semejantes.
 Un día Carlos se fue alejando voluntariamente de las reuniones donde se lo quería y admiraba. También dio muestras de sentirse cansado de tanto caminar y seguramente de los sucesos diarios que sacuden con dureza el sentimiento noble de los hombres buenos. Había un retiro en él que en su silencio hablaba. Y se fue apagando hasta que hace dos días su corazón se paró en seco, como en la canción de los Beatles Paren el mundo, que quiero bajarme”.
9.-             Por ser trozos y pedazos de la vida, he conservado sus bondadosas palabras    –ecos de antiguas inquietudes e impaciencias que siempre se sentirán bien–, escritas por él en la presentación en Cali (1985), del Libro Homenaje a Luis Carlos Pérez, que tuve el honor de dirigir.

“A mi aire
El libro, homenaje
Carlos Fernández Bonilla

“Fue el doctor Jorge Enrique Valencia, desde sus mocedades, un hombre de estudio. Cuando sus condiscípulos del Gimnasio de Occidente encontraban el clímax de la felicidad practicando fútbol en las entonces desiertas canchas populares de Cali, el doctor Valencia hacía de las lecturas su pasatiempo favorito. Devoraba con ansias cuanto libro se ponía delante de su inquieta mirada. Especialmente la historia, la geografía y la literatura eran sus fuertes.
Muy luego, los antañones claustros del Externado de Colombia, regidos entonces por la severa y austera figura del Maestro Ricardo Hinestrosa Daza, fueron testigos de su dedicación, de su amor al estudio, de su perenne vocación discente. Y allí bajo la tutela espiritual de los Hinestrosa –el Maestro y Fernando, su brillante vástago– de José J. Gómez, de Hernán Salamanca, de Gonzalo Vargas Rubiano, de Antonio Rocha, de Agustín Gómez Prada, de Simón Carrejo, para citar solamente algunos nombres ilustres que acuden a mi mente, se formó de jurista que años después ha honrado el foro y la cátedra de la muy noble y muy leal ciudad de Santiago de Cali. Pero esa vocación de estudioso de la Ciencia Jurídica ha querido el doctor Jorge Enrique Valencia plasmarla en libros, que más que las sentencias o las conferencias de la universidad son un testimonio para la historia. Porque el escritor es notario de su época.
Con el libro “Estudios Penales –homenaje al profesor Luis Carlos Pérez–” son tres los “Libros Homenaje” que completa el doctor Valencia. Los dos primeros estuvieron dedicados a Luis Zafra y a Jorge Enrique Gutiérrez Anzola y este último es un justísimo reconocimiento que se rinde a un jurista de los más puros quilates, a un hombre que como el Profesor Luis Carlos Pérez, ha dedicado casi toda su vida a las nobilísimas tareas del foro y de la cátedra.
….…..
«Secundando la feliz iniciativa que desde Cali lanzara el joven y dinámico penalista Doctor Jorge Enrique Valencia, un selecto grupo de juristas nacionales y extranjeros, ha querido rendir a Luis Carlos Pérez un merecido homenaje, de la única manera como los intelectuales podemos y sabemos hacerlo: Escribiendo sobre temas que conocemos y que en este caso juzgamos, además, de interés para jueces, abogados y estudiantes de derecho. No es fácil hablar de alguien tan sobradamente conocido y admirado como Luis Carlos Pérez. Diría, sin embargo, que es un hombre que ha vivido en olor de cátedra, desde el día ya lejano en que muy joven sorprendió a una embelesada clase de estudiantes de su nativa Universidad del Cauca con sus lecciones para introducirlos a la ciencia del Derecho Penal –disciplina que desde entonces lo subyugó– hasta el día de hoy en que aún deleita y convence a quien quiera oírlo en curso regular seminario, conferencia o charla coloquial sobre tópicos que usualmente abarcan desde la literatura y la economía hasta el derecho penal y la criminología.
Entre uno y otro extremos vitales ha quedado indeleble impronta de su espíritu: de ella son testigos y agradecidos recipiendarios sus alumnos universitarios de los centros académicos del Cauca, Nacional y Libre y se ha plasmado en obras de tanta alcurnia intelectual como las nuevas bases del Derecho Criminal, Los Delitos Políticos, Criminología, Práctica Jurídico–Penal y su Tratado de Derecho Penal que reestructurado y ampliado en sucesivas ediciones, constituye paradigma de erudición y seriedad científicas»
Con estas palabras saluda, en amable prólogo el tratadista Alfonso Reyes Echandía, el nuevo libro–homenaje del doctor Valencia que es, a no dudarlo, una preciosa joya para abogados, jueces y estudiantes de derecho”.

10.-         Nació en Cali el 20 de agosto de 1938 y cerró los ojos para siempre en nuestra bella y añorada ciudad el 15 de agosto de 2014. Tenía 76 años de edad. Sobre las ruinas y escombros que deja la muerte, con todas sus auténticas pesadillas y opresiones –las acabo de vivir con la muerte de mi hermana–, jamás nunca olvidaremos al incomparable jurista y excelente amigo. Las hojas de sus escritos, con su prosa suelta y obstinada, permanecerán por siempre con el doblez intacto. Su alma yace en la esperanza de Dios.

Bogotá, septiembre 14 de 2014

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* Tomado del libro
REMEMBRANZAS Y SILUETAS 
DE LOS HOMBRES DE TOGA DEL 
VIEJO TRONCO QUE YA NO ESTÁN 
ENTRE NOSOTROS. 
Jorge Enrique Valencia Martínez. 
Ediciones Academia Colombiana de Jurisprudencia. Colección Investigaciones. Volumen I. 
Diciembre 2014. 371 páginas. Páginas Nos.  333 a 339.

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Otro texto publicado en el mismo libro, y publicado por NTC ... 

24 de enero de 2015


VARGAS VILA O EL CARÁCTER. ENTREVISTA. Por Marcelino Valencia. Barcelona. Febrero 26 de 1932. 

http://ntc-documentos.blogspot.com/2015_01_24_archive.html

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** Reunión de condiscípulos bachilleres (1950 - 1961) del Gimnasio de Occidente de Cali


Alfonso Paz Zamudio, Francisco Perez, Jorge Enrique Valencia  y Gabriel Ruiz
Reunión de condiscípulos bachilleres (1950 - 1961) del Gimnasio de Occidente de Cali
Agosto 5, 2011, 6:00 PM, en Cali, El Obelisco.
http://ntc-eventos.blogspot.com/2011_07_30_archive.html
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Jorge Enrique Valencia,  Alfonso Paz Zamudio, Francisco Perez y Gabriel Ruiz
Agosto 5, 2011, 6:00 PM, en Cali, El Obelisco.
https://picasaweb.google.com/111515077843964359836/BachilleresGimnasioDeOccidenteJulio191961201150Anos
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sábado, 14 de febrero de 2015

El legado de Estanislao Zuleta sigue vivo 25 años después de su muerte. Por Jairo Urrea Henao. GACETA, El País, Cali, Domingo, Febrero 15, 2015

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VIENE y COMPLEMENTOS DE:

NTC ... blog sobre ESTANISLAO ZULETA

http://estanislao-zuleta-velasquez-ntc.blogspot.com/

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Por Jairo Urrea Henao,  Profesor de Filosofía en la Universidad del Quindío. Fue alumno de Estanislao Zuleta.


Cuando se conmemoran 80 años de su natalicio y 25 de su muerte, muchos coinciden en que fue Estanislao Zuleta uno de los grandes intelectuales del país. No en vano aún se cita de memoria su célebre ‘Elogio de la dificultad’. Aquí, algunos fragmentos de su pensamiento.

GACETA, El País, Cali, Domingo, Febrero 15, 2015

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A la izquierda, imágenes las páginas 8, 9 (centrales) y 10 de la edición impresa de GACETA (Feb. 15, 2015), escaneadas por NTC ... . Click derecho sobre las imágenes para ampliarlas en una nueva ventana. Luego click sobre la imagen para mayor ampliación

Estanislao Zuleta y Yolanda González

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Aunque es paradójica la presencia de Estanislao Zuleta en la academia, su pensamiento sigue tan vigente como cuando participó de ella. Su paso por la escolaridad fue casi nulo, pues los “ánimos” solo le alcanzaron hasta cuarto de bachillerato, momento en que decidió retirarse del Liceo de la Universidad de Antioquia, o como él mismo lo cuenta en una entrevista que le hizo el educador Hernán Suárez: “Yo no soporté hasta el final, llegué a gatas hasta cuarto de bachillerato, no pude más”. Nos relata, además, José Zuleta en la semblanza de su padre:

“Cuando Estanislao comunicó a su familia el propósito de abandonar el colegio, se armó tal revuelo que parecía que iban a romperse para siempre los vínculos con su parentela. Fernando Isaza, un poco más sereno, reunió en su casa a la familia y les dijo: Estanislao no necesita seguir en el colegio porque el colegio le quita mucho tiempo para sus estudios, además yo lo apoyo y me hago responsable”.

Sus años de escolaridad no lograron quitarle su afición por la lectura a pesar de que la pedagogía del bachillerato tiene unas prácticas bastante antipedagógicas: impone las lecturas de literatura como tareas o como castigos de recuperación, y lo peor, envía a los estudiantes a la biblioteca en calidad de castigados para que lean libros. Estanislao contaba que casi todos los días se hacía enviar a la biblioteca para poder ir a encontrarse con los pensadores.

Tuvo la suerte de contar con el apoyo del mejor amigo de su padre, Fernando González, uno de los intelectuales antioqueños más connotados de ese entonces, quien residía en su famosa finca ‘Otraparte’. En la reseña biográfica que hizo Jorge Vallejo Morillo, ‘La rebelión de un burgués: Estanislao Zuleta, su vida’, recuerda lo que a propósito escribió uno de los hijos del amigo, Fernando González Restrepo, nieto del ex-presidente Carlos Restrepo:

“Venía los sábados por la tarde en camión de escalera, se bajaba aquí y siempre traía libros bajo el brazo y cuando le decía a mi papá que había llegado Estanislao, se alegraba mucho, gozaba con su visita. Mi padre salía a recibir a Estanislao y venían y se sentaban en una mesa que había pertenecido a mi madre y a mi abuelo. (...) Ahí se sentaban el hombre viejo, autor para ese entonces de varios libros, y el hombre joven, casi un niño, a charlar sobre los libros que Estanislao había traído. (...)

“Mi proyecto nace de una contemplación de la situación concreta del mundo y de la voluntad de cambiarla y cambiar las circunstancias reales; por el contrario, el sueño, la aventura imaginaria, nace de un intento de abstraer la situación concreta en el mundo, de una voluntad de negarla. La distinción principal es la que la imaginación no contempla situación concreta, no repara, imagina que realiza, no opera en el mundo, lo niega, y por eso nos aísla de él”.

Esta idea permaneció a lo largo de la vida de Zuleta. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que él fue uno de los pensadores que asumió de una manera efectiva el rol del intelectual dentro de la sociedad; sus escritos, conferencias, lecturas y análisis inspirados en los autores clásicos, los hizo pensando en este país, y de esta forma nos ha dejado un legado y una fuente importante para construir nuestro presente y futuro.
Zuleta intentó llevar este proyecto a la práctica en las diferentes universidades donde impartió su cátedra. Sin embargo, trabajó en diversas instituciones universitarias durante mucho tiempo como contratista, ganándose un salario irrisorio porque no poseía títulos ni escalafón: catedrático de Filosofía del Derecho e Historia de la Filosofía en la Universidad Libre de Bogotá, en 1959; profesor de tiempo completo de la Universidad Libre de Bogotá entre 1968 y 1969; vicerrector académico de la Universidad Santiago de Cali entre 1969 y 1970; profesor de tiempo completo de la Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Antioquia, Medellín, 1970-1974; cátedra magistral de Psicoanálisis, Arte y Filosofía, Centro Psicoanalítico Sigmund Freud, en Cali de 1974 a 1977; catedrático de Psicoanálisis y Filosofía de la Universidad del Valle entre 1977 y 1981 y cátedra de Lógica de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre de Cali, de 1977 a 1981.

Gracias a la llegada del doctor Álvaro Escobar Navia a la Universidad del Valle, un rector intelectual y demócrata que apoyó decididamente las humanidades; y gracias a la gestión de la directora del departamento de psicología, Elsa Strauss, se tramitó ante el Consejo Superior el otorgamiento del Doctorado Honoris Causa a Estanislao Zuleta, acto que se realizó el 15 de septiembre de 1980.

El día del acto protocolario Zuleta leyó su discurso de grado: ‘Elogio de la dificultad’. Desde entonces, este documento se convirtió para muchos profesores en texto guía de sus clases en colegios y universidades. Como si se tratara de una paradoja, Estanislao Zuleta al comenzar su vida académica huyó de ella, y al terminar sus días, fue reconocido con honores como un gran académico por la universidad colombiana.

Algunos apartes de la obra de Zuleta

Sobre la lectura.

“Así como, téngase buena o mala vista, hay que mirar desde alguna parte, así mismo hay que leer desde alguna parte, desde alguna perspectiva. Y ahora, ¿qué puede ser una perspectiva para leer? Esa perspectiva tiene que ser una pregunta aún no contestada, que trabaja en nosotros y sobre la cual nosotros trabajamos con una escritura (sólo se debe escribir para escritores y sólo el que escribe realmente lee). Una pregunta abierta es una búsqueda en marcha que tiene un efecto específico sobre la lectura; ¿cuál? Algunos amigos me han dicho que esa frase es muy fuerte; yo la respaldo; sólo se debe escribir para escritores y sólo el que escribe realmente lee”.

Sobre ‘Elogio de la dificultad’.

“La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas afortunadas, países de cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y, por tanto, también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas estas fantasías serían inocentes e inicuas, sino fuera porque constituyen el modelo de nuestros anhelos en la vida práctica.
Aquí mismo en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada; de las reconciliaciones totales; de las soluciones definitivas. Puede decirse que nuestro problema no consiste solamente ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos: que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal.

En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor, y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida”.


Sobre la guerra.

“Los diversos tipos de pacifismo hablan abundantemente de los dolores, las desgracias y las tragedias de la guerra y esto está muy bien, aunque nadie lo ignora; pero suelen callar sobre ese otro aspecto tan inconfesable y tan decisivo, que es la felicidad de la guerra. Porque si se quiere evitar al hombre el destino de la guerra hay que empezar por confesar, serena y severamente la verdad: la guerra es fiesta. Fiesta de la comunidad al fin unida con el más entrañable de los vínculos, del individuo al fin disuelto en ella y liberado de su soledad, de su particularidad y de sus intereses; capaz de darlo todo, hasta su vida. Fiesta de poderse aprobar sin sombras y sin dudas frente al perverso enemigo, de creer tontamente tener la razón, y de creer más tontamente aún que podemos dar testimonio de la verdad con nuestra sangre. Si esto no se tiene en cuenta, la mayor parte de las guerras parecen extravagantemente irracionales, porque todo el mundo conoce de antemano la desproporción existente entre el valor de lo que se persigue y el valor de lo que se está dispuesto a sacrificar. Cuando Hamlet se reprocha su indecisión en una empresa aparentemente clara como la que tenía ante sí, comenta: “Mientras para vergüenza mía veo la destrucción inmediata de veinte mil hombres que, por un capricho, por una estéril gloria van al sepulcro corno a sus lechos, combatiendo por una causa que la multitud es incapaz de comprender, por un terreno que no es suficiente sepultura para tantos cadáveres”. ¿Quién ignora que este es frecuentemente el caso? Hay que decir que las grandes palabras solemnes: el honor, la patria, los principios, sirven casi siempre para racionalizar el deseo de entregarse a esa borrachera colectiva.

Sobre la ética.

Creo que una ética racional es más fuerte que una ética teológica. Tengo la impresión de que si una persona no roba porque piensa que dios lo está viendo hace bien. Pero si una persona no roba porque eso sencillamente no combina con la idea que tiene de sí mismo, porque no se sentiría bien ante sí mismo, me parece que tiene una posición éticamente superior. No roba simplemente porque sería incoherente consigo mismo, aun cuando no se tenga temor de que lo van a cocinar eternamente en una paila mocha (como me decían a cuando era niño, en caso de que hiciera ciertas cosas).

Sobre política contemporánea.

“Una de las dificultades grandes del pensamiento político contemporáneo es comprender y reconocer que es muy difícil afirmar positivamente la democracia. Es muy fácil mostrar que lo demás (los totalitarismos y las dictaduras) son peores; pero afirmar la democracia positivamente es muy difícil, no genera entusiasmo. El 80% de la juventud colombiana no vota. Si la gente entre los dieciocho y los treinta años votara podría obtener una mayoría. La inmensa mayoría de esa gente es partidaria de la democracia, pero la democracia no les entusiasma.El problema es que la democracia, aunque es fácil de defender racionalmente, es muy difícil que genere entusiasmo. Y esto en política cuenta mucho. Es fácil tener entusiasmo por ella cuando no existe, cuando hay una dictadura, pero cuando se tiene, cuesta que genere entusiasmo”.

Sobre ‘Educación y democracia’.

La educación y los maestros nos hicieron un mal favor: nos ahorraron la angustia de pensar. El que educa creyendo que la tecnología es el camino no sabe lo que está haciendo, pero lo hace en el mínimo de tiempo, de la manera más rápida y menos costosa; a ello se quiere llegar con la tecnología educativa y los métodos de enseñanza audiovisuales, confundiendo educación con información.

La informática ha producido una revolución en el campo educativo, que es prácticamente una peste, porque es allí donde queda más radicalmente reprimido el pensamiento como actividad.

Un ejemplo tomado de la enseñanza de la biología podría ilustrar mi afirmación: En cierto momento de mi bachillerato nos tocó estudiar la célula. El profesor apoyado en el tablero nos pintó un círculo y explicó: “Esta es la célula”. Más por fe que por la fuerza de la razón aceptamos que “eso” era una célula. Se nos decía también que era microscópica, pero allí se veía. “Esto que ustedes ven aquí es la membrana, dentro de la membrana está el plasma y en el plasma está el núcleo y poco a poco se van formando los cromosomas hasta que se ahorcan y se forman dos células”. Entonces el maestro pintaba dos bolitas en el tablero.

Lo que resulta interesante de este procedimiento, es que uno como estudiante tenía la ilusión de aprender, pero precisamente porque no pensaba, se limitaba a ver, oír, creer y repetir.

Si el maestro aceptara que el niño o el joven son inteligentes y que pueden enfrentarse con problemas complejos, entonces el maestro tendría que exponer el concepto de célula, no la imagen, porque la imagen no es el concepto. Se puede, o no, apoyar en un dibujo, lo cual es secundario. El maestro debería entonces explicar que la membrana es la piel de la célula, es lo que la separa del mundo que la rodea, así como nuestra piel separa nuestro cuerpo del mundo que lo rodea; también es lo que la protege e individualiza, si no tuviera membrana la célula no sería más que parte de un charco o de otros líquidos.

Pero al mismo tiempo que la membrana es la piel es también la comunicación con el mundo, la membrana es la boca, por allí come; pero también es el ano, porque por allí expulsa lo que no le sirve. Entonces la célula es una piel, una boca, un ano, un ojo, una membrana, el sistema sensitivo. El niño quedaría asombrado de una célula que es todo eso a la vez. Posiblemente no se le olvidaría y sería fuente de muchas preguntas e inquietudes; sería más fácil explicarle cómo después las células se van especializando en una boca en un ojo en una piel en un ano etc.
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*** 17 de Febrero, 2015, Cali, 6.30 PM… 
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--- Estanislao Zuleta*,  80-25.  Medellín, 3 de febrero de 1935 — Cali, 17 de febrero de 1990.  Memoria y Homenaje a los 25 años de su muerte … . Conferencia Guerra, paz y democracia en la obra de Estanislao Zuleta, por el catedrático Alberto Valencia, profesor de la Universidad del Valle. Presentación y lanzamiento, por José Zuleta Ortiz, del libro "SHAKESPEARE. Una indagación sobre el poder" * y **.  Estanislao Zuleta. Primera edición, Febrero de 2015. © Fundación Estanislao Zuleta. Director Editorial: Alberto Valencia . Coordinador Editorial: José Zuleta Ortiz. Edición impresa y digital-virtual. Conversatorio
Lugar: Auditorio Jorge Isaacs. Biblioteca Departamental, tercer piso. Entrada Libre. 
* Detalles y enlaces:  http://estanislao-zuleta-velasquez-ntc.blogspot.com/2015_02_01_archive.html // **  Conferencias dictadas en Cali en 1976. Transcripción del audio: David Morales y Víctor Peña. Edición y corrección Alberto Valencia y José Zuleta Ortiz. ///Otro Homenaje en Armenia, ver 27 de febrero, más adelante
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GACETA, El País, Cali, Domingo, Febrero 15, 2015. Impresa
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