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Por Jairo Urrea Henao, Profesor de Filosofía en la Universidad del Quindío. Fue alumno de Estanislao Zuleta.
Cuando
se conmemoran 80 años de su natalicio y 25 de su muerte,
muchos coinciden en que fue Estanislao
Zuleta uno de los grandes intelectuales del país. No en vano aún se cita de
memoria su célebre ‘Elogio de la dificultad’. Aquí, algunos fragmentos de su
pensamiento.
GACETA, El País, Cali, Domingo,
Febrero 15, 2015
-
A la izquierda, imágenes las páginas 8, 9 (centrales) y 10 de la edición impresa de GACETA (Feb. 15, 2015), escaneadas por NTC ... . Click derecho sobre las imágenes para
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Estanislao Zuleta y Yolanda González
“Cuando Estanislao comunicó a
su familia el propósito de abandonar el colegio, se armó tal revuelo que
parecía que iban a romperse para siempre los vínculos con su parentela.
Fernando Isaza, un poco más sereno, reunió en su casa a la familia y les dijo:
Estanislao no necesita seguir en el colegio porque el colegio le quita mucho
tiempo para sus estudios, además yo lo apoyo y me hago responsable”.
Sus años de escolaridad no
lograron quitarle su afición por la lectura a pesar de que la pedagogía del
bachillerato tiene unas prácticas bastante antipedagógicas: impone las lecturas
de literatura como tareas o como castigos de recuperación, y lo peor, envía a
los estudiantes a la biblioteca en calidad de castigados para que lean libros.
Estanislao contaba que casi todos los días se hacía enviar a la biblioteca para
poder ir a encontrarse con los pensadores.
Tuvo la suerte de contar con el
apoyo del mejor amigo de su padre, Fernando González, uno de los intelectuales
antioqueños más connotados de ese entonces, quien residía en su famosa finca
‘Otraparte’. En la reseña biográfica que hizo Jorge Vallejo Morillo, ‘La
rebelión de un burgués: Estanislao Zuleta, su vida’, recuerda lo que a
propósito escribió uno de los hijos del amigo, Fernando González Restrepo,
nieto del ex-presidente Carlos Restrepo:
“Venía los sábados por la tarde
en camión de escalera, se bajaba aquí y siempre traía libros bajo el brazo y
cuando le decía a mi papá que había llegado Estanislao, se alegraba mucho,
gozaba con su visita. Mi padre salía a recibir a Estanislao y venían y se
sentaban en una mesa que había pertenecido a mi madre y a mi abuelo. (...) Ahí
se sentaban el hombre viejo, autor para ese entonces de varios libros, y el
hombre joven, casi un niño, a charlar sobre los libros que Estanislao había traído.
(...)
“Mi proyecto nace de una
contemplación de la situación concreta del mundo y de la voluntad de cambiarla
y cambiar las circunstancias reales; por el contrario, el sueño, la aventura
imaginaria, nace de un intento de abstraer la situación concreta en el mundo,
de una voluntad de negarla. La distinción principal es la que la imaginación no
contempla situación concreta, no repara, imagina que realiza, no opera en el
mundo, lo niega, y por eso nos aísla de él”.
Esta idea permaneció a lo largo
de la vida de Zuleta. Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que él fue uno
de los pensadores que asumió de una manera efectiva el rol del intelectual
dentro de la sociedad; sus escritos, conferencias, lecturas y análisis
inspirados en los autores clásicos, los hizo pensando en este país, y de esta
forma nos ha dejado un legado y una fuente importante para construir nuestro
presente y futuro.
Zuleta intentó llevar este
proyecto a la práctica en las diferentes universidades donde impartió su
cátedra. Sin embargo, trabajó en diversas instituciones universitarias durante
mucho tiempo como contratista, ganándose un salario irrisorio porque no poseía
títulos ni escalafón: catedrático de Filosofía del Derecho e Historia de la
Filosofía en la Universidad Libre de Bogotá, en 1959; profesor de tiempo
completo de la Universidad Libre de Bogotá entre 1968 y 1969; vicerrector
académico de la Universidad Santiago de Cali entre 1969 y 1970; profesor de
tiempo completo de la Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Antioquia,
Medellín, 1970-1974; cátedra magistral de Psicoanálisis, Arte y Filosofía,
Centro Psicoanalítico Sigmund Freud, en Cali de 1974 a 1977; catedrático de
Psicoanálisis y Filosofía de la Universidad del Valle entre 1977 y 1981 y
cátedra de Lógica de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre de Cali, de
1977 a 1981.
Gracias a la llegada del doctor
Álvaro Escobar Navia a la Universidad del Valle, un rector intelectual y
demócrata que apoyó decididamente las humanidades; y gracias a la gestión de la
directora del departamento de psicología, Elsa Strauss, se tramitó ante el
Consejo Superior el otorgamiento del Doctorado Honoris Causa a Estanislao
Zuleta, acto que se realizó el 15 de septiembre de 1980.
El día del acto protocolario
Zuleta leyó su discurso de grado: ‘Elogio de la dificultad’. Desde entonces,
este documento se convirtió para muchos profesores en texto guía de sus clases
en colegios y universidades. Como si se tratara de una paradoja, Estanislao
Zuleta al comenzar su vida académica huyó de ella, y al terminar sus días, fue
reconocido con honores como un gran académico por la universidad colombiana.
Algunos
apartes de la obra de Zuleta
“Así como, téngase buena o mala
vista, hay que mirar desde alguna parte, así mismo hay que leer desde alguna
parte, desde alguna perspectiva. Y ahora, ¿qué puede ser una perspectiva para
leer? Esa perspectiva tiene que ser una pregunta aún no contestada, que trabaja
en nosotros y sobre la cual nosotros trabajamos con una escritura (sólo se debe
escribir para escritores y sólo el que escribe realmente lee). Una pregunta
abierta es una búsqueda en marcha que tiene un efecto específico sobre la
lectura; ¿cuál? Algunos amigos me han dicho que esa frase es muy fuerte; yo la
respaldo; sólo se debe escribir para escritores y sólo el que escribe realmente
lee”.
Sobre
‘Elogio de la dificultad’.
“La pobreza y la impotencia de
la imaginación nunca se manifiestan de una manera tan clara como cuando se
trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas
afortunadas, países de cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de
superación y sin muerte. Y, por tanto, también sin carencias y sin deseo: un
océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente
inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes. Todas estas fantasías
serían inocentes e inicuas, sino fuera porque constituyen el modelo de nuestros
anhelos en la vida práctica.
Aquí mismo en los proyectos de
la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras eternas,
introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada; de las
reconciliaciones totales; de las soluciones definitivas. Puede decirse que
nuestro problema no consiste solamente ni principalmente en que no seamos
capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos
proponemos: que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros
deseos, como en la forma misma de desear. Deseamos mal.
En lugar de desear una relación
humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de
luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros,
un nido de amor, y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En
vez de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar
arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de
satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida”.
Sobre
la guerra.
“Los diversos tipos de
pacifismo hablan abundantemente de los dolores, las desgracias y las tragedias
de la guerra y esto está muy bien, aunque nadie lo ignora; pero suelen callar
sobre ese otro aspecto tan inconfesable y tan decisivo, que es la felicidad de
la guerra. Porque si se quiere evitar al hombre el destino de la guerra hay que
empezar por confesar, serena y severamente la verdad: la guerra es fiesta.
Fiesta de la comunidad al fin unida con el más entrañable de los vínculos, del
individuo al fin disuelto en ella y liberado de su soledad, de su
particularidad y de sus intereses; capaz de darlo todo, hasta su vida. Fiesta
de poderse aprobar sin sombras y sin dudas frente al perverso enemigo, de creer
tontamente tener la razón, y de creer más tontamente aún que podemos dar
testimonio de la verdad con nuestra sangre. Si esto no se tiene en cuenta, la
mayor parte de las guerras parecen extravagantemente irracionales, porque todo
el mundo conoce de antemano la desproporción existente entre el valor de lo que
se persigue y el valor de lo que se está dispuesto a sacrificar. Cuando Hamlet
se reprocha su indecisión en una empresa aparentemente clara como la que tenía
ante sí, comenta: “Mientras para vergüenza mía veo la destrucción inmediata de
veinte mil hombres que, por un capricho, por una estéril gloria van al sepulcro
corno a sus lechos, combatiendo por una causa que la multitud es incapaz de
comprender, por un terreno que no es suficiente sepultura para tantos
cadáveres”. ¿Quién ignora que este es frecuentemente el caso? Hay que decir que
las grandes palabras solemnes: el honor, la patria, los principios, sirven casi
siempre para racionalizar el deseo de entregarse a esa borrachera colectiva.
Sobre
la ética.
Creo que una ética racional es
más fuerte que una ética teológica. Tengo la impresión de que si una persona no
roba porque piensa que dios lo está viendo hace bien. Pero si una persona no
roba porque eso sencillamente no combina con la idea que tiene de sí mismo, porque
no se sentiría bien ante sí mismo, me parece que tiene una posición éticamente
superior. No roba simplemente porque sería incoherente consigo mismo, aun
cuando no se tenga temor de que lo van a cocinar eternamente en una paila mocha
(como me decían a cuando era niño, en caso de que hiciera ciertas cosas).
Sobre
política contemporánea.
“Una de las dificultades
grandes del pensamiento político contemporáneo es comprender y reconocer que es
muy difícil afirmar positivamente la democracia. Es muy fácil mostrar que lo
demás (los totalitarismos y las dictaduras) son peores; pero afirmar la
democracia positivamente es muy difícil, no genera entusiasmo. El 80% de la
juventud colombiana no vota. Si la gente entre los dieciocho y los treinta años
votara podría obtener una mayoría. La inmensa mayoría de esa gente es
partidaria de la democracia, pero la democracia no les entusiasma.El problema
es que la democracia, aunque es fácil de defender racionalmente, es muy difícil
que genere entusiasmo. Y esto en política cuenta mucho. Es fácil tener
entusiasmo por ella cuando no existe, cuando hay una dictadura, pero cuando se
tiene, cuesta que genere entusiasmo”.
Sobre
‘Educación y democracia’.
La educación y los maestros nos
hicieron un mal favor: nos ahorraron la angustia de pensar. El que educa
creyendo que la tecnología es el camino no sabe lo que está haciendo, pero lo
hace en el mínimo de tiempo, de la manera más rápida y menos costosa; a ello se
quiere llegar con la tecnología educativa y los métodos de enseñanza audiovisuales,
confundiendo educación con información.
La informática ha producido una
revolución en el campo educativo, que es prácticamente una peste, porque es
allí donde queda más radicalmente reprimido el pensamiento como actividad.
Un ejemplo tomado de la
enseñanza de la biología podría ilustrar mi afirmación: En cierto momento de mi
bachillerato nos tocó estudiar la célula. El profesor apoyado en el tablero nos
pintó un círculo y explicó: “Esta es la célula”. Más por fe que por la fuerza
de la razón aceptamos que “eso” era una célula. Se nos decía también que era
microscópica, pero allí se veía. “Esto que ustedes ven aquí es la membrana,
dentro de la membrana está el plasma y en el plasma está el núcleo y poco a
poco se van formando los cromosomas hasta que se ahorcan y se forman dos
células”. Entonces el maestro pintaba dos bolitas en el tablero.
Lo que resulta interesante de
este procedimiento, es que uno como estudiante tenía la ilusión de aprender,
pero precisamente porque no pensaba, se limitaba a ver, oír, creer y repetir.
Si el maestro aceptara que el
niño o el joven son inteligentes y que pueden enfrentarse con problemas
complejos, entonces el maestro tendría que exponer el concepto de célula, no la
imagen, porque la imagen no es el concepto. Se puede, o no, apoyar en un
dibujo, lo cual es secundario. El maestro debería entonces explicar que la
membrana es la piel de la célula, es lo que la separa del mundo que la rodea,
así como nuestra piel separa nuestro cuerpo del mundo que lo rodea; también es
lo que la protege e individualiza, si no tuviera membrana la célula no sería
más que parte de un charco o de otros líquidos.
Pero al mismo tiempo que la
membrana es la piel es también la comunicación con el mundo, la membrana es la boca,
por allí come; pero también es el ano, porque por allí expulsa lo que no le
sirve. Entonces la célula es una piel, una boca, un ano, un ojo, una membrana,
el sistema sensitivo. El niño quedaría asombrado de una célula que es todo eso
a la vez. Posiblemente no se le olvidaría y sería fuente de muchas preguntas e
inquietudes; sería más fácil explicarle cómo después las células se van
especializando en una boca en un ojo en una piel en un ano etc.
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.....
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*** 17 de Febrero, 2015, Cali, 6.30 PM…
--- Estanislao Zuleta*, 80-25. Medellín, 3 de febrero de 1935 — Cali, 17 de febrero de 1990. Memoria y Homenaje a los 25 años de su muerte … . Conferencia Guerra, paz y democracia en la obra de Estanislao Zuleta, por el catedrático Alberto Valencia, profesor de la Universidad del Valle. Presentación y lanzamiento, por José Zuleta Ortiz, del libro "SHAKESPEAR E. Una indagación sobre el poder" * y **. Estanislao Zuleta. Primera edición, Febrero de 2015. © Fundación Estanislao Zuleta. Director Editorial: Alberto Valencia . Coordinado r Editorial: José Zuleta Ortiz. Edición impresa y digital-virtual. Conversatorio.
Lugar: Auditorio Jorge Isaacs. Biblioteca Departamental, tercer piso. Entrada Libre.
* Detalles y enlaces: http://estanislao-zuleta-velasquez-ntc.blogspot.com/2015_02_01_archive.html // ** Conferencias dictadas en Cali en 1976. Transcripción del audio: David Morales y Víctor Peña. Edición y corrección Alberto Valencia y José Zuleta Ortiz. ///Otro Homenaje en Armenia, ver 27 de febrero, más adelante
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