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FERNANDO CRUZ KRONFLY. Vida y obra. Homenaje. La ASECUVA organizó e invitó. Dic. 20, 2013 / NTC ... Cubrimiento
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Fernando Cruz, la tradición presente
Por José Zuleta
Texto leído en el Homenaje a
Fernando Cruz Kronfly el 20 de Diciembre de
2013.
Evento organizado por la Asociación de Estudiantes de Contaduría Pública
Evento organizado por la Asociación de Estudiantes de Contaduría Pública
de la Universidad del
Valle -ASECUVA-.
VIDEO, 15:30 min:
VIDEO, 15:30 min:
NTC … agradece al autor el aporte del texto y la autorización para publicarlo
Pocas veces digo, en la vida de una región, en la formación de su cultura, se ha erguido una persona para construir una tradición de manera tan coherente, decidida y completa, como lo hace, desde hace media centuria, Fernando Cruz Kronfly.
Me
ha sorprendido siempre la cantidad de cosas que es y ha sido: cuentista,
abogado, defensor de los trabajadores, cantante, ensayista, juez de la
República, novelista, profesor universitario, poeta, guitarrista, ex bohemio,
padre de familia, crítico de arte, esposo, hijo guardián de secretas recetas
árabes, promotor de proyectos editoriales, y de aventuras culturales, sabe
silbar a los pájaros y ellos le contestan, es viajero, investigador, granjero,
novio de la belleza, conversador, amigo, agudo y prolífico lector, entre muchas
otras inauditas destrezas.
Pienso, ahora que hago esta enumeración, que en
un ambiente donde hay tan poco, es menester multiplicarse, es necesario
desplegar todas las potencias; es inevitable rebasar el ámbito de un oficio, de
una disciplina, o de un destino, y eso precisamente es lo que ha venido
haciendo desde siempre con talento y responsabilidad enormes, Fernando Cruz.
Tuve
la oportunidad, la suerte diría, de aproximarme, en mi juventud, primero a sus textos y luego a su persona.
Cali, era un lugar más bien baldío de historia intelectual. Una región gobernada
por una clase entretenida en la expansión de sus fortunas, en la contemplación de
su propio oro y en la ceguera de su acumulación. Guiada por dirigentes sin
mayores preocupaciones éticas, ni estéticas. Y habitada por una población de
orígenes diversos, sin rasgos culturales ciertos, inmigrantes de distintas
regiones, allegados a este Valle con el propósito de sobrevivir, y la ilusión
de encontrar al fin, “un lugar sobre la tierra”. Rotas o desdibujadas sus
tradiciones y sus vínculos familiares, los habitantes de Cali vinieron a una ciudad
que crecía y crece sin rumbo ni planeación, al albedrío de los acontecimientos,
al capricho de políticos y terratenientes, de comerciantes y oportunistas.
En
medio de esta realidad, Fernando Cruz ha
llevado durante medio siglo, la tremenda responsabilidad de abrir el camino, tratando
de comprender y de darnos a conocer el fruto de su lectura del mundo, con una
voluntad y generosidad que no tendremos ya con que pagar. Digo voluntad, sí, voluntad de comprender y
hacernos comprensible nuestra época, de alentarnos a la complejidad y al riesgo
de la reflexión y de la crítica, a la aventura de una valoración ética y estética
de la vida. Generosidad para compartir sus lecturas, su sentido del humor, sus
secretos literarios. Pero hay más, hay algo que es más importante y que debo
decir aquí: Nunca he encontrado de manera tan clara como en él, que la conducta sea parte esencial,
de su magisterio, de su tarea de enseñarnos a ser.
En medio de lo que parecería una vida sin
tropiezos Fernando ha sobrellevado como pocos la adversidad, el desastre del
secuestro de un hijo, el derrumbe del sueño socialista convertido en pesadilla,
las decepciones, las traiciones, la dispersión,
la pérdida de los amigos, el
triunfo de la cultura del entretenimiento sobre la cultura, la muerte de los
valores y la certidumbre de la marginalidad del pensamiento, de la marginalidad
de la belleza y de la verdad; en un ambiente inculto, propenso a lo frívolo y
dispuesto a la corrupción, a la ostentación y la trivialidad.
Sin
embargo no se queja, no se resiente, no escapó de su mundo. No se fugó su
cerebro. Enfrenta con el pensamiento y las palabras su aventura humana y sus
tribulaciones. Vence la dificultad de vivir aquí y ahora, dificultad agrandada
por su sensibilidad y sobrellevada con una dignidad y una mesura inauditas. Tal
vez por ello la literatura ha sido el lugar más importante de su trabajo, el
más silente, el más profundo y tal vez, dada su dimensión, el más trascendente.
Hace más de 26 años, el 21 de junio de 1987,
publiqué mi primera reseña de un libro, fue en el dominical de diario El País de Cali,
el libro se llamaba La ceniza del
libertador, recuerdo cuánto me conmovió su profundidad, su lenguaje y la
puesta en escena de los últimos días del Libertador viajando hacia el fin;
hechas añicos su gloria y su poder. Aprendí leyendo ese libro las profundas
verdades sobre lo que es nuestra nación y sobre lo que es el poder.
Hace un año tuve ocasión de presentar Destierro una de las más recientes novelas de
Fernando. Destierro
es otro esfuerzo por entender. Por dar a la palabra literaria el lugar de la
indagación. Por hacer de una circunstancia individual la ocasión para pensar la
condición, el carácter de lo humano. También es la tierra en la cual se
resiste. La literatura es la construcción de una patria, la íntima madriguera
que nos salva. El único lugar en el que podemos erguirnos para cantar y contar,
así nuestras historias sean silbos de pájaros perdidos en el estruendo de la
noche.
Leyéndolo, desde la perspectiva que da el tiempo, comprendemos que la
tinta del verdadero escritor es sangre oscura que busca en la luz de las
palabras expresar el pensamiento y la
aventura estética, comprendemos que hay una poética muy elaborada en la vasta
obra de Fernando, que trabaja de manera consistente en esa búsqueda y con ella
y en ella ha renunciado a la facilidad del gran público, ha preferido que sus
obras encuentren a sus lectores, y ¿qué encuentra un lector en su obra? Diría
que un lector de su obra se encontrará a un poeta profundo que conoce el
lenguaje y explora sus posibilidades con un tino y una intensidad magistral.
Para que lo que afirmo no sea retórica escuchemos el poder sus palabras:
Fragmentos.
Cuántas veces
este hombre que todavía soy Abandonó a sus perros para descender a los establos
profundos. Pasaban vientos tan helados como húmedos, Envueltos en hojas
marchitas de cigarras quemadas. Escuchaba el vaho de las vacas en las canoas de
ciprés
La cumbamba del
pensamiento en el cuenco encenizado de la mano.
De tanto olor a forraje
al final se partía algo dentro de mí,
Haga de cuenta ronquido
de vidrio,
Ramas de laurel
congeladas, Cáscaras de culebra.
Estas vacas me aman -me
decía.
xxx
Iba donde dormían los
terneros extendidos como pieles de colores en el aserrín. Oía con el viento la
queja de los techos de hojalata,
Pisoteaba hasta el
amanecer los suelos cubiertos de helecho,
Olfateaba los biberones
recién hervidos. Regresaba encorvado al establo donde ocurrían los nacimientos.
xxx
Yo formaba parte de aquel
mundo desaparecido, Que sólo he podido volver a observar en fotografías
desvanecidas, en el carbón Apagado.
Parecía hijo de la
humedad a solas, del destierro de mis abuelos,
De las nieblas que al
amanecer desaparecían la carretera, los techos de mi aldea, hasta mi sombrero.
xxx
En vez de ir a la tienda me quedaba a patear
el empedrado con los tacones, Igual que
los caballos de los que vivía enamorado lo hacían con sus herraduras. No ofrecía
serenatas pero vivía de la obsesión de imitar sus relinchos bajando con un tarro
de hojalata hacia la bananera.
xxx
Me detenía durante semanas a observar
aquellas colas como de plumas Con las que azotaban los tábanos en el aire
helado de la mañana. Al amparo de una
lámpara vacía acabo de abandonar mi Pontiac color plomo. Papá andaba en él como
sobre un caballo de cascos de goma, Pero al morir no tuvo a nadie más en quien
depositarlo. Mi única obligación fue darle a beber gasolina a partir de aquel
día.
xxx
Me detengo en el
antejardín.
Veo insectos volar
alrededor de la poderosa bombilla que da sentido a la calle. El pedazo de
guitarra que traigo conmigo es la prueba de todo lo contrario de cuanto hice. Escucho
el ruido de la tierra a mis pies, Estoy informado de que el ruido que escucho es
de babosas que ruedan bajo las violetas en el antejardín. Pronto saldrá el sol y comenzarán a poblar la
carretera otros animales. Geranios de diferentes floraciones cuelgan de materos
degollados por el hacha de la chusma sombría. La página del álbum que me es
ofrecida flota en vano encima de la mesa que reúne el naufragio.
Al pie de residuos de
berenjenas ya heladas, de garbanzos como pedazos de Granizo encendido.
Observo flamear la cabellera blanca de Susana
ya bastante lejana, su chal aguamarina dar gualdrapazos contra el espaldar de
su última silla.
Escucho en la lejanía el
pito del vigilante que trota alarmado hacia la enfermería. Al amanecer, las
cosas ya no serán más las mismas que hasta hoy fueron.
Los
vigilantes de la universidad a quienes trata como a sus amigos, lo vieron
llegar durante muchas décadas antes del día a su cubículo de profesor ; allí en
un espacio que sólo permitía una silla y el atiborrado escritorio, además de
atender a sus estudiantes, se escribió, sin que nadie se diera cuenta, una de
las obras literarias y ensayísticas más importantes de nuestra lengua. Y de
paso la obra más importante de lo que será nuestra tradición literaria. Por
ello titulé estas líneas de gratitud: Fernando
Cruz La tradición presente.
No puedo menos que dar
gracias al Dios de la literatura por este milagro.
Dar gracias a Amparo, a sus hijos y a los
amigos y alumnos que hoy nos reúnen.
Gracias Fernando por ser ejemplo sin buscar ser
ejemplo, por darnos consejo sin hablar, por ayudarnos a cambiar sin proponértelo.
Gracias por tanta claridad en medio de tanta
penumbra.
José
Zuleta
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NTC ... enlaces:
Proyección durante la intervención de José Zuleta.
A la derecha: Fernando Cruz Kronfly y José Zuleta, durante el evento
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* José Zuleta presenta la novela DESTIERRO de Fernando Cruz Kronfly. Junio 1, 2012. Biblioteca Departamental.
En la mesa: Juliana Garcés Saroli, Fernando Cruz Kronfly y José Zuleta Ortiz, quien interviene
Ver y navegar: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2012_06_01_archive.html Allí: información sobre el evento, la novela, el autor, videos (intervenciones completas), textos (el de la presentación y otros), enlaces, ...
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A la tribu árabe, desde el destierro.
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El poniente se encontrará a sí mismo
en mí, sin mí.
Ulises. James Joyce
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Sílaba Editores, Medellín, Marzo, 2012. 263 páginas
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Información sobre el libro y el autor: http://ntc-narrativa. blogspot.com/2012_04_19_ archive.html
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