lunes, 23 de diciembre de 2013

Fernando Cruz Kronfly, la tradición presente. Por José Zuleta. 20 de Diciembre de 2013

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FERNANDO CRUZ KRONFLY. Vida y obra. Homenaje. La ASECUVA organizó e invitó. Dic. 20, 2013 / NTC ... Cubrimiento

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Fernando Cruz, la tradición presente

Por José Zuleta

Texto leído en el Homenaje a Fernando Cruz Kronfly el 20 de Diciembre de 2013.
 Evento organizado por la Asociación de Estudiantes de Contaduría Pública
de la Universidad del Valle -ASECUVA-.

VIDEO, 15:30 min: 

NTC … agradece al autor el aporte del texto y la autorización para publicarlo

Tal vez no exista nada más valioso para una sociedad que la conciencia de su tradición. En nuestros jóvenes países, en medio de la adversidad propia de sus adolescencias, en pocas afortunadas ocasiones, ocurre que un individuo dedica su vida a la construcción de la tradición. Tradición que será el cimiento y el  camino hacia la noción de ser, de devenir y que nos permitirá un lugar, y una afirmación en el mundo.  

Pocas veces digo, en la vida de una región, en la formación de su cultura, se ha erguido una persona para construir una tradición de manera tan coherente, decidida y completa, como lo hace, desde hace media centuria, Fernando Cruz Kronfly.  
  En la fotografía, el autor durante su intervención.

       Me ha sorprendido siempre la cantidad de cosas que es y ha sido: cuentista, abogado, defensor de los trabajadores, cantante, ensayista, juez de la República, novelista, profesor universitario, poeta, guitarrista, ex bohemio, padre de familia, crítico de arte, esposo, hijo guardián de secretas recetas árabes, promotor de proyectos editoriales, y de aventuras culturales, sabe silbar a los pájaros y ellos le contestan, es viajero, investigador, granjero, novio de la belleza, conversador, amigo, agudo y prolífico lector, entre muchas otras inauditas destrezas.

    Pienso, ahora que hago esta enumeración, que en un ambiente donde hay tan poco, es menester multiplicarse, es necesario desplegar todas las potencias; es inevitable rebasar el ámbito de un oficio, de una disciplina, o de un destino, y eso precisamente es lo que ha venido haciendo desde siempre con talento y responsabilidad enormes, Fernando Cruz. 
        
     Tuve la oportunidad, la suerte diría, de aproximarme, en mi juventud,  primero a sus textos y luego a su persona. Cali, era un lugar más bien baldío de historia intelectual. Una región gobernada por una clase entretenida en la expansión de sus fortunas, en la contemplación de su propio oro y en la ceguera de su acumulación. Guiada por dirigentes sin mayores preocupaciones éticas, ni estéticas. Y habitada por una población de orígenes diversos, sin rasgos culturales ciertos, inmigrantes de distintas regiones, allegados a este Valle con el propósito de sobrevivir, y la ilusión de encontrar al fin, “un lugar sobre la tierra”. Rotas o desdibujadas sus tradiciones y sus vínculos familiares, los habitantes de Cali vinieron a una ciudad que crecía y crece sin rumbo ni planeación, al albedrío de los acontecimientos, al capricho de políticos y terratenientes, de comerciantes y oportunistas.

     En medio de esta realidad, Fernando Cruz  ha llevado durante medio siglo, la tremenda responsabilidad de abrir el camino, tratando de comprender y de darnos a conocer el fruto de su lectura del mundo, con una voluntad y generosidad que no tendremos ya con que pagar.  Digo voluntad, sí, voluntad de comprender y hacernos comprensible nuestra época, de alentarnos a la complejidad y al riesgo de la reflexión y de la crítica, a la aventura de una valoración ética y estética de la vida. Generosidad para compartir sus lecturas, su sentido del humor, sus secretos literarios. Pero hay más, hay algo que es más importante y que debo decir aquí: Nunca he encontrado de manera tan clara  como en él, que la conducta sea parte esencial, de su magisterio, de su tarea de enseñarnos a ser.

      En medio de lo que parecería una vida sin tropiezos Fernando ha sobrellevado como pocos la adversidad, el desastre del secuestro de un hijo, el derrumbe del sueño socialista convertido en pesadilla, las decepciones, las traiciones, la dispersión,  la pérdida  de los amigos, el triunfo de la cultura del entretenimiento sobre la cultura, la muerte de los valores y la certidumbre de la marginalidad del pensamiento, de la marginalidad de la belleza y de la verdad; en un ambiente inculto, propenso a lo frívolo y dispuesto a la corrupción, a la ostentación y la trivialidad.  

   Sin embargo no se queja, no se resiente, no escapó de su mundo. No se fugó su cerebro. Enfrenta con el pensamiento y las palabras su aventura humana y sus tribulaciones. Vence la dificultad de vivir aquí y ahora, dificultad agrandada por su sensibilidad y sobrellevada con una dignidad y una mesura inauditas. Tal vez por ello la literatura ha sido el lugar más importante de su trabajo, el más silente, el más profundo y tal vez, dada su dimensión, el más trascendente.

   Hace más de 26 años, el 21 de junio de 1987, publiqué mi primera reseña de un libro, fue en el dominical de diario El País de Cali, el libro se llamaba La ceniza del libertador, recuerdo cuánto me conmovió su profundidad, su lenguaje y la puesta en escena de los últimos días del Libertador viajando hacia el fin; hechas añicos su gloria y su poder. Aprendí leyendo ese libro las profundas verdades sobre lo que es nuestra nación y sobre lo que es el poder. 
   
   Hace un año tuve ocasión de presentar Destierro una de las más recientes novelas de Fernando.  Destierro es otro esfuerzo por entender. Por dar a la palabra literaria el lugar de la indagación. Por hacer de una circunstancia individual la ocasión para pensar la condición, el carácter de lo humano. También es la tierra en la cual se resiste. La literatura es la construcción de una patria, la íntima madriguera que nos salva. El único lugar en el que podemos erguirnos para cantar y contar, así nuestras historias sean silbos de pájaros perdidos en el estruendo de la noche.         
 
    Leyéndolo, desde la perspectiva que da el tiempo, comprendemos que la tinta del verdadero escritor es sangre oscura que busca en la luz de las palabras  expresar el pensamiento y la aventura estética, comprendemos que hay una poética muy elaborada en la vasta obra de Fernando, que trabaja de manera consistente en esa búsqueda y con ella y en ella ha renunciado a la facilidad del gran público, ha preferido que sus obras encuentren a sus lectores, y ¿qué encuentra un lector en su obra? Diría que un lector de su obra se encontrará a un poeta profundo que conoce el lenguaje y explora sus posibilidades con un tino y una intensidad magistral. Para que lo que afirmo no sea retórica escuchemos el poder sus palabras:  

Fragmentos.

 Cuántas veces este hombre que todavía soy Abandonó a sus perros para descender a los establos profundos. Pasaban vientos tan helados como húmedos, Envueltos en hojas marchitas de cigarras quemadas. Escuchaba el vaho de las vacas en las canoas de ciprés
La cumbamba del pensamiento en el cuenco encenizado de la mano.
De tanto olor a forraje al final se partía algo dentro de mí,
Haga de cuenta ronquido de vidrio,
Ramas de laurel congeladas, Cáscaras de culebra.
Estas vacas me aman -me decía.

                                                      xxx
Iba donde dormían los terneros extendidos como pieles de colores en el aserrín. Oía con el viento la queja de los techos de hojalata,
Pisoteaba hasta el amanecer los suelos cubiertos de helecho,
Olfateaba los biberones recién hervidos. Regresaba encorvado al establo donde ocurrían los nacimientos.  

                                                    xxx
Yo formaba parte de aquel mundo desaparecido, Que sólo he podido volver a observar en fotografías desvanecidas, en el carbón Apagado.
Parecía hijo de la humedad a solas, del destierro de mis abuelos,
De las nieblas que al amanecer desaparecían la carretera, los techos de mi aldea, hasta mi sombrero.

                                                  xxx
   En vez de ir a la tienda me quedaba a patear el empedrado con los tacones,  Igual que los caballos de los que vivía enamorado lo hacían con sus herraduras. No ofrecía serenatas pero vivía de la obsesión de imitar sus relinchos bajando con un tarro de hojalata hacia la bananera.

                                                   xxx
    Me detenía durante semanas a observar aquellas colas como de plumas Con las que azotaban los tábanos en el aire helado de la mañana.  Al amparo de una lámpara vacía acabo de abandonar mi Pontiac color plomo. Papá andaba en él como sobre un caballo de cascos de goma, Pero al morir no tuvo a nadie más en quien depositarlo. Mi única obligación fue darle a beber gasolina a partir de aquel día.
                                                        xxx
Me detengo en el antejardín.
Veo insectos volar alrededor de la poderosa bombilla que da sentido a la calle. El pedazo de guitarra que traigo conmigo es la prueba de todo lo contrario de cuanto hice. Escucho el ruido de la tierra a mis pies, Estoy informado de que el ruido que escucho es de babosas que ruedan bajo las violetas en el antejardín.  Pronto saldrá el sol y comenzarán a poblar la carretera otros animales. Geranios de diferentes floraciones cuelgan de materos degollados por el hacha de la chusma sombría. La página del álbum que me es ofrecida flota en vano encima de la mesa que reúne el naufragio.
Al pie de residuos de berenjenas ya heladas, de garbanzos como pedazos de Granizo encendido.
 Observo flamear la cabellera blanca de Susana ya bastante lejana, su chal aguamarina dar gualdrapazos contra el espaldar de su última silla.
Escucho en la lejanía el pito del vigilante que trota alarmado hacia la enfermería. Al amanecer, las cosas ya no serán más las mismas que hasta hoy fueron.   
   
  Los vigilantes de la universidad a quienes trata como a sus amigos, lo vieron llegar durante muchas décadas antes del día a su cubículo de profesor ; allí en un espacio que sólo permitía una silla y el atiborrado escritorio, además de atender a sus estudiantes, se escribió, sin que nadie se diera cuenta, una de las obras literarias y ensayísticas más importantes de nuestra lengua. Y de paso la obra más importante de lo que será nuestra tradición literaria. Por ello titulé estas líneas de gratitud: Fernando Cruz La tradición presente.

No puedo menos que dar gracias al Dios de la literatura por este milagro.

 Dar gracias a Amparo, a sus hijos y a los amigos y alumnos que hoy nos reúnen.

 Gracias Fernando por ser ejemplo sin buscar ser ejemplo, por darnos consejo sin hablar, por ayudarnos a cambiar sin proponértelo. Gracias por tanta  claridad en medio de tanta penumbra. 
  
José Zuleta
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NTC ... enlaces: 
Proyección durante la intervención de José Zuleta. 
Fotografía del autor: MICRo de  NTC …


A la derecha: Fernando Cruz Kronfly y José Zuleta, durante el evento

Fotografías: MICRo de  NTC …

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* José Zuleta presenta la novela DESTIERRO de Fernando Cruz Kronfly. Junio 1, 2012. Biblioteca Departamental.  
En la mesa: Juliana Garcés Saroli, Fernando Cruz Kronfly y José Zuleta Ortiz, quien interviene


Ver y navegar: http://ntc-narrativa.blogspot.com/2012_06_01_archive.html Allí: información sobre el evento, la novela, el autor, videos (intervenciones completas), textos (el de la presentación y otros), enlaces, ... 


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A la tribu árabe, desde el destierro.
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El poniente se encontrará a sí mismo
en mí, sin mí.
UlisesJames Joyce
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Sílaba Editores, Medellín, Marzo, 2012. 263 páginas
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 Información sobre el libro y el autor:  http://ntc-narrativa.blogspot.com/2012_04_19_archive.html 
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