DECLARACIÓN DE
ARTISTAS E INTELECTUALES PARA ENCENDER Y VIGILAR LA ANTORCHA DE LA DEMOCRACIA
Hace veintitrés años el movimiento
insurgente M19 abandonó las armas, confió en la democracia colombiana y se
reintegró a la vida civil. Desde entonces sus militantes han participado con
lealtad en el debate democrático, y han servido al país en distintos cargos de
elección popular.
Hace año y medio, después de una brillante
labor como congresista, Gustavo Petro fue elegido para el segundo cargo más
importante del país, la
Alcaldía Mayor de Bogotá, con la promesa de luchar contra la
corrupción y de esforzarse por hacer una ciudad más humana, más sensible a las
necesidades de la gente.
Un buen indicio de que el alcalde Petro
está intentando gobernar de verdad y cambiar las costumbres de una metrópoli
que había caído en manos de la corrupción y de los grandes negociados, es la
feroz campaña de desprestigio que se ha emprendido contra él: los esfuerzos por
impedir primero su posesión y después su gobierno.
Ahora el mayor adversario de la oposición
democrática en Colombia, el Procurador Alejandro Ordóñez, que de un modo
arbitrario se ha tomado la atribución de anular las decisiones de la
ciudadanía, ha iniciado un proceso para destituir e inhabilitar a Petro, como
antes lo hizo con otros importantes líderes populares.
La administración de Petro, en sólo año y
medio, ya arroja resultados importantes en la lucha por superar los males de la
ciudad: la pobreza y la miseria han descendido en Bogotá; los índices de
homicidios se han reducido de manera notable; el presupuesto para la educación
aumentó considerablemente; la alcaldía ha garantizado un mínimo de agua potable
gratuita para los más humildes, y está asumiendo un manejo humano de la vieja
pesadilla de la marginalidad y la drogadicción en nuestras calles.
Era de esperar que el compromiso del
alcalde de no gobernar para los poderes tradicionales, de emprender tareas
nuevas, enfrentándose a las mafias de la contratación y a los pulpos que viven
del presupuesto, despertara una gran resistencia y diera pie a muchas campañas
de desprestigio.
Los poderes que manipularon siempre la
ciudad no parecen dispuestos a perdonarle nada: nunca se ha visto un nivel más
sesgado de vigilancia y de exigencia desde algunos sectores políticos y mediáticos.
Como toda administración, la de Petro puede tener errores, pero estos críticos
no ven ninguno de sus aciertos y magnifican con perfidia dificultades
administrativas que nadie puede considerar delitos.
Ello no tendría por qué ser negativo: un
alcalde como Petro, con su arriesgada decisión de cambiar las cosas, tendrá que
acostumbrarse a sentir siempre en el flanco el aguijón de la crítica y del
rumor. Pero la arbitrariedad de no permitir que gobierne, cuando ni siquiera ha
llegado a la mitad de su mandato, e impedir así que la comunidad pueda juzgar
su gestión, es una decisión desesperada a favor de los poderes tradicionales,
que podría tener efectos gravísimos no sólo para la ciudad sino para el país
entero.
Porque, además de borrar de un plumazo la
voluntad de los ciudadanos, otra de las consecuencias de la injusta destitución
de Petro podría ser la ruptura de los diálogos de Paz de La Habana entre el gobierno de
Colombia y las FARC. No parece posible que la guerrilla crea de verdad en las
posibilidades de la democracia viendo de qué manera arbitraria se destituye a
un alcalde que se reintegró a la vida civil, que fue elegido por la comunidad,
y que está gobernando para la gente.
El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en
1948, la evidencia de un fraude en las elecciones de 1970, y el asesinato en
las calles de todo un partido político y de varios candidatos a la presidencia
en los años 80, frustraron la fe en la democracia de varias generaciones de
colombianos.
Ahora los enemigos de la paz están decididos
a jugarse la carta definitiva. La destitución de Gustavo Petro sería el
instrumento perfecto para impedir las transformaciones que puede obrar sobre la
ciudad un gobierno que no es sospechoso de corrupción, para torpedear el
proceso de paz, para hacer que un conflicto de cincuenta años se eternice sobre
nuestra tierra, y para producir un estallido de indignación de consecuencias
imprevisibles. Seguramente hay quienes aspiran a pescar en esas aguas
revueltas.
Qué triste que la arbitrariedad de unos
cuantos pueda pesar más que el sueño de felicidad de todo un pueblo. Los
firmantes de esta declaración llamamos a encender la Antorcha de la Democracia , y a velar
día y noche junto a ella, para impedir que un manotazo del oscurantismo y de la
inquisición destruya las esperanzas de una nueva generación que sueña con la
paz de Colombia y con la dignidad y la prosperidad de su pueblo.
Bogotá, Julio de 2013
Firman
1. León Valencia
2. Jotamario Arbeláez
3. Luis Ángel Parra
4. Víctor Gaviria
5. Carlos Jacanamijoy
6. Simón Vélez
7. Sergio Cabrera
8. Lisandro Duque
9. Flora Martínez
10. Patricia Ariza
11. William Ospina
12. Baltazar Garzón
13. Gilma Suárez
14. Carlos Satizabal
15. Yuldor Gutierrez
17. Margarita Pacheco
18. Nicolás Uribe Pachón
19. Constanza Vieira
20. Manuel Guzmán Hennesey
21. Raúl García
22. Fernando Duque
23. Constanza Cameló
24. Hernando Martínez
25. Luis Fernando Alviar
26. Flor María Bernal
27. Daniel Jaime
28. Diana Cortés
29. Harold López
30. Gricerio Perdomo
31. Claudia Jaramillo
32.
Andrei García F.
33.
Luz Miryam Toro
34.
Rafael Colmenares
35.
Elsa Matilde Escobar
36.
Antonio Morales
37. Mario Muñoz (Dr. Krápula)
38. Rafael Vergara
39. Vera Grabe
40. César López
41. Elmo Valencia
(Siguen más firmas)
Contratiempo
Disparos
al aire
Jotamario Arbeláez
(Columna publicada en El Tiempo el 20 Agosto-13)
¿Ha hecho usted alguna vez disparos
al aire? ¿Está seguro de no haber herido
a nadie? ¿Ha sido acusado de partidario del terrorismo por exigir la paz
ante todo, o enemigo de la paz porque piensa que por ella no hay que pagar
ningún precio? ¿En alguna época de su vida pasada fue acusado por los
comunistas de agente de la CIA ,
para evitar que lo invitaran a sus peñas o ágapes, o tuviera algún ascendiente
entre la juventud siempre anhelante de ejemplos insólitos? ¿Acusa ahora usted
de paramilitares a familias en ascenso económico vinculadas a la cultura,
mientras la suya está en bancarrota? ¿No le teme usted a ser temerario? ¿Se ha
ido usted por la nueva Derecha revolucionaria o prefiere insistir en la
tradicional izquierda paralizante? ¿Ha peleado o por lo menos se ha distanciado
de un amigo del alma porque no participa de su mismo bando, que ya ni siquiera
partido? ¿Se indigna porque el Procurador quiera destituir de un plumazo al
guerrillero del M-19 reintegrado a la vida civil y civilizada -hoy alcalde
Petro- y mandarlo al asfalto, donde podrá descubrir lo rajado que lo tiene?
¿Justifica que el burgomaestre haya desatendido tamaña minucia por estar
entregado a la inmaculada concepción de megaproyectos? ¿Cree que ante la
declaración de la directora del IDU de que el arreglo de la malla vial vale
diez y medio billones de pesos y sólo hay disponibles 782 millones, tenga algún
futuro la movilidad en la capital? ¿Si en Bogotá no cabe un carro más, qué
taxis podrán manejar los reinsertados, si es que los aceptan los usuarios, en
el momento empanicados con los paseos millonarios? ¿Estará contemplado que esos
exmilicianos ingresen en las filas del ejército o la policía, respetando sus
rangos tan difícilmente adquiridos, y dada su experiencia eln labores de campo,
sean encargados de vigilar por ejemplo los oleoductos de los posibles ataques
de otros antisociales? ¿Está usted de acuerdo con que el Alcalde continúe su
período pero también con que hay que pellizcarlo para que actúe en lo
fundamental postergado? ¿Firmará usted el manifiesto que encabezan artistas e
intelectuales defendiendo a capa y espada la elección popular del mandatario en
atención a que destituirlo e inhabilitarlo podría dar al traste con los
tratados de La Habana ,
pues mal antecedente sería para una subversión en trance de reincorporarse, el
que se mande a la basura la voluntad popular? ¿Cree que la defensa del puesto
de Petro la firmará el poeta Elmo Valencia, de 87 años, autor de una de las
obras fundacionales del M-19, El Libro
Rojo de Rojas, que en 1970 denunció con pruebas el fraude electoral, y
quien solicitó uno de los 20 cargos temporales que propicia la Secretaría de Cultura
del Distrito, y la
Fundación Alzate Avendaño, que maneja sus dineros, en los
términos más cordiales lo mandó prácticamente a freír espárragos? ¿No preferirá
que estos dos personajes converjan en el asfalto para retomar los temas
antepasados y convenir en que definitivamente el General, que comenzó haciendo
milagros en el cementerio, terminó por traernos la mala suerte a todos? ¿Está
usted de acuerdo con que es imposible que el M-19 regrese al monte, ya sin
armas y sin alientos, y después de haberse jugado por la paz sus últimas cartas?
¿Con lo peligrosos que están ahora los campos con la presencia de tanto bandido
sin ideales? ¿No cree finalmente que por la paz hay que darlo todo? ¿Qué la
paz, como el amor, no se hace sola? ¡Ponga su parte! Yo estoy poniendo la mía.
Estampando mi firma en defensa de una gestión ininterrumpida de Petro. Haga
usted lo propio si le parece. No colabore a tumbarlo. Colabore para que Bogotá
salga bien parada. Y para que la paz nos cobije. Para celebrar no haga disparos
ni al aire. En el aire andan los poetas. Podría alcanzar alguno.
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