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WITOLD GOMBROWICZ METE LA PATA CON GALILEO.
Por Juan Carlos Gómez* , junacagomz@yahoo.com.ar , mail de 25 de enero de 2010, 05:17 .
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“Han desaparecido esos pequeños pueblos
Donde el viento unía los cánticos bíblicos
Con las tonadas polacas y el lamento eslavo
Han desaparecido esos pequeños pueblos
Donde el zapatero era poeta, el relojero un filósofo
Y el peluquero un trovador”.
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Para calcular la velocidad que tiene una persona que camina sobre un tren respecto a la tierra, hay que sumar la velocidad que tiene respecto al tren a la velocidad que tiene el tren respecto a la tierra. Si la persona que camina sobre el tren fuera la luz, el modelo de Galileo sería inválido pues cualquiera fuera la velocidad del tren la luz mantendría una velocidad constante.
A Gombrowicz, igual que a Galileo, le costaba trabajo mantener relaciones cordiales con el catolicismo porque esa doctrina estaba en contradicción con su visión del mundo. Pero Gombrowicz tuvo mala suerte con Galileo. Un editor alertó a los lectores con un (sic) sobre que Gombrowicz creía que el principio de la palanca era de Galileo y no de Arquímedes como en realidad lo es.
“Tenía miedo en Polonia. Aunque a decir verdad, no existía entonces una amenaza concreta, la fronteras del país estaban aseguradas, la política exterior era tranquila, los asuntos interiores estaban más o menos puestos en orden, el poder del Pilsudski apoyado sobre bases sólidas iba para largo, y sin embargo uno se sentía como sentado sobre un barril de pólvora. Estoy hablando de mí mismo (...)”
“La única razón de mi zozobra era indudablemente el que sintiera que pertenecíamos a Oriente, que éramos Europa oriental y no occidental. Sí, ni el catolicismo, ni nuestra aversión hacia Rusia, ni las uniones de nuestra cultura con Roma y París, nada podían hacer contra esa miseria asiática que nos devoraba desde abajo... toda nuestra cultura era como una flor pegada a un piel de cordero (...)”
“Respecto a la revolución comunista era difícil hacerse ilusiones, habría significado la ruina de todo cuanto se había conseguido, la pérdida de nuestra independencia y la llegada al poder de fuerzas incontrolables, desprovistas de todo respeto por el hombre, crueles. Aún existía la esperanza de que el país se recuperara poco a poco y se adhiriese al sistema del bienestar occidental (...)”
“Esta atmósfera de espera reinaba también en la literatura, era como si los escritores polacos no quisieran pronunciarse de forma más contundente hasta no estar seguros del destino de la nación. Yo me rebelaba, por nada del mundo quería aceptar la postura de espera y, al ver que era la comunidad quien la imponía, por nada del mundo quería ligar mi destino al de la comunidad (...)”
“‘Dadme un punto de apoyo y moveré la tierra de sus fundamentos’. Aplicaba estas palabras de Galileo (sic) a las condiciones polacas y se me ocurría que para mover algo en Polonia hacía falta tener un punto de apoyo fuera de ella”. Quizás Gombrowicz haya confundido a Arquímedes con Galileo por la atracción que el modelo de este último ejercía sobre su imaginación, una atracción que pone al descubierto Milan Kundera.
Sesenta años después que Rimbaud hiciera el llamado a la modernidad Gombrowicz no estaba tan seguro de que este llamado fuera necesario. En el medio de un mundo de hombres paralizados a Gombrowicz se le ocurre ponerse en contra del lema del romanticismo polaco que convocaba a los jóvenes a medir las fuerzas por las intenciones y no las intenciones por las fuerzas.
Entonces escribe “Ferdydurke” con un propósito restringido, pero la obra se le va de las manos, le sale el tiro por la culata y se pone en línea con la “Oda a la juventud” de Adam Mickiewicz. Kundera contabiliza algunos elementos de “Ferdydurke” que están relacionados con la familia y con una transformación del mundo que sigue el modelo de Galileo, a la que se llamó modernidad.
La idea de Kundera es que Gombrowicz captó en “Ferdydurke” el giro fundamental que se produce en el siglo XX. Hasta entonces la humanidad se dividía en dos, los que defendían el statu quo y los que querían cambiarlo. En el pasado el hombre vivía en el mismo escenario de una sociedad que se transformaba lentamente, de repente la historia se empezó a mover bajo sus pies como una cinta transportadora sobre la que también viajaba el statu quo.
Por fin se podía ser a la vez conformista y progresista, equilibrado y rebelde. El sillón de la historia empieza a ser empujado hacia delante por todo el mundo. Los colegiales modernos, sus madres, sus padres, así como todos los luchadores contra la pena de muerte y todos los miembros del comité para la protección de los recién nacidos y, por supuesto, todos los políticos.
Los políticos, mientras empujaban el sillón, volvían sus rostros sonrientes al público que corría tras ellos, y que también reía, a sabiendas de que sólo el que se alegra de ser moderno es auténticamente moderno. Fue entonces cuando una parte de los herederos de Rimbaud comprendieron algo inaudito: hoy, la única modernidad digna de ese nombre es la modernidad antimoderna.
“¿Un punto de apoyo como el de Galileo fuera de Polonia? Pero ¿dónde? ¿En qué podía apoyarme? Sólo podía apoyarme en mí mismo, debía buscar en mi yo a mayor profundidad, allá donde ya no era polaco sino simplemente humano. Después de haber acabado mi comedia ‘Ivona, princesa de Borgoña’ que, si bien había sido publicada en ‘Skamander’, no tenía ninguna probabilidad de llegar al escenario en razón de su modernidad, me puse a trabajar sobre una novela que jamás soñé que llegaría a titularse ‘Ferdydurke’ (...)”
“Empecé a escribirla en un estado de ánimo extraño, como de desdoblamiento. Se arremolinaban en mí ambiciones, rencores dolorosos, me sentía irritado y vengativo, así como deseoso de probar mis posibilidades, pero al mismo tiempo, mi sentido común que por suerte nunca me abandonaba, me dictaba que no debía medir mis fuerzas por mis intenciones, sino más bien mis intenciones por mis fuerzas. (...)”
“Comencé pues el esbozo de algo que yo concebía como una simple sátira, nada más que me permitiera sobresalir por mi humor y tal vez, ése era mi sueño, igualar a Antoni Slonimski, cuyo sentido del humor admiraba. Éstas eran mis perspectivas al escribir las primeras treinta o cuarenta páginas. Pero algunas escenas me salieron más fuertes... o tal vez más estrafalarias (...)”
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“La sátira se inclinaba hacia lo grotesco, a lo desenfrenado hasta más no poder, hacia lo enloquecido e insólito y eso nada tenía que ver con el humor de Slonimski (<-- foto) . Decidí mantener toda la obra en este espíritu, volvía a comenzarla desde el principio y de este modo, poco a poco, empezó a nacer un cierto estilo que iba a absorber mis sufrimientos y rebeliones más esenciales (...)”
“Menciono estos detalles porque en la mayoría de los casos sucede así: ‘elevando’ el texto al nivel de los fragmentos más logrados, se crea la forma de la literatura”. Antoni Slonimski, poeta, dramaturgo, publicista, crítico teatral, uno de los fundadores del grupo “Skamander”, autor de unas famosas crónicas semanales, es pues el origen del universo gombrowiczida, es el punto de apoyo inicial en la escritura de la primera novela de Gombrowicz.
“Solonimski, éste sí que nos salió bien, por fin había un escritor de verdad, plenamente realizado. Los versos de Slonimski no me seducían, para mí su poesía eclosionaba en la prosa, en sus crónicas: allí es donde se largaba contra todo y contra todos y donde se divertía, un maestro en organizar comedias de las que él mismo era protagonista. Yo afirmo que con él se educó una generación; no necesariamente hay que ser un dios para tener adeptos (...)”
“Pero lo que considero importante y curioso es que la prosa de Slonimski, probablemente la única prosa eficaz de la Polonia independiente, consistía en arrastrar las alturas hacia abajo, hacia el terreno del sentido común y del pensamiento realista. Su fuerza consistía en pinchar globos, pero eso no requiere mucha fuerza”.
El sentido del humor que Gombrowicz admiraba en Slonimski fue apagándose poco a poco con el paso del tiempo a medida que Europa se encaminaba inexorablemente al desastre total. En el año 1947 Antoni Slonimski escribe un poema: “Elegía por los pequeños pueblos judíos de Polonia” en el que no quedan ni rastros del sentido del humor que había tenido hasta entonces.
“Han desaparecido esos pequeños pueblos/ Donde el viento unía los cánticos bíblicos/ Con las tonadas polacas y el lamento eslavo/ Han desaparecido esos pequeños pueblos/ Donde el zapatero era poeta, el relojero un filósofo/ Y el peluquero un trovador”.
Gombrowicz explica en los diarios el por qué Slonimski cambió de humor de una manera tan amarga y fundamental.
Cuando Gombrowicz empieza a garabatear “Fedydurke” todavía sigue en el riel de Slonimski pues no encuentra ese punto de apoyo que, según creía él, buscaba Galileo. La novela comienza cuando el protagonista treintiañero es raptado de su casa en una forma infantil por un profesor que lo lleva a una escuela de adolescentes, a pesar de los lamentos de la criada que no lo puede impedir porque el profesor la pellizca en las nalgas y la criada pellizcada tiene que mostrar los dientes y estallar en una risa pellizcada.
En el medio de la narración el protagonista tiene unas aventuras en la escuela que culminan con un duelo de muecas entre dos adolescentes líderes de dos agrupaciones que expresan su antagonismo con intentos de violación por los oídos mediante la utilización de palabras sublimes y obscenas, que caen en la vulgaridad y el anacronismo, y que no pueden darle el triunfo a sus ideas.
En el colegio se habían formado dos bandos irreconciliables, el de los muchachones que representaban ideales bajos, y el de los adolescentes que representaban ideales sublimados. Si Polilla, el líder de los ideales bajos, realizaba su plan de violar la inocencia de Sifón, el líder de los ideales sublimados, la realidad se convertiría en una pesadilla y el protagonista ni siquiera podría soñar con la huida.
Pepe le está comentando en voz baja a un compañero que sería mejor disuadirlos de la violación, pero Polilla se da cuenta: –¿Por qué te metes? ¿Quién te permitió chismear de nuestros asuntos con Kopeida? ¡A él eso no le interesa! ¡No te atrevas a hablar de mí con él!; –Polilla, no hagas eso con Sifón; –¿Por qué no?; –Porque no; –¿Sabes dónde te tengo con Sifón?
¡Te tengo en el ... ¡Perdón! ¡En mi mejor estimación!; –No hagas eso, no se metan en eso. ¿Acaso no te ves haciendo eso? Oye, ¿tú te has imaginado eso?, ¿tú te has visto?, Sifón atado en el suelo y tú violado su inocencia a la fuerza y por las orejas. ¿No te ves en eso?; –Veo que tu también eres un digno adolescente. Sifón te ha influido, ¿no es cierto? Mientras estaba diciendo esto le dio un punta pie.
¿Acaso porque Sifón es inocente tú tienes que ser indecente? Polilla se sumergió en dolorosos pensamientos dejando por un momento la trivialidad y la vulgaridad y el rostro se le descongestionó, pero cambió inmediatamente: –¡Cuculeíto! ¡Cucucaleíto! ¡No, no puedo permitir que consideren a los colegiales unos inocentes! ¡Tengo que violar por las orejas a Sifón!
Cuando Pepe le propone la huida, Polilla empieza a soñar con el peón, la fraternización con el peón es su ideal bajo. Pero de repente un rugido sarcástico estalló a dos pasos de ellos. Sifón y Conejo, con algunos otros, se agarraban sus barrigas inocentes carcajeando y rugiendo: –¡Te felicito, Polilla, te felicito! ¡Por fin sabemos qué se oculta en ti! ¡Sueñas con el peón! ¡Finges ser un muchachón brutal, pero en el fondo eres nada más que un sentimental soñador peonal!
Polilla se daba cuenta que la balanza se estaba inclinando peligrosamente a favor de Sifón, entonces se le ocurre desafiarlo a un duelo de muecas. Eligen la hora, el lugar y las árbitros. En el momento que lo están designando a Pepe como superárbrito, suena el timbre, se abre la puerta y un hombrecito barbudo entra a la clase y se sienta sobre la tarima.
Pasa una hora, termina la clase y los alumnos profieren un rugido salvaje. El viejito pestañeó y salió. El duelo de muecas iba a ser un duelo a muerte y no un palabrerío vano. Conejo lo aconsejaba a Sifón: –¡No te asustes, piensa en tus principios! Teniendo principios puedes en nombre de ellos fabricar fácilmente todas las muecas que quieras, mientras él carece de principios y deberá fabricarlas, no en nombre de ningún principio sino por su propia cuenta.
La cara de Sifón resplandecía pues los principios le daban el poder de poder siempre y con cualquier intensidad. Los amigos de Polilla le aconsejaban que no se expusiera a la derrota: –No te eches a perder, ni a ti ni a nosotros, mejor ríndete enseguida, finge que estás enfermo y te excusaremos; –No puedo, ya están echados los dados. ¡Fuera! Pero la cara se le alargó y dio muestras de un malestar pronunciado.
Los árbitros castañetearon los dientes: –¡Podéis empezar! Parecía que Polilla dominaba, pero de pronto Sifón replicó alzando un dedo, hacia arriba, era un golpe poderoso. Polilla alzó el mismo dedo, lo puso en la nariz, se rascó y escupió sobre él, se defendía atacando, pero el dedo invencible de Sifón permanecía en las alturas. La situación de Polilla se volvía terrible porque ya había gastado todas sus asquerosidades y el dedo de Sifón siempre indicaba hacia lo alto.
De repente Polilla rompió el silencio con un grito espantoso; –¡A él! ¡A él! Se arrojó sobre Sifón y le aplicó un flor de sopapo. Los muchachos se arrojaron sobre los adolescentes y los maniataron con los tiradores. –¡Ah, mi adolescentucho inocente, tú creías vencerme! Polilla estaba sentado sobre Sifón: –Dame tu orejita.
Por suerte se puede todavía penetrar en el interior por vía de las orejas. Se inclinó sobre él y empezó a soplar. Sifón chilló como un chancho, viendo que no podía zafarse, rugió para tapar las mortíferas palabras de Polilla que lo iniciaban y lo enteraban. Era increíble que los ideales pudieran emitir semejante rugido, pero el verdugo rugió también: –¡Mordaza! ¡Métele mordaza! ¿Qué esperas?
Se lo estaba pidiendo a Pepe, era él quien debía ponerle la mordaza. “Justo en el momento culminante de la atroz violación psicofísica que efectuó Polilla sobre Sifón, se abrió la puerta y entró en la clase, como caído del cielo, Pimko, siempre infalible en toda su personalidad excepcional: –¡Qué bien, los niños juegan a la pelota! ¡A la pelota, a la pelota juegan! ¡Con qué gracia uno tira la pelota al otro, con qué soltura la agarra el otro! (...)”
“Y viendo los rubores sobre mi cara, pálida y crispada por el pavor, añadió: –¡Oh, qué colorcitos! Se ve que la escuela te resulta saludable y la pelota también, mi Pepito. Vamos, te llevaré a la casa de la señora Juventona, donde alquilé una pieza para ti”.
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* Juan Carlos Gómez, doctor en Ciencias de la Administración, nació en Buenos Aires en 1934. Se hizo amigo de Gombrowicz en 1956, a los veintiún años, jugando al ajedrez en el café Rex, cuando cursaba la carrera de Ciencias Físico-Matamáticas. Las cartas que Gombrowicz le escribió desde Europa cuando se fue de la Argentina fueron publicadas por Emecé en 1999. Fue protagonista principal, junto a otros tres discípulos, de la película de Alberto Fischerman, "Gombrowicz o la seducción", que se estrenó en 1986 y que fue premiada en el festival de Rotterdam ese mismo año. Es colaborador permanente de la revista literaria polaca "Twórczosc". En el 2004, el año del centenario de Gombrowicz, publicaron tres ensayos suyos: "Nueva guía de Gombrowicz", "No veremo en Bueno Saires" y "Milonga para Gombrowicz". En el año 2005, otro ensayo, "Las cartas", y es de próxima aparición en el año 2008, un conjunto de los "Gombrowiczidas" ; ; ; con los que los bombardeo a diestra y siniestra. En el año 2004 la editorial argentina "Interzona" publicó, "Gombrowicz, este hombre me causa problemas", y en el año 2006 la revista literaria argentina Prometheus publicó "Gombrowicz, y todo lo demás". Fue el curador de "El enigma de Gombrowicz", las jornadas sobre Gombrowicz del Centro Cultural Borges en el año 2004, y de "Gombrowicz, y los argentinos", las jornadas del MALBA en el año 2005. Ver: http://www.elortiba.org/gombr2.html
Fuente: http://www.scribd.com/doc/18334636/Juan-Carlos-Gomez-Gombrowiczidas-25
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http://colectividadesargentinas.blog.arnet.com.ar/archive/2009/02/24/witold-gombrowicz-y-juan-carlos-g%C3%B3mez-en-la-%C3%BAltima-cena.html
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http://colectividadesargentinas.blog.arnet.com.ar/archive/2009/02/24/juan-carlos-g%C3%B3mez-y-witold-gombrowicz-en-el-puerto-de-buenos.html
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ALGUNOS ENLACES:
Gombrovicz esta en nosotros
por Juan Carlos Gómez.
http://www.albany.edu/offcourse/nov98/gomez.html
http://cinosargo.bligoo.com/content/view/619756/WITOLD-GOMBROWICZ-Y-JUAN-CARLOS-GOMEZ.html
http://www.scribd.com/doc/18334636/Juan-Carlos-Gomez-Gombrowiczidas-25
http://www.scribd.com/tag/gombrowiczidas?l=4
http://www.cinosargo.bligoo.com/content/archive/2009/2
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