http://ntcblog.blogspot.com/ , ntcgra@gmail.com Cali, Colombia.
Y a los relacionados en: http://ntcblog.blogspot.com/2009_10_11_archive.html
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ACTUALIZACIONES Y COMPLEMENTACIONES.
27 de mayo de 2011
ESCLARECIMIENTO EN UNA EDAD DE DESTRUCCIÓN. Editores: CHRISTOPHER BRITT Y EDUARDO SUBIRATS
http://ntc-ediciones-virtuales.blogspot.com/2011_05_27_archive.html
Eduardo Subirats , durante la conferencia. Fotografía (oct. 23, 2009) : María Isabel Casas de NTC …(Click sobre las imágenes para ampliarlas. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí)
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Esta declaración me lleva necesariamente a un subsiguiente comentario. El concepto de independencia solo puede definirse a partir de aquello que rechaza, es decir, la condición colonial. Pero hablar del origen colonial de América latina significa también transgredir un tabú impuesto por el nacionalismo católico español e hispánico, y es un tema censurado por el main stream del latinoamericanismo europeo y norteamericano. En un caso, se utilizó el eufemismo institucional del “descubrimiento,” en el otro se esgrime el slogan de la “postcolonialidad.” Pero decir que la independencia de América latina es una independencia de su descubrimiento sería cínico. Y es cínico hablar de un colonialismo postcolonial. Es cínico en el sentido filosófico de la palabra: el acto subversivo de poner patas arriba lo que previamente se había puesto sobre su cabeza y de poner de manifiesto la falta de sentido de las nomenclaturas historiográficas institucionalizadas. Esas son las dos paradojas que quería despejar antes de comenzar.
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Hablar de los procesos de independencia de las Américas, desde la revuelta de Túpac Amaru en el antiguo Imperio Inca, hasta la independencia de Cuba y Puerto Rico en 1898, pasando por la Independencia de Norteamérica en 1783, significa hablar en primer lugar del proceso colonial del que estas independencias constituyen una ruptura. Pero aquí tenemos que plantearnos una pregunta o quizás también una siguiente paradoja: ¿Significan estas independencias la supresión de este proceso colonizador o significan más bien su reformulación por otros medios y diferentes discursos? ¿Es la independencia una interrupción del proceso colonial o bien comprende al mismo tiempo su continuación por otros medios?
Para esclarecer este dilema me limitaré aquí a citar a cuatro importantes testimonios intelectuales, y con ellos a diferentes momentos históricos y sus distantes contextos geográficos de este inacabado proceso de la independencia hispanoamericana: José María Blanco White, Simón Rodríguez, Domingo Faustino Sarmiento y Augusto Roa Bastos.
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La razón que legitima el silenciamiento de Blanco White, el intelectual español más revelador del siglo 19, por el tradicionalismo español hasta el mismo día de hoy reside en su radical visión del atraso moral e intelectual, de la corrupción religiosa y política que marcaron la historia de España y sus colonias a finales del siglo 18. Blanco vaticinó el progresivo desmoronamiento del imperio y la decadencia cultural española que efectivamente se prolongo de las frustradas reformas liberales del siglo 19 hasta las fracasadas reformas republicanas del siglo 20. Ahora bien, esa fue también la visión que, desde su exilio de London, en el que colaboró con intelectuales independistas hispanoamericanos, proyectó sobre la Independencia de Hispanoamérica.
La posición intelectual y política de Blanco White frente a la Independencia de Colombia y México fue contradictoria. Por una parte, era consciente de las deficiencias intelectuales y sociales que el proceso colonial español, fundamentalmente anárquico y despótico en el plano político, e intelectualmente sometido al autoritarismo de la Iglesia, había dejado por todo legado. Nada en este patrimonio de absolutismo contrareformista permitía soñar un cambio histórico de la belleza y la envergadura de la Independencia de Norteamérica. Pero esta misma visión pesimista, desesperada incluso, del paradigmático exiliado español, fue también lo que alimentaba su contrario: nadie como él puso de manifiesto la necesidad de radicalizar la ruptura de las naciones hispanoamericanas no solamente con la forma política, sino ante todo con el fundamento religioso, jurídico y filosófico en el que se había levantado su arquitectura política y religiosa colonial. Su áspera controversia con la teología de la independencia de Servando Teresa de Mier es una muestra de este impulso transformador que recorre su fascinante obra literaria y teológica.
La originalidad, la radicalidad y la envergadura de la obra de Simón Rodríguez, el tutor de Bolívar y primer reformador del sistema educativo colonial, rara vez ha sido apreciada. Y son más raras incluso las ocasiones en que se ha trazado un paralelismo entre su visión de las limitaciones internas de la revolución bolivariana y la problematización por parte de Blanco de la “revolución española.” Pero este paralelismo esclarece precisamente dos aspectos que me parecen centrales para la comprensión de la grandeza y la miseria de las independencias latinoamericanas. Simón Rodríguez llevó a cabo sus ambiciosos proyectos de una educación pluriétnica, laica y científica en un sentido plenamente ilustrado, algo que Blanco no podía ni siquiera imaginar en una España intelectualmente asfixiada por la Inquisición. Pero Rodríguez fue también tan consciente del fracaso de la independencia bolivariana por la que luchó, como Blanco de las reformas de la España que tuvo que abandonar. Su reforma educativa fue mutilada por la burguesía criolla a lo largo de un proceso de involución social que se ha prolongado en las tradiciones golpistas y autoritarias de la moderna América hispana.
La primera conclusión que quiero subrayar aquí sobre el concepto de independencia hispanoamericana sobre la base de sus dos testimonios intelectualmente más brillantes es negativo. El legado del absolutismo, la ausencia de tradiciones sociales de autogobierno, y el atraso intelectual y moral eran los límites internos llamados a decapitar la emancipación hispanoamericana de acuerdo con estos escritores.
El tercer testimonio que quiero convocar, Sarmiento, incide unos años más tarde sobre el mismo dilema del atraso y la decadencia. Sarmiento es el paladín argentino contra una misma barbarie del mestizo y el indio americanos que Blanco o Francisco de Goya veían en el populacho madrileño que se levantó contra el invasor francés. Sin embargo, la posición de Sarmiento se encuentra en las antípodas de estos últimos. Blanco, Goya y Rodríguez representaban un concepto de modernidad inspirado en el humanismo de Montaigne, en la teoría social de Rousseau, en los ideales humanistas de progreso de Condorcet o de Kant, en el concepto universalista de conocimiento de la Encyclopedie de Diderot, con la idea de libertad y de nación de Fichte y con los valores de la Independencia de Norteamérica y la Revolución francesa. Sarmiento representa, por el contrario, un concepto positivista de modernidad, una modernidad definida expresa y estrictamente en términos de chimeneas industriales, genocidios étnicos y vías férreas. El centro de su filosofía política es la invocación de una modernidad unilateralmente contrapuesta a un concepto de barbarie heredero del racismo colonial que habían abanderado hombres de la talla de Hernán Cortes o de Ginés de Sepúlveda, pero mejorado a través del ejemplo de las estrategias genocidas contra los indios de Norteamérica y los pueblos árabes y bereberes del Norte de África inaugurados por el colonialismo postcolonial europeo del siglo 19.
Mi cuarto y último testimonio es más reciente y en cierta medida resume y cierra el conflicto entre la mirada negativa sobre una independencia limitada de Rodríguez y Blanco White, y un concepto de civilización latinoamericana concebida por Sarmiento como la extensión de la lógica colonial con medios industriales: me refiero a la visión literaria de América latina de Augusto Roa Bastos.
La obra de Roa Bastos gira en torno a la historia de su nativo Paraguay que sin embargo eleva a corazón geopolítico y metáfora de América latina. Se trata además de una obra que comprende dos momentos cruciales de la historia postcolonial americana: la revolución independentista bajo un concepto tan radical y amplio como el que concibió Bolívar, es decir, como una soberanía nacional que al mismo tiempo abrazaba una reforma agraria y un proyecto de igualdad social y racial, y las guerras que el colonialismo británico puso en escena en el Paraguay a través del imperialismo subalterno de Brasil, Argentina y Uruguay, con el resultado de uno de los genocidios más sangrientos de la historia postcolonial americana. Roa Bastos no ha sido el único, pero sin lugar a dudas es uno de los testimonios que ha descrito con un realismo más elaborado, el continuum histórico que atraviesa el proceso colonial americano hasta el siglo 20 con el amargo resultado de genocidios, destrucción de culturas y ecosistemas, la liquidación de lenguas y pueblos enteros, la persecución, asesinato y exilio políticos de las elites intelectuales, y un colosal empobrecimiento del continente.
Pero la importancia intelectual de la obra de Roa Bastos no termina en su testimonio literario. Su obra mas importante, y una de las novelas más destacadas del canon literario hispánico del siglo 20, Yo el Supremo, reconstruye con un inusual rigor analítico la dialéctica de emancipación y sometimiento, de poder revolucionario y dictadura letrada que ha atravesado los procesos de descolonización de América latina a lo largo de dos siglos. Roa Bastos lleva a cabo este análisis además a partir de una perspectiva plenamente contemporánea: la reconstrucción del proceso colonial como proceso de dominación gramatológica, en un sentido afín al que desarrolló su amigo Ángel Rama en La ciudad letrada o en un sentido afín al que lleva a cabo Vandana Shiva en su crítica de la lógica colonial de la industria genética.
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Todo ello les sorprenderá y quizás les incomodará a Ustedes. Primero menciono a intelectuales de una importancia fundamental que el conservadurismo dominante en la academia global y en la “ciudad letrada” del mundo hispánico se han silenciado mortalmente. Luego propongo una perspectiva histórica conflictiva señalada por revoluciones fracasadas, modernidades colonizadas, guerras genocidas y un generalizado empobrecimiento. He hablado, por si eso fuera poco, de una teología y lógica de la colonización que atraviesa confortablemente las fronteras virtuales entre una edad colonial y otra postcolonial. Y he subrayado, además, el imparable proceso de decadencia cultural y política ibérica e iberoamericana…
Todo ello lo planteo para poder formular una cuestión radical: ¿Es la decadencia del mundo ibérico e iberoamericano que anticiparon diferentes intelectuales del siglo 19, del andaluz Blanco White al cubano José Martí, y del portugués Antero de Quental al catalán Pi i Margall, un proceso irremisible? ¿Están llamadas las culturas de América latina a su progresiva desaparición bajo los constituyentes geopolíticos de un hemisferio hibrido bajo hegemonía militar y mediática de Norteamérica? ¿Son los proyectos intelectuales del pasado que trataron dar una forma propia a los universos latinoamericanos a partir de sus memorias y formas de vida históricas especies extinguidas o en proceso de extinción? ¿Sucumbirá América latina bajo la creciente destrucción ecológica, las estrategias y las tecnologías de la violencia organizada, los tráficos ilegales y la subsiguiente degradación biológica y cultural de una masa humana abandonada a un destino incierto? ¿Qué caminos podemos transitar para salir de este “final de la historia” anunciado por el neofascismo postintelectual de nuestra edad de guerras globales?
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Para remate de males hemos sido bombardeados por el marketing académico global con categorías de relajante trivialidad. Las llamadas modernidades tardías, por ejemplo, son una píldora más tranquilizadora que el concepto de modernizadas colonialidades, y la secularización del mestizaje colonial bajo las estrategias híbridas de la cultura como espectáculo solapan bajo su variopinto travestimiento multiculturalista a los millones de desplazados a las maquilas de la producción corporativa. Las ficciones mágicorealistas no han tenido efectos menos anestesiantes: con sus promesas de felicidad en tiempo irreal han fungido como perfecto camuflage de reales genocidios que todos ustedes conocen. Y tengo observado que en los departamentos latinomaericanos de las universidades norteamericanas se esgrime un concepto global de modernidad latinoamericana del que se han borrado las voces y proyectos intelectuales más universales de América latina, desde la cosmología del Inca Garcilaso en el siglo 16 a la geopolítica del hambre de Josué de Castro, en el siglo 20.
Una cocina de la modernidad reducida al menú de volátiles derechos humanos, la democracia como espectáculo, una reducción de lo social a iconologías y textualidades, el concepto administrativo de cultura como marketing y de la literatura como alegorías realmaravillosas cierran el paisaje anestésico del latinoamericanismo postintelectual ligado a las corporaciones globales. Sin embargo, sería ingenuo desenmascarar su vocación antihernenéutica y perder de vista la legitimación última de su empeño: el remapeo geopolítico y lingüístico del hemisferio occidental. Bajo sus nuevas fronteras estratégicas fulminar la teoría crítica del proceso colonial americano es un requisito innegociable. Debe volatilizarse también las crecientes desigualdades que separa y oponen la Independencia de Norteamérica de las dependencias hispanoamericanas. Y, ciertamente, tienen que eliminarse las memorias intelectuales de los sucesivos proyectos de definición de un proyecto de independencia colonial formulado sobre una base supranacional que desde la rebelión de Túpac Amaru en el siglo 18 hasta la Revolución cubana y bolivariana de nuestro siglo, sin descontar los procesos de soberanía indígena desarrollados con diferentes grados de intensidad desde Chiapas hasta el Amazonas y los Andes.
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Ningún análisis puede llamarse crítico cuando su principio de objetividad paraliza nuestra voluntad de transformación. Hoy asistimos hasta la nausea al extremo de esta parálisis frente a la representación científica y mediática de las catástrofes naturales y sociales generados por la racionalidad irracional de las economías globales. Drástica expresión de la falsa conciencia que rige nuestro presente histórico.
He elegido estos hitos extremos de una académicamente depreciada historia intelectual de Hispanoamérica no sólo por arrojar desde su extrañamiento una perspectiva más rigurosa de nuestra realidad social y cultural. Su radicalidad hermenéutica consiste también en plantear la ineludible tarea de repensar sus categorías y reformular su proyecto de futuro.
He citado a cuatro testimonios intelectuales de nuestro tiempo y por razones de tiempo me ceñiré a sus ejemplos. Blanco White formuló el primer proyecto de reforma intelectual de los fundamentos del mundo ibérico: un continente multicultural, un concepto social de democracia, un principio intelectual de soberanía. Simón Rodríguez planteó un proyecto educador pluriétnico y socialista cuyas líneas fundamentales son más validas hoy que lo fueron ayer. Sarmiento tiene el indiscutible mérito de haber formulado el concepto de una civilización latinoamericana, aunque sus constituyentes fueran erráticos. Roa Bastos, lo mismo que Darcy Ribeiro y Guimarães Rosa, lo mismo que Miguel Ángel Asturias y José María Arguedas formuló el proyecto de una reforma de los valores culturales de América latina a partir de un diálogo entre las culturas occidentales dominantes y la espiritualidad del universo amerindio.
Junto a su teoría crítica de la realidad latinoamericana estos intelectuales formularon un proyecto humanista e ilustrado de reforma educativa en el sentido social más amplio. Este proyecto es hoy más actual que los programas corporativos de reducción instrumental de la inteligencia humana al servicio de un desarrollo económico que hoy se revela como ostensiblemente suicida.
El motivo de mi encuentro con ustedes ha sido la celebración de las independencias hispanoamericanas. He señalado negativamente la continuidad histórica de dependencias institucionales, propagandísticas, económicas o tecnológicas con el ánimo de poner de manifiesto su reverso: la independencia, la autonomía y la libertad como una lucha continua, como un objetivo inacabado, como el único objetivo que puede dignificar nuestra situación en el mundo histórico y en la comunidad global.
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Para NTC ntcgra@gmail.com
Fecha 16 de enero de 2010. 17:39
Asunto Re: Las dependencias postcoloniales de América Latina. Conferencia. Y Ensayo sobre García Márquez de Antoinette Hertel.
Estimados amigos de NTC … ,
En cuanto a la conferencia se la adjunto en attachment.
El ensayo sobre García Márquez al que hice referencia en Cali ha sido publicado hace dos semanas en el siguiente blog: http://intellectualsagainstacademics.blogspot.com/ *
Un abrazo, Eduardo Subirats
Anexo: DEPENDENCIAS POSTCOLONIALES.doc 83 K
ANTOINETTE HERTEL
http://intellectualsagainstacademics.blogspot.com/2009/12/latin-america-some-assembly-required.html
Antoinette Hertel is an Assistant Professor of Spanish http://www.sjcny.edu/Academics/Faculty/591/ at St. Joseph's College, http://www.sjcny.edu/ New York, where she teaches courses on Latin American literature and film. She is currently researching interpretations of magic realism as a postcolonial mode. Her dissertation examined literary constructions of Latin Americanness, from the 19th Century to the present.
LA CONFERENCIA
Tomado de : http://ntc-documentos.blogspot.com/2009_10_25_archive.html 25 de octubre de 2009
VIDEO:
Las dependencias postcoloniales de América Latina. Por Eduardo Subirats. VIDEO (3:55 min), fragmento inicial de la conferencia.
http://www.youtube.com/watch?v=SJo82q2S7Pk
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AUDIO conferencia:
Las dependencias postcoloniales de América Latina
Por Eduardo Subirats, filósofo español (New York University)
http://www.ziddu.com/download/7056539/003_C_003_micro.mp3.html
Audio NTC … (33 min)
Se refirió el conferencista a cuatro “testimonios de intelectuales” sobre los procesos del “descubrimiento”, la colonia y las independencias, los de: José María Blanco White, Simón Rodríguez, Domingo Faustino Sarmiento y Augusto Roa Bastos (algunos links sobre ellos más adelante)
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AUDIO: Conversatorio y debate (1:05 hrs), ver
http://www.ziddu.com/download/7069645/003_C_004_micro.mp3.html
Ante preguntas, importantes planteamientos y conceptos del conferencista sobre Gabriel García Márquez ("realismo mágico") y José Carlos Mariáteguí, entre otros. Se escucha, también, la intervención del Maestro Arnoldo Palacios sobre el realismo mágico. (Nota, Ene. 16/2010) : ver el ensayo Latin America: Some Assembly Required de ANTOINETTE HERTEL que se mencionó anteriormente)
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FOTOGRAFÍAS
Una a una y en diapositivas, ver:
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