El 28 de marzo de 2003, Renson Said Sepúlveda publicó en un periódico de Cúcuta una columna titulada "La República de Chacón".
Juan Gabriel Vásquez * (* http://www.alfaguara.santillana.es/autor/juan-gabriel-vasquez/390/ )
EL ESPECTADOR sábado, 17 de noviembre de 2007
http://www.elespectador.com/elespectador/Secciones/Detalles.aspx?idNoticia=17915&idSeccion=25
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El 28 de marzo de 2003, Renson Said Sepúlveda publicó en un periódico de Cúcuta una columna titulada "La República de Chacón". Era, o pretendía ser, una crítica literaria: parece que el abogado Pablo Chacón, tema de la columna, es poeta. El artículo de El Espectador (1 y más adelante el texto) donde aparecen estos datos explica que al abogado no le gustaron los términos de la columna, que no se referían a sus libros, sino a su figura como poeta. Explica también que el abogado y poeta o poeta y abogado se sintió tan afectado en su "salud sicofísica" por las críticas de Sepúlveda, que tuvo que buscar la ayuda de un médico; y tan afectado, además, que demandó al crítico, y ahora está pidiendo a la justicia que lo condene por injuria y calumnia y que lo obligue a pagar, como indemnización, más de quinientos millones de pesos.
Si la anécdota parece ridícula es porque, en el fondo, lo es. Pero hay ridiculeces que son además profundamente preocupantes, y ésta es una de ellas. Dejemos de lado la propensión de los colombianos a dirimir cualquier desacuerdo en los juzgados: esto es sin duda menos grave que la otra propensión colombiana, la de dirimir cualquier desacuerdo a bala limpia. Pero lo cierto es que el caso del periódico cucuteño, que seguramente es único en el mundo (en ningún país del mundo occidental, por lo menos, habría prosperado una demanda semejante), no es único en Colombia. Hace unos meses, Héctor Abad Faciolince escribió una columna intensamente crítica sobre una redacción titulada Sin tetas no hay paraíso; la reacción inmediata del redactor fue amenazar con demandas judiciales. Y no sé qué me parece más increíble: que un sistema judicial admita las demandas o que los escritores ofendidos se animen a hacerlas.
Que un juez considere que hay delito cuando un crítico da su opinión, es un gran malentendido: porque para eso está la crítica, para opinar, y para eso están los libros y también sus autores: para aguantar las opiniones. Es absurdo recordar semejantes perogrulladas, pero parece que esas perogrulladas no están al alcance de los peritos que aconsejan a algunos jueces. El hecho es simple: todos los autores que en el mundo han sido saben que publicar un libro es un contrato que viene con letra pequeña, y esa letra dice que a partir de entonces el autor deberá soportar lo que se diga de su trabajo. Virginia Woolf dijo del Ulises que era la obra de un universitario que se rasca los granos, y no por eso Joyce fue a los tribunales; un crítico italiano, Francesco Varanini, publicó un libro en el que calificaba a García Márquez de patán, arrogante y palurdo, pero a García Márquez nunca se le ocurriría defender su honor en los juzgados. Le basta ser el autor de Cien años de soledad.
Ahora bien, no todos los críticos son iguales, ni todas las críticas tampoco. Digamos que hay dos tipos de críticos: los inteligentes y los imbéciles. Y digamos que hay dos tipos de críticas: las positivas y las negativas. Pues bien, un crítico inteligente puede producir ambas, y también un crítico imbécil; y una crítica negativa puede ser agresiva y aun insultante, pero también hay críticas positivas con las que el autor se siente insultado. El autor, entonces, medirá las anteriores combinaciones y le dará a cada crítica la importancia que se merece. Y puede decidir si responde o no, aunque para mí, responder a una crítica, positiva o negativa, es una de las prohibiciones tácitas del oficio. Pero lo que nunca puede hacer es considerarse víctima de daños morales porque alguien destroce sus libros, aunque sea en tono insultante. Y lo que no debe hacer, por simple pudor, es pedirle a un juez que diga lo contrario. Casi puedo leer las solapas: El autor nació en tal lugar y en tal año. Ha publicado tales libros de poemas. La crítica los ha destrozado, pero un juez penal opina que son buenísimos.
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(1)
EL ESPECTADOR, sábado, 10 de noviembre de 2007
http://www.elespectador.com/elespectador/Secciones/Detalles.aspx?idNoticia=17676&idSeccion=22 (difundido oportunamente por NTC … )
Dadas las descalificaciones, tono y ataques personales que se han presentado en el DEBATE sobre "LITERATURA EN EL VALLE"
http://literaturaenelvalle.blogspot.com/ y ante posible codena y jurisprudencias, algunos escritores y poetas del Valle buscan abogados ...
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Cartas de los lectores .
En la edición del 11 al 17 de noviembre de El Espectador, me enteré de una viva polémica en Cúcuta, entre un crítico literario (Renson Said) y un abogado (¿poeta?) llamado Pablo Chacón Medina.
EL ESPECTADOR sábado, 17 de noviembre de 2007
http://www.elespectador.com/elespectador/Secciones/Detalles.aspx?idNoticia=17904
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¿Quién le teme a Renson Said?
En la edición del 11 al 17 de noviembre de El Espectador, me enteré de una viva polémica en Cúcuta, entre un crítico literario (Renson Said) y un abogado (¿poeta?) llamado Pablo Chacón Medina. No conozco a ninguno de los dos. En el artículo de El Espectador, firmado por Enrique Rivas, se dice que: "una jueza de Cúcuta se apresta a resolver si el crítico literario del periódico 'La Opinión', Renson Said Sepúlveda Vergara, injurió y calumnió al abogado Pablo Chacón Medina, una de las personalidades intelectuales de la capital de Norte de Santander, al señalar que no es poeta ni sus calidades estéticas lo ameritan".
Traté de conseguir el texto original de Said sobre los poemas de Chacón, y a su vez, los escritos estéticos de éste para formarme mi propia opinión, sin éxito, pues en internet lo único que aparece sobre los dos es lo siguiente:
Sobre Said: conferencia de Said sobre García Márquez en la Biblioteca Luis Ángel Arango de Cúcuta; poema "Tricolor" en la revista 'Casa de Poesía Silva'; conferencia sobre la revista 'Mito'.
Sobre Chacón: artículo "¿Agradece Uribe la gestión de Chávez?"; proposición a favor de un presbítero: "eminente orador sagrado, excelso y prolífico escritor, investigador incansable, conversador inigualable y ameno, entre otros atributos que adornan su personalidad" (lo dijo Chacón, en compañía de otros "doctores", sobre un joven presbítero, que tampoco conozco).
A lo mejor esto era lo que esperaba (y espera) Chacón de un crítico literario. Es posible que su ego "simulador y vanidoso" (cito a Said a propósito) necesite de este tipo de adulaciones fatuas. Si Said lo llamó: "mediocre, incapaz intelectualmente y analfabeto", Chacón no tiene sino que demostrar con obras (literarias), no con piezas (jurídicas), que no lo es. Si se arriesga, puede que no sólo Said sino muchos más lo llamemos de nuevo: "mediocre, incapaz intelectualmente o analfabeto". O quizá los adornos de su personalidad nos maravillen y lo llamemos: "orador sagrado, excelso y prolífico escritor, investigador incansable, conversador inigualable y ameno". Qué más da.
Más allá de los escritos de Chacón o Said, lo que está en juego para nosotros es la libertad de pensamiento y de expresión. Es cómico que el abogado Chacón demande a un crítico literario por sentirse afectado en su "salud sicofísica". ¿Se imaginan a los impresionistas franceses demandando a los salones de exposición por no haber incluido sus pinturas en ellos? ¿Dedicando su tiempo, su energía y su creatividad a toda suerte de artimañas legales? Quizá no hubieran pintado más.
Cuántos poetas, de haber seguido la idea de Chacón, hubieran dejado de lado sus obras por ir a los tribunales a buscar a los jueces, en vez de buscar ser leídos (y apreciados o no) por lectores anónimos. Tomemos sólo un caso. El genial Artaud, que ve varias veces rechazada su colección de poemas por la 'Nouvelle Revue Francaise' y que lo único que ve publicado es el intercambio de cartas con el director de la revista. ¿Acaso se le ocurrió a él, o a cualquier artista que tenga un mínimo sentido del "gusto" y de "entereza estética", demandar a alguien por no ser publicado o leído? Por otra parte, ¿qué puede decir un juez, por experto que sea en cualquier especialidad del derecho, sobre el arte? Y finalmente, ¿a quién le importa lo que digan abogados o jueces sobre el arte?
No es, sin embargo, la primera vez que episodios así se presentan en Colombia. Recuerdo, por ejemplo, en la época de la I Regeneración, ciento veinte años antes de ésta, cómo Núñez, Caro y su sanedrín de inquisidores, presbíteros y gramáticos persiguieron y desterraron a Vargas Vila y a Juan de Dios Uribe, por escribir panfletos políticos, y sobre todo por ridiculizar las supuestas "gestas" poéticas del dictador Núñez, y su famoso poema: 'Que sais-je?' (¿Qué se yo?).
A quienes defendemos la libertad de expresión y la cultura, debe tenernos sin cuidado que se trate de una "personalidad" o no, el que demande a un periodista por manifestar sus opiniones. Que siga entonces el curso del 'Affaire Said'. A diferencia de Enrique Rivas, considero que este no es un tema menor y que, si bien no puede compararse a las atrocidades que leemos todos los días (y a las que no se cuentan) en los procesos de "parapolítica", en la defensa de Said se juega lo poco que tenemos como democracia (a pesar de lo que piense la revista 'The Economist').
Pedro Ecudriñez. Bogotá.
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POETA POR SENTENCIA
Por: Omar Ortiz* omar.ortizforero@gmail.com 13-nov-2007 (* http://omarortiz.blogspot.com/ )
(Para NTC ... " no sabìa si rabiar o reir con el artìculo de El espectador sobre el doctor Chacòn. Para solidarizarme con Renson escribì el texto que les adjunto en espera de un debate sobre el tema. Un abrazo, Omar" )
Si quedaba alguna duda de que este país es uribista no porque exista la insurgencia o porque se haya negociado con los paramilitares, sino porque los colombianos somos como el señor presidente: autoritarios, machistas, intolerantes, tramposos, mentirosos, marrulleros y busca pleitos, lo corrobora plenamente la noticia aparecida en El Espectador del sábado 11 de noviembre y titulada, “Juicio a critico literario”.
Sucede que en la ciudad de Cúcuta un columnista del periódico “La Opinión” de nombre Renson Said Sepúlveda, publicó el 23 de marzo de 2003 una columna donde criticó severamente la obra poética de un reconocido abogado de dicha ciudad, el doctor Pablo Chacón Medina, desatando su ira, que lo condujo a demandar penalmente a Sepúlveda acusándolo de calumnia e injuria, por cuanto una vez leyó la columna tuvo que acudir a su médico quedando afectado en su salud y personalidad por una cuantía que estimó en una suma igual o similar al presupuesto de la ciudad fronteriza, exigiendo además el embargo de todos los bienes muebles e inmuebles del columnista, un joven de 34 años que se gana el sustento como corresponsal y comentarista del suplemento literario del diario cucuteño. Para dilucidar que tan afectada estaba la lira parnasiana del doctor Chacon, la fiscal 41 de la Unidad de Vida de Cúcuta, acudió al concepto de la Academia de Historia de Norte de Santander, de la Sociedad Bolivariana de San José de Cúcuta, del Colegio de Abogados Penalistas del departamento, de la Asociación de Escritores Nortesantandereanos y a escritores y columnistas como David Sánchez Juliao y Horacio Gómez Aristizabal quienes alabaron todos a una los meritos jurisprudenciales y literarios del demandante, lo que llevó a la señora fiscal a llamar a juicio al columnista por colocar al doctor Chacón ante la sociedad como un “falso intelectual”.
Le corresponde ahora a la Juez 4 Penal de Cúcuta, doctora Miriam Rodríguez, establecer si una critica literaria puede dar lugar a los delitos alegados por el querellante, o si mejor se trata de un inalienable derecho de opinión al que están sujetos todos los que ejercen el arte de las letras, partiendo de sus lectores y llegando hasta quienes por razón de su oficio practican la critica desde juicios éticos y estéticos, equivocados o no. Lo alarmante del caso es que parece que el ego del señor presidente y sus ejecuciones tiene ya decididos seguidores en el campo de las letras, y no se tiene empacho en buscar ser reconocido como poeta así sea mediante sentencia judicial.
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EL DEBATE … en los ESTRADOS
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy* leoquevedom@hotmail.com
(* http://lequemo.blogspot.com/ )
Para NTC ...: 13 de noviembre de 2007 . 09:06:28 a.m.
Muy bueno que traigan a nuestra consideración lo que está llegando a los estrados.
Muy bueno que traigan a nuestra consideración lo que está llegando a los estrados.
Ya la libre expresión y opinión escrita se volvió ocasión e instrumento para la difamación y atentado contra el buen nombre de la persona. No podemos volver a épocas remotas en que se insultaba en libros y libelos a quien no escribía como uno y a quien aparecía nuevo, como intruso en el escenario. Me acuerdo de las diatribas de Vargas Vila contra algún escritor que no era de su gusto y se "atrevía" a escribir y a visitar tertulias y corrillos de escritores.
El hecho de que uno tenga la cualidad de tener una pluma ácida no quiere decir que tenga que herir con su veneno la dignidad de las personas. Ya la jurisprudencia y los derechos humanos irán diciendo cuales son los límites de la libertad de expresión y de pensamiento. Se va abriendo paso la distinción entre libertad de pensar para adentro y pensar en público. Será que alguien puede tiene libertad de pensar en secreto y en su casa y si lo hace ante un público a voz en cuello o por escrito ya cambian las cosas?
La libertad de pensamiento es para defender la posibilidad de expresar en público las ideas, sean las que sean, con tal de que no vaya a ofender concretamente la honra de quien en su intimidad hace o deshace. Si alguien es un hombre público, o un columnista o periodista, se pone en igual altura a quien lo lee, y éste lo puede aceptar... diga lo que diga... o refutar... o decirle si escribió bien o su lenguaje no es "educado" o castizo. Eso lo entiende cualquiera. Nadie escribe para que nadie lo lea o para que todos los que lo lean y lo acepten. Si alguien dice algo en público que sabe no va a gustar a otros, lícitamente puede esperar que lo rechacen, aunque otros estarán de acuerdo. La literatura elabora juicios que envuelven realidades concretas y se emplea la belleza, llámese metáfora o comparaciones o exageraciones para ponderar o ridiculizar lo dicho o lo que que aparece en la sociedad. Pero, de ahí a que se aproveche la literatura para tergiversar la verdad o para insultar a alguien, hay gran diferencia. Una cosa es decir que no escribe bien, que no tienen coherencia sus afirmaciones, que ejerza mejor otra profesión, a que diga que "es incapaz intelectualmente o que es analfabeto", simplemente porque es opuesto a sus ideas o a su modo de escribir. Eso ya se inscribe en el terreno no tanto de la calumnia, sino de la injuria.
Hoy por hoy, es posible contradecir, sin tocar la ley penal, ni la sana crítica. Pero sucede que a los literatos también les está entrando la roya del insulto, de la intromisión en la vida íntima, de la injuria. Lo estamos presenciando en varios artículos de nuestra prensa nacional, en el papel y en internet.
Alguien tenía que dolerse y quejarse, como el Rey en Santiago de Chile. Algunas de las apreciaciones de Enrique Rivas son razonables, otras no. El debate abierto por el escrito de Sepúlveda Vergara contiene elementos reprochables desde la ética y el ámbito penal, pero hay otras connotaciones que se introducen que distorsionan el asunto.
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Polémica entre intelectuales de Cúcuta termina en proceso penal Juicio a crítico literario
Un columnista del diario 'La Opinión' está a punto de ir a la cárcel y pagar más de $500 millones por desconocer una obra.
Enrique Rivas G.
EL ESPECTADOR, sábado, 10 de noviembre de 2007
http://www.elespectador.com/elespectador/Secciones/Detalles.aspx?idNoticia=17676&idSeccion=22
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En un caso sin precedentes judiciales en el país, en próximos días, una jueza de Cúcuta se apresta a resolver si el crítico literario del periódico La Opinión, Renson Said Sepúlveda Vergara, injurió y calumnió al abogado Pablo Chacón Medina, una de las personalidades intelectuales de la capital de Norte de Santander, al señalar que no es poeta ni sus calidades estéticas lo ameritan.
Lo insólito es que en un acto sui géneris y, por primera vez en Colombia, la justicia debe determinar si la crítica literaria, en el formato de la opinión, puede derivar en calumnia e injuria. Un camino por el cual jamás habían transitado los generadores de opinión, y mucho menos los críticos literarios, algunos de ellos acostumbrados a destrozar a quienes se atreven a incursionar en el complejo mundo de las letras.
La historia de este inusual juicio comenzó el 28 de marzo de 2003, cuando Renson Said Sepúlveda publicó la columna titulada "La República de Chacón", un apretado texto que fustigó su obra poética con una conclusión personal : "No sabe escribir". De colofón, le aplicó un puntillazo demoledor: "Es mediocre, simulador, vanidoso, analfabeto e incapaz intelectualmente".
La columna desató la ira del poeta y jurista cucuteño, quien tres días después demandó a Sepúlveda por calumnia e injuria, al considerarse afectado en su salud sicofísica, en razón a que luego de leer la columna, tuvo que acudir a un médico especialista para que lo atendiera, pues quedó afectado moralmente por los terribles comentarios de Sepúlveda sobre su obra literaria.
Según la víctima, el "calumniador e injuriante", utilizó para referirse a su trabajo una diatriba inmensamente "farragosa" que atentó contra su estatus social, su profesión de abogado, su vida de escritor, su familia y su propia personalidad. Una situación que, según él, le causó grave perjuicio económico. Estimó los daños en $100 millones y el daño moral que, tasado en salarios mínimos, lo equiparó en $433.700.000.
Pero la ira de Chacón no terminó en esta insólita solicitud de indemnización. Además pidió que embargaran los bienes muebles e inmuebles del crítico literario, y que también incautaran los establecimientos comerciales y vehículos que figuraran a nombre del columnista, un hombre de 34 años que sobrevive del sueldo que todavía sigue ostentando como corresponsal o escritor comentarista del suplemento literario del diario La Opinión.
Fiscalía entre versos
Sin antecedentes conocidos, la Fiscalía 41 de la Unidad de Vida de Cúcuta entró a dirimir si una crítica periodística puede deshonrar y afectar el numen de los poetas. Por eso acudió a la Academia de Historia de Norte de Santander, a la Sociedad Bolivariana de San José de Cúcuta, al Colegio de Abogados Penalistas del departamento, a la Asociación de Escritores de Norte de Santander, a la Academia Hispanoamericana de Letras y Ciencias y a escritores y columnistas como David Sánchez Juliao y Horacio Gómez Aristizábal.
Ninguno dudó en señalar que Chacón Medina es un ilustre abogado penalista, reconocido en asuntos de historia y letras. Y con base en estos escritos y opiniones y la enjundia del crítico que supuestamente fue más allá del ensayo y opinó demasiado, el 1° de diciembre de 2003 el fiscal Guillermo Gutiérrez concluyó que existían méritos para que el columnista y crítico literario Renson Said Sepúlveda Vergara, sea llamado a juicio.
En concepto del fiscal, en su columna Vía Libre, Sepúlveda utilizó las condecoraciones de que ha sido objeto Chacón Medina, para "socarronamente desacreditarlas". Y frase por frase, el funcionario judicial, tras analizar la crítica, concluyó que su autor debe ser condenado por injuria. Según él, Renson no fue objetivo y desprestigió a Chacón, porque lo colocó ante el público lector "como un falso intelectual, que engañó a una sociedad entera mediante las majestuosas artes de la simulación".
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Polémica entre intelectuales de Cúcuta termina en proceso penal Juicio a crítico literario
Un columnista del diario 'La Opinión' está a punto de ir a la cárcel y pagar más de $500 millones por desconocer una obra.
Enrique Rivas G.
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En un caso sin precedentes judiciales en el país, en próximos días, una jueza de Cúcuta se apresta a resolver si el crítico literario del periódico La Opinión, Renson Said Sepúlveda Vergara, injurió y calumnió al abogado Pablo Chacón Medina, una de las personalidades intelectuales de la capital de Norte de Santander, al señalar que no es poeta ni sus calidades estéticas lo ameritan.
Lo insólito es que en un acto sui géneris y, por primera vez en Colombia, la justicia debe determinar si la crítica literaria, en el formato de la opinión, puede derivar en calumnia e injuria. Un camino por el cual jamás habían transitado los generadores de opinión, y mucho menos los críticos literarios, algunos de ellos acostumbrados a destrozar a quienes se atreven a incursionar en el complejo mundo de las letras.
La historia de este inusual juicio comenzó el 28 de marzo de 2003, cuando Renson Said Sepúlveda publicó la columna titulada "La República de Chacón", un apretado texto que fustigó su obra poética con una conclusión personal : "No sabe escribir". De colofón, le aplicó un puntillazo demoledor: "Es mediocre, simulador, vanidoso, analfabeto e incapaz intelectualmente".
La columna desató la ira del poeta y jurista cucuteño, quien tres días después demandó a Sepúlveda por calumnia e injuria, al considerarse afectado en su salud sicofísica, en razón a que luego de leer la columna, tuvo que acudir a un médico especialista para que lo atendiera, pues quedó afectado moralmente por los terribles comentarios de Sepúlveda sobre su obra literaria.
Según la víctima, el "calumniador e injuriante", utilizó para referirse a su trabajo una diatriba inmensamente "farragosa" que atentó contra su estatus social, su profesión de abogado, su vida de escritor, su familia y su propia personalidad. Una situación que, según él, le causó grave perjuicio económico. Estimó los daños en $100 millones y el daño moral que, tasado en salarios mínimos, lo equiparó en $433.700.000.
Pero la ira de Chacón no terminó en esta insólita solicitud de indemnización. Además pidió que embargaran los bienes muebles e inmuebles del crítico literario, y que también incautaran los establecimientos comerciales y vehículos que figuraran a nombre del columnista, un hombre de 34 años que sobrevive del sueldo que todavía sigue ostentando como corresponsal o escritor comentarista del suplemento literario del diario La Opinión.
Fiscalía entre versos
Sin antecedentes conocidos, la Fiscalía 41 de la Unidad de Vida de Cúcuta entró a dirimir si una crítica periodística puede deshonrar y afectar el numen de los poetas. Por eso acudió a la Academia de Historia de Norte de Santander, a la Sociedad Bolivariana de San José de Cúcuta, al Colegio de Abogados Penalistas del departamento, a la Asociación de Escritores de Norte de Santander, a la Academia Hispanoamericana de Letras y Ciencias y a escritores y columnistas como David Sánchez Juliao y Horacio Gómez Aristizábal.
Ninguno dudó en señalar que Chacón Medina es un ilustre abogado penalista, reconocido en asuntos de historia y letras. Y con base en estos escritos y opiniones y la enjundia del crítico que supuestamente fue más allá del ensayo y opinó demasiado, el 1° de diciembre de 2003 el fiscal Guillermo Gutiérrez concluyó que existían méritos para que el columnista y crítico literario Renson Said Sepúlveda Vergara, sea llamado a juicio.
En concepto del fiscal, en su columna Vía Libre, Sepúlveda utilizó las condecoraciones de que ha sido objeto Chacón Medina, para "socarronamente desacreditarlas". Y frase por frase, el funcionario judicial, tras analizar la crítica, concluyó que su autor debe ser condenado por injuria. Según él, Renson no fue objetivo y desprestigió a Chacón, porque lo colocó ante el público lector "como un falso intelectual, que engañó a una sociedad entera mediante las majestuosas artes de la simulación".
Mientras el proceso llegaba al Juzgado 4° Penal de Cúcuta, hoy, bajo la tutela de la abogada Miriam Ramírez, el columnista no sabía que estaba siendo procesado. Sólo hasta hace año y medio que se enteró y, desconcertado por el dictamen jurídico y literario, buscó a un amigo para que lo defendiera. Y encontró a Ómar Javier García Quiñones, también intelectual de Cúcuta, quien decidió emprender una cruzada para defender al columnista.
Y lo hizo apelando a críticos, intelectuales y librepensadores de América Latina e Inglaterra, quienes se han unido para defender al crítico literario. Su argumento común: la justicia no debe trazar fronteras a las opiniones literarias. En su criterio, el rol de poeta y escritor debe soportar el escrutinio público, y la crítica ejercida por los periodistas es tan válida como la ejercida por los lectores, sea cual sea su profesión y juicio sobre la obra del escritor.
En su manifiesto, los artistas, reunidos por el abogado, advierten que en un país de libertades, la crítica literaria y el juicio estético "no deben pasar por el burocrático y coartador sector de las leyes, de juzgar a todo aquel que hable mal de la labor de una persona". Y agregó el abogado en su defensa: "Sería volver a la caza de brujas o a la Inquisición, de acabar con las vidas y las carreras de las personas por opiniones". En pocas palabras, si se es escritor, la pluma es la mejor defensa".
Una controversia de la que no ha querido sustraerse el subdirector de La Opinión, Cicerón Flórez, para quien la crítica literaria no puede ser evaluada como injuria. Aún así, Chacón sostiene que mientras Sepúlveda no rectifique y reconozca que él es poeta e intelectual, no cesará en su demanda. Una petición que, según Sepúlveda, no está en sus presupuestos como columnista. "Si acaso me disculpo si lo ofendí como abogado, pero en lo demás no voy a dar pie atrás. No voy a reconocer que Chacón sea poeta".
El tema está al rojo vivo. El crítico literario no cede. El poeta sostiene que fue ofendido. La intelectualidad de Cúcuta y de otras regiones ha aportado opiniones en favor o en contra del ensayista y el vate. Lo cierto es que mientras el país resuelve dilemas por personajes que se atribuyen más de 1.000 asesinatos o trata de aplicar justicia para esclarecer 20 años de verdades inconclusas, en la frontera con Venezuela, un escritor quiere validar su obra en los tribunales y un crítico en sus emociones.
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¿ OTROS CAMINOS PARA SER POETA ...?
INOCENTADA. DOCTORES EN POESÍA
Por Alberto Aguirre
Revista Cromos http://www.cromos.com.co/cromos/Secciones/Articulo.aspx?idn=3019
Reproducido en Arquitrave
Por Alberto Aguirre
Revista Cromos http://www.cromos.com.co/cromos/Secciones/Articulo.aspx?idn=3019
Reproducido en Arquitrave
http://www.arquitrave.com/periodico/periodico_doctorado_unacional.html
Creía que era 28 de diciembre. Día de Inocentes o, mejor, de inocentadas, pues son tantos los que se dejan embaucar que, más que inocentes, son necios. Al abrir el periódico brincó este titular: “Abren un posgrado para ser poeta”.
Tan desfachatado el titular, y tan necia la propuesta, que eso tenía que ser una inocentada del periódico, que no era hoy el 30 de agosto sino el 28 de diciembre, que éste no podía ser El Tiempo, sino El Trompo, especie de caricatura que aquél publica siempre el Día de Inocentes, con igual tipo gráfico, pero lleno de chocarrerías y disparates, de noticias inverosímiles y desfachatadas, de facecias, destinadas a entretener a los lectores: ¡Pásela por inocente! Eso de estudiar para poeta, y sacar el consiguiente grado, no ha de ser solo un disparate sino un ¡pásela por inocente!, para que el grueso de los lectores, al ver burradas, tenga un rato de diversión.
En las siguientes páginas de El Trompo anticipado se podrían encontrar entonces noticias de este tipo, para regocijo del pávido lector: “Uribe recibe el Premio Nobel de la Paz”, “Arias, más conocido por el mote de El Duplicado, fue elegido Presidente de Colombia”, “Millos, campeón”, “Se descubrió petróleo en Sopó”, “Se certifica que el Dr. Ernesto Rojas Morales sí sabe contar”, “El Consistorio nombró Papa de Roma a aquél que fue conocido in illo tempore como El Papa de Barbosa”, “Los antioqueños no roban (Estudio de la Universidad de Lovaina)”, “Se comprobó que José Manuel Lara sí sabe escribir (incluso, editoriales)”. “En Firavitoba se descubrió una colonia de pájaros preñaos”, “En el río Medellín ya nadan sabaletas”.
Mientras más desatinada la propuesta, más insensato el razonamiento o su justificación; y entre más nombradía tenga el proponente, más disparatadas sus palabras. Eso de estudiar para poeta no es ocurrencia del notario de Pavarandocito, sino del eminente doctor Azriel Bibliowicz, quien ostenta el pomposo título de “Director de la Maestría en Escrituras Creativas” de la Universidad Nacional de Colombia, con sede en Bogotá. ¿Dónde darán el curso de escrituras no creativas? Dice el Maestro de Escritura, en El Tiempo, de fecha ya citada: “Es curioso que un país de poetas no tuviera (sic) un programa de poesía. Es como si en un país que se ufanara de tener grandes constructores no hubiera escuelas de ingeniería o (sic) de arquitectura”.
Ejemplo cabal, no ya de escritura no creativa, sino de razonamiento bizcorneto. Y de sandeces: ¿quién dijo que esto era un país de poetas? El que haya decenas, quizás miles, acaso millones, que escriben en líneas cortas (como decía el general Uribe Uribe) no los hace poetas, ni a éste, país de poetas. La poesía es otra cosa. Por ahora no se diga sino esto: la poesía es un misterio.
Informa el Maestro que se acaba de lanzar la línea de poesía (como si se tratara de una línea de calzoncillos boxer para físicoculturistas), “lo que significa que durante cuatro semestres una persona que quiera ser poeta podrá encontrar en esta maestría los elementos necesarios para serlo”. Como el palustre que se requiere para encalar un muro. Ya los graduados en poesía, con su cartón debajo del brazo, signado por la Ministra de Educación Nacional y el Rector de la Universidad Nacional, y el Gran Maestro Creativo, no se tendrá que desasosegar en una oficina de la tórrida Bolombolo para farfullir estos versos: Porque me ven la barba y el pelo y la alta pipa / dicen que soy poeta, cuando no porque iluso / suelo rimar –en verso de contorno difuso– / mi viaje byroniano por las vegas del Zipa. Aprenderán a componer en verso, no ya confuso, sino pulido y transparente. Y aburrido, por tanto. Otra garantía en la matrícula: “Compondrán su ópera prima con acompañamiento de los profesores”. Poesía a cuatro manos. Como el ternero de dos cabezas.
Ya se decía en otro tiempo: el talento no lo venden en las boticas. Y en el mismo, pero al modo finolis: lo que natura non dat Salamanca non prestat
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¿Ir a clase para ser poeta?
Revista Cromos
http://www.cromos.com.co/cromos/Secciones/Articulo.aspx?idn=3066
El columnista y escritor Alberto Aguirre abrió el debate con un no sostenido, a propósito de la Maestría en Escrituras Creativas que abrió la Universidad Nacional. por su parte, la poeta y novelista Piedad Bonnett le respondió con un sí intenso. Se calientan las letras.
“Hay una palabra exacta para eso”, afirma mientras se concentra en encontrar la que está buscando. Para Piedad Bonnett las palabras son importantes. Las piensa, las paladea y puede quedarse reflexionando hasta encontrar la precisa. Ese amor por la palabra es una de las cosas que enseña en sus clases en la Universidad de los Andes y en la maestría en Escrituras Creativas que abrió la Universidad Nacional de Colombia, la misma que el escritor Alberto Aguirre criticó en su columna de la semana pasada en CROMOS.
“Eso de estudiar para poeta, y sacar el consiguiente grado, no ha de ser solo un disparate sino un ¡pásela por inocente!, para que el grueso de los lectores, al ver burradas, tenga un rato de diversión”, opinó el polémico autor antioqueño, reconocido experto en el tema. Y añadió en su columna semanal La Lengua: “Ya los graduados en poesía, con su cartón debajo del brazo, signado por la Ministra de Educación Nacional y el Rector de la Universidad Nacional, y el Gran Maestro Creativo, no se tendrán que desasosegar en una oficina de la tórrida Bolombolo para farfullir estos versos (escritos por León De Greiff): Porque me ven la barba y el pelo y la alta pipa / dicen que soy poeta…”.
Abierto el debate, Piedad Bonnett –quien estructuró el programa de poesía que inicia en 2008– cree “que los medios, a veces casi con mala intención, han presentado mal la maestría” (que también otorga títulos en narrativa, guión y dramaturgia). Ella reconoce que, como asegura Aguirre, “el talento no lo venden en boticas”, pero piensa que hay que pulirlo. “Decir que se ha creado un posgrado para ser poeta es una caricatura y creo que el señor Aguirre no entendió muy bien de qué se trata y cayó en la trampa”, considera esta mujer que ha publicado seis libros de poemas y ganó el Premio Nacional de Poesía de Colcultura en 1994.
“Nadie ha dicho que la universidad va a convertir a cualquiera en escritor, pero la gran mayoría de los que quedaron elegidos en el grupo de Bogotá 39 (programa de la Alcaldía de Bogotá) han estudiado Literatura en la universidad. Para algo les habrá servido”. Según ella, “lo que pasa es que hay una generación de viejos autodidactas, entre los que seguramente está el señor Aguirre, que piensan que la universidad no sirve para nada. Están los que estudiaron para abogados, trabajaron durante mucho tiempo de 8 a 5 y eran poetas en la noche. Esa es una opción, pero ¿qué tiene de malo tratar de ser escritor de tiempo completo y estudiar para ello?”.
Bonnett está convencida de que la universidad puede dar herramientas para desempeñar un oficio, para el cual, obviamente, se necesita una vocación y un talento previos. El mismo Azriel Bibliowickz, director de la maestría, habla de Colombia como país de poetas, algo que Aguirre también refutó. “¿Quién dijo que este era un país de poetas. El que haya decenas, quizá miles, acaso millones, que escriben en líneas cortas (…) no los hace poetas, ni a éste, país de poetas”.
Quienes defienden el alma de bardo de los colombianos ponen como ejemplo el éxito de eventos como el Festival de Poesía de Medellín. Los que aseguran lo contrario, destacan la casi nula edición de libros en verso, y el hecho de que ninguna de las editoriales que publican en el país tienen una colección de poesía. La selección de editorial Norma, la única que sobrevivía, murió con el siglo pasado y solo algunas universidades, entre ellas el Externado de Colombia, insisten en colecciones como Libros por centavo, mientras revistas como Alquitrave y Golpe de Dados, luchan por mantenerla viva.
Bonnett admite que leer poesía no es una afición popular y por eso pretende que la universidad dé herramientas y pula talentos. Lo hizo con ella, que ha aprovechado lo aprendido en las aulas de clase no solo para transmitirlo de nuevo a sus alumnos, sino para aplicarlo en su obra. Lo hizo cuando se vio ante la disyuntiva de cómo estructurar su más reciente novela, Siempre fue invierno, que lanzó en días pasados la editorial Alfaguara. “La primera gran pregunta de cualquier escritor es ¿cómo empiezo? Yo no quería, como en mis libros anteriores, empezar por el final, entonces recordé algo que me enseñaron en la universidad: ‘in media res’, en medio de las cosas. Comencé por la mitad de la historia, y tan pronto empecé mis personajes comenzaron a tener un rostro, y unas características”.
Aguirre insiste en que es un “disparate”: “Aprenderán a componer en verso, no ya confuso, sino pulido y transparente. Y aburrido, por tanto”. Sin embargo, ya hay más de 70 aspirantes para la maestría del 2008 y Piedad Bonnett trabajará para que los pocos elegidos, además de poner a prueba su talento y disciplina, encuentren “un apoyo para quien ya tomó la opción de ser poeta o escritor, y la oportunidad de confrontarse con otros y sentirse acompañado”.
Creía que era 28 de diciembre. Día de Inocentes o, mejor, de inocentadas, pues son tantos los que se dejan embaucar que, más que inocentes, son necios. Al abrir el periódico brincó este titular: “Abren un posgrado para ser poeta”.
Tan desfachatado el titular, y tan necia la propuesta, que eso tenía que ser una inocentada del periódico, que no era hoy el 30 de agosto sino el 28 de diciembre, que éste no podía ser El Tiempo, sino El Trompo, especie de caricatura que aquél publica siempre el Día de Inocentes, con igual tipo gráfico, pero lleno de chocarrerías y disparates, de noticias inverosímiles y desfachatadas, de facecias, destinadas a entretener a los lectores: ¡Pásela por inocente! Eso de estudiar para poeta, y sacar el consiguiente grado, no ha de ser solo un disparate sino un ¡pásela por inocente!, para que el grueso de los lectores, al ver burradas, tenga un rato de diversión.
En las siguientes páginas de El Trompo anticipado se podrían encontrar entonces noticias de este tipo, para regocijo del pávido lector: “Uribe recibe el Premio Nobel de la Paz”, “Arias, más conocido por el mote de El Duplicado, fue elegido Presidente de Colombia”, “Millos, campeón”, “Se descubrió petróleo en Sopó”, “Se certifica que el Dr. Ernesto Rojas Morales sí sabe contar”, “El Consistorio nombró Papa de Roma a aquél que fue conocido in illo tempore como El Papa de Barbosa”, “Los antioqueños no roban (Estudio de la Universidad de Lovaina)”, “Se comprobó que José Manuel Lara sí sabe escribir (incluso, editoriales)”. “En Firavitoba se descubrió una colonia de pájaros preñaos”, “En el río Medellín ya nadan sabaletas”.
Mientras más desatinada la propuesta, más insensato el razonamiento o su justificación; y entre más nombradía tenga el proponente, más disparatadas sus palabras. Eso de estudiar para poeta no es ocurrencia del notario de Pavarandocito, sino del eminente doctor Azriel Bibliowicz, quien ostenta el pomposo título de “Director de la Maestría en Escrituras Creativas” de la Universidad Nacional de Colombia, con sede en Bogotá. ¿Dónde darán el curso de escrituras no creativas? Dice el Maestro de Escritura, en El Tiempo, de fecha ya citada: “Es curioso que un país de poetas no tuviera (sic) un programa de poesía. Es como si en un país que se ufanara de tener grandes constructores no hubiera escuelas de ingeniería o (sic) de arquitectura”.
Ejemplo cabal, no ya de escritura no creativa, sino de razonamiento bizcorneto. Y de sandeces: ¿quién dijo que esto era un país de poetas? El que haya decenas, quizás miles, acaso millones, que escriben en líneas cortas (como decía el general Uribe Uribe) no los hace poetas, ni a éste, país de poetas. La poesía es otra cosa. Por ahora no se diga sino esto: la poesía es un misterio.
Informa el Maestro que se acaba de lanzar la línea de poesía (como si se tratara de una línea de calzoncillos boxer para físicoculturistas), “lo que significa que durante cuatro semestres una persona que quiera ser poeta podrá encontrar en esta maestría los elementos necesarios para serlo”. Como el palustre que se requiere para encalar un muro. Ya los graduados en poesía, con su cartón debajo del brazo, signado por la Ministra de Educación Nacional y el Rector de la Universidad Nacional, y el Gran Maestro Creativo, no se tendrá que desasosegar en una oficina de la tórrida Bolombolo para farfullir estos versos: Porque me ven la barba y el pelo y la alta pipa / dicen que soy poeta, cuando no porque iluso / suelo rimar –en verso de contorno difuso– / mi viaje byroniano por las vegas del Zipa. Aprenderán a componer en verso, no ya confuso, sino pulido y transparente. Y aburrido, por tanto. Otra garantía en la matrícula: “Compondrán su ópera prima con acompañamiento de los profesores”. Poesía a cuatro manos. Como el ternero de dos cabezas.
Ya se decía en otro tiempo: el talento no lo venden en las boticas. Y en el mismo, pero al modo finolis: lo que natura non dat Salamanca non prestat
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¿Ir a clase para ser poeta?
Revista Cromos
http://www.cromos.com.co/cromos/Secciones/Articulo.aspx?idn=3066
El columnista y escritor Alberto Aguirre abrió el debate con un no sostenido, a propósito de la Maestría en Escrituras Creativas que abrió la Universidad Nacional. por su parte, la poeta y novelista Piedad Bonnett le respondió con un sí intenso. Se calientan las letras.
“Hay una palabra exacta para eso”, afirma mientras se concentra en encontrar la que está buscando. Para Piedad Bonnett las palabras son importantes. Las piensa, las paladea y puede quedarse reflexionando hasta encontrar la precisa. Ese amor por la palabra es una de las cosas que enseña en sus clases en la Universidad de los Andes y en la maestría en Escrituras Creativas que abrió la Universidad Nacional de Colombia, la misma que el escritor Alberto Aguirre criticó en su columna de la semana pasada en CROMOS.
“Eso de estudiar para poeta, y sacar el consiguiente grado, no ha de ser solo un disparate sino un ¡pásela por inocente!, para que el grueso de los lectores, al ver burradas, tenga un rato de diversión”, opinó el polémico autor antioqueño, reconocido experto en el tema. Y añadió en su columna semanal La Lengua: “Ya los graduados en poesía, con su cartón debajo del brazo, signado por la Ministra de Educación Nacional y el Rector de la Universidad Nacional, y el Gran Maestro Creativo, no se tendrán que desasosegar en una oficina de la tórrida Bolombolo para farfullir estos versos (escritos por León De Greiff): Porque me ven la barba y el pelo y la alta pipa / dicen que soy poeta…”.
Abierto el debate, Piedad Bonnett –quien estructuró el programa de poesía que inicia en 2008– cree “que los medios, a veces casi con mala intención, han presentado mal la maestría” (que también otorga títulos en narrativa, guión y dramaturgia). Ella reconoce que, como asegura Aguirre, “el talento no lo venden en boticas”, pero piensa que hay que pulirlo. “Decir que se ha creado un posgrado para ser poeta es una caricatura y creo que el señor Aguirre no entendió muy bien de qué se trata y cayó en la trampa”, considera esta mujer que ha publicado seis libros de poemas y ganó el Premio Nacional de Poesía de Colcultura en 1994.
“Nadie ha dicho que la universidad va a convertir a cualquiera en escritor, pero la gran mayoría de los que quedaron elegidos en el grupo de Bogotá 39 (programa de la Alcaldía de Bogotá) han estudiado Literatura en la universidad. Para algo les habrá servido”. Según ella, “lo que pasa es que hay una generación de viejos autodidactas, entre los que seguramente está el señor Aguirre, que piensan que la universidad no sirve para nada. Están los que estudiaron para abogados, trabajaron durante mucho tiempo de 8 a 5 y eran poetas en la noche. Esa es una opción, pero ¿qué tiene de malo tratar de ser escritor de tiempo completo y estudiar para ello?”.
Bonnett está convencida de que la universidad puede dar herramientas para desempeñar un oficio, para el cual, obviamente, se necesita una vocación y un talento previos. El mismo Azriel Bibliowickz, director de la maestría, habla de Colombia como país de poetas, algo que Aguirre también refutó. “¿Quién dijo que este era un país de poetas. El que haya decenas, quizá miles, acaso millones, que escriben en líneas cortas (…) no los hace poetas, ni a éste, país de poetas”.
Quienes defienden el alma de bardo de los colombianos ponen como ejemplo el éxito de eventos como el Festival de Poesía de Medellín. Los que aseguran lo contrario, destacan la casi nula edición de libros en verso, y el hecho de que ninguna de las editoriales que publican en el país tienen una colección de poesía. La selección de editorial Norma, la única que sobrevivía, murió con el siglo pasado y solo algunas universidades, entre ellas el Externado de Colombia, insisten en colecciones como Libros por centavo, mientras revistas como Alquitrave y Golpe de Dados, luchan por mantenerla viva.
Bonnett admite que leer poesía no es una afición popular y por eso pretende que la universidad dé herramientas y pula talentos. Lo hizo con ella, que ha aprovechado lo aprendido en las aulas de clase no solo para transmitirlo de nuevo a sus alumnos, sino para aplicarlo en su obra. Lo hizo cuando se vio ante la disyuntiva de cómo estructurar su más reciente novela, Siempre fue invierno, que lanzó en días pasados la editorial Alfaguara. “La primera gran pregunta de cualquier escritor es ¿cómo empiezo? Yo no quería, como en mis libros anteriores, empezar por el final, entonces recordé algo que me enseñaron en la universidad: ‘in media res’, en medio de las cosas. Comencé por la mitad de la historia, y tan pronto empecé mis personajes comenzaron a tener un rostro, y unas características”.
Aguirre insiste en que es un “disparate”: “Aprenderán a componer en verso, no ya confuso, sino pulido y transparente. Y aburrido, por tanto”. Sin embargo, ya hay más de 70 aspirantes para la maestría del 2008 y Piedad Bonnett trabajará para que los pocos elegidos, además de poner a prueba su talento y disciplina, encuentren “un apoyo para quien ya tomó la opción de ser poeta o escritor, y la oportunidad de confrontarse con otros y sentirse acompañado”.
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