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http://ntcblog.blogspot.com ,
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Y LA
PAZ DE COLOMBIA
Por Gustavo Ruiz M.
Cali,
20 de Abril de 2014
En
el año 2004 cuando por primera vez nos entrevistamos con Gabo en la Habana,
como Garantes del Proceso de Paz entre el Gobierno de Uribe y el ELN, lo
primero que nos dijo fue: ¿y por qué
ahora si firmarían la paz los Elenos? Esto
lo decía porque manifestó que hacía décadas intentaba propiciar la negociación
con la insurgencia colombiana y que esa era quizás su preocupación central y
permanente de su vida cotidiana.
Es
que ya en su obra selecta y universal “Cien
años de Soledad” advirtió a través de Aureliano Buendía, quien perdió y, con él, Macondo, todas las 32 guerras
civiles en las que estuvo combatiendo, que renunciaba a la guerra como medio para resolver los conflictos sociales y políticos
del País; era el hastío de la guerra; con él, el general Gerineldo Márquez, su
mano derecha en esas guerras, quien murió de viejo esperando su pensión de
jubilación. Mejor retrato de la guerra actual no puede imaginarse: un coronel
que pierde todas las guerras y un general, su aliado y camarada permanente, que
muere esperando infructuosamente su jubilación. Es evidente el enorme
significado que eso representa en la realidad del verdadero Macondo que es
Colombia y la inutilidad del desangre que para el conjunto social representa la
actual contienda armada que sufre nuestro País.
Gabo
quien hace más de 33 años -26 de Marzo de
1981- fue obligado a salir del País * cuando el “estatuto antiterrorista” de Turbay Ayala, refugiándose en México,
porque le advirtieron que sería llevado a las caballerizas de Usaquén por sus
supuestos nexos con el M-19, sin reflexionar en su importancia como figura
literaria, sólo pensando en su Mercedes del alma y su familia, y recordando que
el gran poeta de “Suenan Timbres”, Luis Vidales, en otra época nefanda, había
sufrido plantones en ese mismo sitio, por su militancia comunista, emprendió su
huída para ya nunca más regresar al Macondo de su inspiración y su aliento,
aunque aún hoy, después de muerto, el
pensamiento retrógrado de la intolerancia colombiana, lo quiere mandar al
infierno, no obstante que el mundo entero lo venera y anhela que esté reunido
en el Olimpo de los dioses a donde van, de acuerdo a Sócrates, los hombres
sabios de la tierra.
Gabo
fue el hombre que inspiró siempre los acercamientos por la paz en Colombia; su
obra insigne, mágica, retrata la realidad de la tragedia de la Colombia de las
guerras civiles; porque Aureliano Buendía
no era nadie más en la realidad que el General Rafael Uribe Uribe **, quien perdió
en verdad 15 guerras y que al igual que el Coronel Aureliano Buendía, finalmente
firmó la paz renunciando ambos a la guerra como medio para resolver los
conflictos políticos y sociales del País. Aureliano Buendía quien incluso
propuso una fuerza continental para tumbar los gobiernos conservadores y que se
la pasó toda su vida de combate en combate hasta la derrota final de él, su
estirpe y su pueblo, también firmó su tratado de paz ( el tratado de
Neerlandia) y se retiró ya viejo y cansado a construir pececitos de oro en el
taller de su casa, en el Macondo de su alma, que finalmente también
sucumbió "porque
las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda
oportunidad sobre la tierra".
Exaltemos la memoria de Gabo,
fortaleciendo el actual proceso de paz y así en la realidad estaremos a la
altura de su legado literario y su crítica visión histórica sobre la guerra que
desangra inútilmente nuestro País.
Cali,
20 de Abril de 2014
NTC ... ENLACES:
* La increíble y triste historia de un exilio: El poder en García Márquez. Por Albio Martínez Simanca / “Viaje gratis a México”, Por Ayatollah. El Tiempo. Domingo 29 de marzo, 1891,
http://ntc-documentos.blogspot.com/2014_04_20_archive.html
.
** NTC ... blog sobre Rafael Uribe Uribe http://rafael-uribe-uribe-tw.blogspot.com/
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En el prólogo de "Doce cuentos peregrinos", publicado en 1992, "Gabo" se anticipó a describir su propia muerte contando un curioso sueño:
"Soñé que asistía a mi propio entierro, a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne, pero con un ánimo de fiesta. Todos parecíamos dichosos de estar juntos. Y yo más que nadie, por aquella grata oportunidad que me daba la muerte para estar con mis amigos de América Latina, los más antiguos, los más queridos, los que no veía desde hacía más tiempo. Al final de la ceremonia, cuando empezaron a irse, yo intenté acompañarlos, pero uno de ellos me hizo ver con una severidad terminante que para mí se había acabado la fiesta.
Eres el único que no puede irse, me dijo. Sólo entonces comprendí que morir es no estar nunca más con los amigos.
No sé por qué, aquel sueño ejemplar lo interpreté como una toma de conciencia de mi identidad, …”
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