sábado, 12 de mayo de 2012

Ómar Ortiz Forero en el libro "Galería de espejos. Una mirada a la poesía colombiana del siglo XX" de Juan Manuel Roca.


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* Se actualiza periódicamente. Mayo 12, 2012

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Ómar Ortiz
en el libro
 "Galería de espejos. Una mirada a la poesía colombiana del siglo XX" *
de 
Juan Manuel Roca. 
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Páginas 234 a 237
Click sobre las imágenes para ampliarlas
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Ómar Ortiz, la cuerda del equilibrista
(Bogotá, 1950)

Hace poco más de veinte años escribí un prólogo para el libro de
Omar Ortiz, Las muchachas del circo. En él comparaba su arte con
el de un equilibrista: el poeta cruza el invisible alambre de las pala-
bras a pesar de verse seducido por el abismo, por el vacío de la pá-
gina en blanco.

La poesía de Omar Ortiz ha seguido fiel a esa propuesta, buscan-
do un equilibrio entre el contenido, que es el qué decir, y la forma,
que es el cómo hacerla. Como ocurre conefil espejo», un poema
suyo que se apoya en la ironía y que fue escrito a partir de un pro-
verbio popular: «No es verdad que los ojos sean el espejo del alma.!
Si tal ocurriera, los asesinos caerían fulminados/ y nada sucede
cuando el torturador cruza y se peina».

El desenfado agridulce frente a las mezquindades del mundo y
la manera como pastorea los vacíos que lo merodean, hacen su voz
reconocible. Con toda poética vale la pena poner a prueba y ensayar,
de nuevo, -véase el texto sobre Óscar Hernández-, las preguntas
que propone el poeta W.H. Auden. La primera tiene que ver con la
construcción del poema, la segunda es de orden moral y la tercera
es cercana a las utopías. Recordémoslas:

He aquí un aparato verbal. ¿Cómo funciona?
¿Qué especie de sujeto habita el poema?
¿Cuál es su idea de una buena vida o un buen lugar?

Quiero aventurar unas respuestas a las preguntas de Auden a
propósito de Ortiz:

1. Sus «aparatos verbales» funcionan como una maquinaria de
relojería: no hay excesos, busca la palabras de todos, sopesa sus
ritmos y nos entrega una voz conversada que no desdeña tam-
poco el lenguaje metafórico.

2. El sujeto que habita sus poemas es alguien que ama, goza y
exprime la vida como un limón. Se trata también de un sujeto
en largo litigio con la precaria realidad de la época, a la que le
sigue un prontuario, quizá un viejo vicio adquirido en su antiguo
ejercicio de abogado.

3. Su idea de una buena vida o de un buen lugar es aun más
sencilla que su poesía. No depende de Tuluá, ese pueblo del
Valle del Cauca en donde vive y sobrevive el poeta, ni del sueño
bastante corriente de vivir en un condominio del paraíso, ni
siquiera en una gran ciudad. Una buena vida para Ortiz depen-
de de cosas sencillas: un silencio atravesado por un río, un «blues
de gata en celo», «la luz a las cuatro de la tarde» y la conciencia
de que «el alma es el alambique de Dios». Pero, sobre todo, una
buena vida y un buen lugar para este poeta están ubicados en
un mapa invisible, donde la libertad se siente como otro comen-
sal a nuestra mesa. Es un lugar utópico, sin duda, un lugar
siempre distante de la guerra.

Doy fe: hace más de treinta años conozco a Ómar Ortiz. Hemos
tenido que soportar al menos siete desastrosos presidentes de la Re-
pública, uno de ellos para colmo de males reincidente, y no he vis-
to en todo ese tiempo que haya menguado su amor por la poesía.
Más bien, proporcional a la violencia que hemos padecido en una
dura espiral, su palabra se ha hecho más precisa. Bien vale la pena
recordar este poema suyo como ejemplo de nuestra violenta reali-
dad, titulado con el nombre de un desaparecido:

HÉCTOR FABIO DíAZ

Llevo encima el traje azul, la corbata naranja,
la camisa que tanto gusta a Margarita, la del 301,
los zapatos negros bien lustrados, 
/ una pinta de hombre,
Como dijo mi madre después 
/ del beso ritual de despedida.
En la Kodak me tomaron la foto para
/ la solicitud del empleo.

Pero de pronto me empujaron a un auto,
me pusieron dos armas en la cabeza
/ y acabé tirado en una pocilga
donde me preguntaban por gente desconocida.

No señor, decía y me pegaban. Duro lo hacían,
como si no tuviera carne, ni huesos,
/ ni sangre, ni alma.

Ya no tengo traje azul ni corbata naranja,
ni puedo abrazar a Margarita.
Ahora soy una desteñida foto que mi madre
lleva a cuestas en plazas y desfiles.


OMAR ORTIZ EN SUS PROPIAS PALABRAS:

«Cualidades que desde temprana edad debe reunir un escritor:
una obstinada pasión por la belleza, un exagerado apego a sí
mismo y un notable apetito por la desmesura. Lo demás son
embelecos que se inventan críticos y profesores de literatura». 
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 * "Galería de espejos. Una mirada a la poesía colombiana del siglo XX"
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Colección:
  
 Serie Roja 

  
Páginas:
  
 304
  
  
Publicación:
  
 30 / ABRIL / 2012
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***  22 de abril, 2012, BOGOTÁ, 11:00 AM
---Galería de EspejosUna mirada a la poesía colombiana  del siglo XX.  Una antología de Juan Manuel Roca. Presentación del libro con la participación de Piedad Bonnett y Ricardo Silva Romero. http://www.librosalfaguarajuvenil.com/co/ , http://www.librosalfaguarajuvenil.com/co/libro/galeria-de-espejos/ . Lugar: Auditorio José Eustasio Rivera, 25 FILBo, Corferias, Cra. 37 No. 24-67. Click sobre la imagen para ampliarla. “Mi deseo es que este libro pueda ser leído por amantes del tema y, muy fundamentalmente, por profesores y estudiantes críticos y exigentes. Encierra múltiples y diversas reflexiones sobre la poesía, recordando que ni ella ni la historia tienen por qué ser aburridas”. JMR . Video: http://www.noticiascaracol.com/entretenimiento/video-263447-la-poesia-se-toma-la-feria-del-libro
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